Capitulo 18: Tus respuestas y dolores

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-Lo que tenga que pasar... pasara- le dije al cachorro.

Me levante después de un largo abrazo con él, agarre las bolsas desparramadas por el piso y empecé a llenarlas de mis pertenencias.

El cachorro me siguió por toda la casa mientras guarde todas mis ropas y pertenencias.

-Bueno, eso es todo- limpie mis manos en mi vaquero y observe mis tres grandes bolsas de consorcio en el sofá.

Entre al baño y me duche con rapidez. Me vestí con el mismo vaquero pero antes de ponerme mi remera, sentí aquel familiar dolor en mi hombro derecho, me detuve a verme en el agrietado espejo, mi respiración se acelero, aquel sabor de sangre en mi boca volvió y el temblor de mi única mano aumento.

-Estoy bajo el agua – le dije a mi reflejo.

Recorrí con mi mirada mi hombro derecho y golpee al espejo agrietado, haciendo que se rompiera en pedazos y manchando el lavamanos con salpicaduras de mi sangre. Abrí el grifo y deje el agua correr, llevando la sangre con ella. Pase mi boca por mi mano izquierda lamiendo mi sangre y quitando los fragmentos incrustados, escupiéndolos en el lavamanos.

Sonriendo al sentir como el temblor de mi mano izquierda disminuía y el dolor físico se hizo presente.

-Todo fluirá como debe serlo- repetí sus palabras, al ver mi reflejo en los pedazos rotos de aquel espejo bajo el agua del grifo y me termine de vestir. Me lave la cara, quitando la sangre de mis labios y remoje mi mano un poco.

Entre a mi cocina vacía, me acuclille frente a mi mini-heladera y pase mi mano temblorosa, dejando pequeños rastros de sangre. La abrí, empaquetando y guardando todo la comida que está adentro en una bolsa mediana negra.

Mire alrededor de mi casa ya vacía y después a mi mano cubierta de sangre. Suspire al ver como la sangre cae al piso, me coloque mi brazo derecho y dejando marcas de mi sangre en el. Abrí una de las bolsas negras y busque una de mis pocas sabanas, cada cosa que toque con mi mano izquierda se mancho pero no le di importancia. Cuando la encontré, rompí un pedazo de ella con cuchillo en la cocina, me envolví la mano y la tela se oscureció con mi sangre a los segundos.

Desenchufe mi mini heladera y la levante. La lleve hasta afuera, cerré la puerta asegurándome que el cachorro no salga y camine con ella hasta el edificio departamental de León.

Al estar en las puertas, toque el timbre del tablero y espere pero nadie contesto. Esto se me hizo raro.

"León siempre contesta a la primera ¿El soldado llego primero? ¿Tuvo problemas con él?"

Pensé en esa posibilidad, toque el timbre de nuevo y espere con un poco de impaciencia.

-¿Ho...? ¿Hola? ¿Quien...quién es?- una voz femenina entrecortada y pausada hablo por le parlante.

-Vengo a ver a León- conteste frunciendo ligeramente mi ceño.

-Bueno, espere un rato- escuche unos murmullos en el parlante y la voz femenina sonó molesta en varias ocasiones.

Deje la mini-heladera en el piso y me apoye en la pared al lado del parlante con un bufido.

-Puede pasar. Perdón por hacerla espe... ¡Basta!- me tape los oídos al escuchar su chillido y suspire al sonar el pitido que indica que la puerta está abierta.

Volví a levantar la mini-heladera y entre.

Al pasar por esa puerta, la mujer de edad, bien vestida, me miro fijamente y después a mi mano cubierta por ese pedazo de sabana.

LAS COSAS RAMDON Y TODO LO DEMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora