Capítulo 27

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Nos llevan por los pasillos hasta llegar al gran salón donde hay algunos cuerpos con charcos de sangre y en un rincón se encuentran Fredek, Lev, Petrov y Maurice.

—Rey Fredek no nos dijo que tenía una hermosa esposa — dice tocando la cara de Angéle a lo que Fredek trata de ponerse de pie, pero un hombre lo detiene —Y una muy bella hermana.

El hombre me toma de la cara, pero le escupo.

—No sabía que las princesas escupían — dice limpiándose la cara.

—¿Que quieres? — le pregunta Fredek.

—Lo que nos pertenece — dice el hombre estirando sus manos.

—No hay nada que les pertenezca — dice Lev metiendo se en la conversación.

El se ríe y se acerca a donde están mi hermano y Lev, se agacha quedando frente a frente de los dos.

—Fredek te ves muy joven para ser rey — dice tocando su hombro a lo que el lo quita bruscamente, enseguida mira a Lev — Tú debes ser Lev, el bastardo del rey. Ustedes son muy famoso en Turquía.

—Claro, somos la realeza — dice Lev con una sonrisa.

—No son famosos por eso, son por ser farsantes — dice a lo que la expresión de Lev cambia.

—¿Quién eres? — preguntó.

—Soy Osman Arslan, el primer hombre de nuestro sultán Azad — responde el.

—Así que el sultán Azad — dice Fredek — A su sultán le gusta los conflictos al parecer.

—No — dice Osman pasando su mano por la espada —Solo quiero lo que se les fue arrebatado.

—Entonces su rey tendrá que esperar porque no le daremos nada — dice Fredek.

—Entonces nos llevaremos a las bellas muchachas hasta que nos entreguen lo que nos pertenece —  dice el hombre poniéndose de pie para enseguida agarrarme fuertemente del brazo y hacerme caminar.

—No — Petrov se pone de pie y trata de ayudarnos, pero un hombre le entierra su espada.

—Petrov — solo soy capaz de decir.

No puedo creer lo que mis ojos ven.

Mi cuerpo no camina por si solo así  que el hombre me tiene que tirar a la fuerza para poder avanzar.

—Chicas  no se preocupen las traeré — escuchó decir a Fredek para después salir del salón.

Los hombres nos tiran y salemos del castillo en donde afuera nos esperan varias carrozas.

—Ustedes... bellas damas — nos señala Osman a Angele y a mi  —Iran junto a mi. Deberían sentirse privilegiadas.

El hombre nos hace subirnos al carruaje para enseguida cerrar la puerta, entonces el carruaje empieza andar.

—Irina Ivanok . Angele Fablet, la hija de Adolphe y Aline — dice mirándola —Tus padres deben estar muy orgullosos de que te hayas convertido en reina.

— No te interesa si mis padres se sientan orgullosos — le dice Angele.

—Son tan Bellas como un diamante — dice el hombre y su mirada me produce nervios —Prometo que a ustedes bellos diamantes no les haré daño.

—¿Donde vamos? —preguntó.

—A un lugar a esperar que tú hermano nos de lo que pertenecemos — dice el serio.

—Juro que si le haces algo a alguien no tendré piedad contigo — digo apurándolo con mi dedo índice.

—Veo que la hija de Dimitri no le teme a nada — dice Osman con una sonrisa —Me encantaría casarme con una mujer así.

—Yo nunca me casaría con un hombre como tú — digo con una mueca de asco.

— Eres tan bella— dice tratando de tocar mi mejilla, pero yo golpeó su mano.

—No vuelvas a hacer eso — digo entre dientes.

—Tenían razón con lo que se decían — dice Osman.

—¿Que? — preguntó.

—Que eres la mujer más bella que a habido — me sonríe el—Podrías dejar este país inmundo e irte conmigo, allá no te faltará nada — dice mirándome.

—Prefiero morir a irme con un turco inmundo como tú — lo miró con asco.

—Entonces será su fin, los rusos caerán — dice el hombre.

El carruaje se detiene entonces eso significa que hemos llegado al lugar.

La puerta del carruaje se abre y el hombre nos hace bajarnos, al bajarnos mi vista de va al gran castillo. Este castillo se me hacía familiar.

—Este es el castillo de los Kozlov — digo mirando al hombre.

—Digamos que me deshice de ellos — me da una media sonrisa para luego empujarme para caminar hacia dentro.

Al entrar el nos reúne en lo que parece la sala principal del castillo.

—Bueno bellas damas — dice el hombre mirándonos —Su estancia aquí durará hasta que se cumpla lo que pedimos. No intente nada porque o si no verán las consecuencias, tienen la libertad de caminar por todo el castillo, pero tengo guardias en todos lados.

El hombre se va dejándonos a nosotras.

—Vamos — digo haciendo un gesto con la mano para caminar.

Frente a nosotras se detiene un hombre de aspecto... inofensivo.

—Hola — nos saluda el chico con una sonrisa.

—¿Que quieres? — le pregunta Selene.

—Soy el encargado de guiarlas por el castillo y decirle sus habitaciones — dice el hombre —Por cierto soy Belma. Síganme.

Nosotras seguimos al hombre el cual camina por varios pasillos para enseguida detenerse en uno.

—Pueden elegir su cuarto.

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