Capítulo 33

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— Habrán la puerta — dice la voz desde afuera.

Nos ponemos de pie rápidamente.

—¿Que hacemos? —pregunto susurrándole al hombre.

— Seguirán a Anya, las llevará hacia un escondite — dice el anciano —Se esconderán las tres.

—Pero abuelo....— dice ella mirándolo, pero el la interrumpe.

—Las damas dijeron que los hombres eran muy peligrosos — el acaricia su mejilla— No quiero que te hagan nada.

— Está bien — responde para enseguida besarle la mejilla —Vamos.

Ella empieza a caminar entonces nosotras la seguimos. Ella abre la puerta del cuarto para enseguida cerrarla y acercarse a la alfombra roja carmesí, la toma y la mete a un closet para enseguida empieza a tocar las tablas del piso hasta que se detiene y abre una. Parecía una siempre tabla, pero era como una puerta.

— Vamos —dice haciendo un gesto con su mano derecha y con la sostiene la puerta.

Tomo asiento para enseguida tomar impulso y saltar hacia abajo recibo la vela, después baja Alena y Anya.

—Ayúdeme — dice Anya refiriendo en qué hay que cerrar la "tabla".

Dejo la vela en el suelo, con Alena juntamos nuestras manos y ella pone sus pies para enseguida nosotras levantarla y ella cierre la puerta.

Hace mucho frío aquí y se escuchan gotas de agua caer.

—Vengan — susurra ella.

Alena toma mi mano y empezamos a seguirla hasta que escuchamos un par de voces. Nos detenemos.

—Buenas noches señores — escuchamos que dice Lenin.

—Buenas — dice alguien. Es Osman.

Sus fuerte pisadas hacen temblar el piso.

—Buscamos a un par de mujeres ¿ no las a visto?— escucho que le pregunta Osman.

—No señor — escucho que dice Lenin— No e visto a ningunas mujeres.

—¿Enserio? —escucho que pregunta Osman. Escucho que toma asiento y golpea fuertemente la mesa cuando apoya sus manos.

—Si —escucho que responde Lenin.

—Entonces ¿porque hay varios platos en la mesa? — escucho que pregunta Osman.

— Estaba esperando visitas, pero parece que ya no llegaron — escucho que responde el ansiado.

—Tengo un presentimiento que no nos está diciendo la verdad — escucho decir a Osman.

—¿Porque le mentiría? Señor — escucho que le dice Lenin.

— Tómenlo — escucho que dice Osman.

A través de un espacio qué hay en las tablas podemos observar.

Dos hombre lo sostienen de cada brazo.

Puedo ver la cara de horror de     Anya en este momento.

—Tranquila—susurra Alena tocando su brazo.

— Le daré una oportunidad más — escucho que dice Osman caminando de un lado para otro —¿Ha visto a dos mujeres?.

—No— responde Lenin. Ese no retumba en mis oídos, con ese no declaró su sentencia de muerte.

Un guardia lo golpea fuertemente en la zona abdominal haciendo que caída de rodillas en el suelo.

Alena pone su mano en la boca de Anya porque estaba apunto de soltar un grito de horror.

—Estas son las consecuencias de mentir —veo que Osanan se arrodilla a su altura para luego ponerse de pie —Donde quieras que esté Irina te encontrare cueste lo que cueste.

Enseguida  Osman sale de la casa dejando solo a tres hombres.

—No tienes derecho a mentirle a nuestro señor Osman —dice un hombre para enseguida golpear a Lenin.

Anya apoya su cara en el hombro de Alena para observar la escena, junto a Alena la abrazamos.

Después de golpearlo un par de veces los hombres se van.
Caminamos hasta llegar a la puerta donde con Alena juntamos nuevamente nuestras manos para que primero pueda subir Anya, después juntos mis manos para que pueda subir Alena y por último yo con la ayuda de ellas que sostienen mis manos desde arriba.

Al salir cierro la puerta y nos dirigimos hacia la sala de estar donde está Lenin.

Al llegar el está tirado en el piso, al rededor de el hay un charco de sangre.

—Abuelo— dice ella para enseguida arrodillarse junto a él.

—Mi hermosa niña — dice apenas Lenin.

Alena y yo sólo observamos la escena.

—No me dejes — le ruega ella llorando.

—Es hora de que me vaya y me reencuentre con tu abuela — trata de sonreír con las pocas fuerzas que le quedan —Señoritas.

—¿Si?—pregunto. Las dos nos acercamos a el.

—Necesito que me prometan que no van a dejar sola a Anya — dice el hombre.

—Lo juramos — le dice Alena.

—Quiero que le den una buena vida y la cuiden — dice el anciano ya casi sin fuerza.

—Lo juramos. La cuidare como si fuera mi familia por que usted dio la vida por nosotros — toco su mano y le sonrió.

—Adiós Anya. Ten la mejor vida que puedas — dice el anciano para enseguida cerrar sus ojos.

—¿Abuelo?—pregunta asustada porque ella sabe que el se murió—¡Abuelo!.

Sus gritos hacen revivir cómo pase la muerte de mi padre, ella me recuerda a mi.

—Tenemos que irnos — le dice Alena, pero la chica no nos presta atención.

—Anya. Vamos — digo tomando su brazo.

Ella se pone de pie apenas.

—¿Donde vamos ?—pregunta después de tapar a su abuelo con una sábana y cerrar la puerta.

—Al castillo —respondo.

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