Capítulo 34

128 8 0
                                    

Nuestro plan de pasar la noche en un hogar no se cumplió. Llevamos media hora caminando en la oscuridad.

No le temo a la oscuridad, nunca lo hice, pero al parece Anya si le teme.

—¿Estás bien? —pregunto observándola.

—Si, solo... solo es que le temo a la oscuridad — dice mirándome.

—No te preocupes, no pasará nada — digo tocando su hombro .

—¿Podemos tomar asiento? Es que estoy muy cansada — dice Alena.

—Si — digo para enseguida sentarme y apoyar mi espalda en un árbol.

Anya se sienta al lado derecho y Alena al lado izquierdo.


(...)

Abro mis ojos y al hacerlo me doy cuenta de que amaneció y nos quedamos dormidas.

—Chicas — digo tocándolas.

A los segundos habrán los ojos.

—Nos quedamos dormidas — dice Anya.

—Tenemos que seguir caminando — dice Alena.

—Si— digo. Las tres nos ponemos de pie.

Limpio mis manos que tienen pasto para enseguida empezar a caminar.

—¿Siempre has vivido ahí?— pregunto mirándola.

—Si, no conozco otra vida que no sea esa — responde mirando sus manos.

—Será un agrado tenerte en el castillo. Te enseñaré todo. Será genial — le sonrió a lo que ella también me devuelve una sonrisa.

—¿Usted tiene un hijo? — le pregunta Anya a Alena.

—Si. Se llama Lev y es mayor que Irina — dice Alena.

—¿Y tienes algún prometido? Irina — pregunta cambiando de tema Anya.

—No — miento.

—Eres muy bonita, deberías tenerlo — dice ella mirándome.

—Gracias —le sonrió —Tú también eres muy hermosa.

—Nunca e tenido un prometido porque nunca e conocido a ningún chico — me cuenta ella.

—Cuando lleguemos conocerás a mucha gente, incluso de aburridas — le cuento a lo que ella se ríe.

De repente escuchamos cabellos y carrozas a lo lejos.

—Tenemos que escondernos — dice Alena.

—Si — respondo.

Busco rápidamente con la mirada un lugar hasta que veo unos arbustos bastante grandes.

—Vamos — digo tomando mi vestido para enseguida correr hacia allá con ellas.

Tengo tanto miedo de que ellos nos descubran y nos lleven de nuevo a ese lugar y torturen a una chica como Anya.

El ruido se escucha muy  cerca. Levanto un poco mi cabeza para observar los carruajes , los carruaje pasa en frente de nosotras, pero al ver la parte trasera lo reconozco.

—¡Esperen! — gritó saliendo de los arbustos y me detengo en el camino —¡Somos
nosotras!

Los carruaje se detiene las chicas se posicionan  junto a mi.

Del primer carruaje se abre la puerta y veo a Fredek y Lev.

—Fredek— sonrió de lo feliz que estoy.

—Irina — solo dice el sorprendido.

Corrí hacia el y me aprieta en sus brazos.

—Pensé que jamás te volvería a ver — digo llorando felicidad en el abrazo.

—Casi me morí al creer que no te encontraría a ti y Alena — me dice en el abrazo.

Veo que Alena se separa de Lev, entonces en acero a Lev y Alena a Fredek.

—Te extrañe tanto — dice para enseguida acercarse y a trazarme fuertemente.

—No sabes cuánto te extrañé a ti — le susurro en el oído.

—Te amo — me susurra el y todo mi cuerpo se estremece.

— Yo también — susurró en su oído para enseguida separarme de el.

—Ella es Anya — la presento a los chicos —Su abuelo dio la vida para salvarnos de los turcos.

—Estamos en deuda de por vida contigo —le dice Fredek.

Anya solo se sonríe.

—¿Y donde están las demás? Deseo verlas — pregunto con emoción.

—Pensamos que iban a estar con ustedes — dice Lev.

—¿Que? —pregunto con miedo —¿No están con ustedes?

—No — niega Fredek moviendo la cabeza.

— Alena está muy cansada entonces les dije que siguieran y que nosotras las alcanzaríamos — le cuento. La cara de Fredek cambia completamente .

— Hay que encontrarlas — dice Alena.

Alena  se sube al carruaje junto a Fredek y Anya, Lev se va junto a mi.

Lev cierra la puerta del carruaje y enseguida empieza a andar.

— ¿Petrov está bien? — pregunto mirándolo.

—Si, ahora solo se está recuperando —responde el.

—Lev, estaba tan triste al creer que no te volvería a ver —tomó su mano.

—Irina eres el amor de mi vida — dice mirándome a los ojos.

—Trate de olvidarte, pero no pude — digo sonriéndole.

—Ahora hay que contar a las chicas y irnos a vivir tranquilos — besa mi mejilla.

Apoyo mi cabeza en el hombro de él.

El carruaje no se a detenido hace media hora porque necesitamos encontrar a las chicas.

De repente el carruaje frente bruscamente,

Con Lev intercambiamos miradas, el toma su espada que se encuentra a su lado izquierdo.

—Quédate aquí— dice mirándome a lo que yo asiento con la cabeza.

El abre la puerta y asoma su cabeza hacia afuera para enseguida salir.

—¿Quien eres tú? —escucho que le pregunta Fredek.

—Señores — dice el y reconozco su voz.

Salgo rápidamente del carruaje.

—Belma— digo mirándolo.

Realeza prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora