Los rayos del sol iluminaban el rostro de Bulma pero ni así la adolecente se despertaba. Su cara ya se encontraba quemada por los rayos, la adolecente se movía de lado a lado en la pequeña colchoneta. Poco a poco empezaba a abrir sus ojos lastimados por la claridad. Lentamente y con toda la paciencia del mundo volteo a ver su reloj que marcaban las 6:40 a.m.
-No puede ser llegare tarde a mi primer día de clases-gritaba Bulma levantándose de su cama de golpe chocando con algo lo que venía siendo su uniforme junto con una nota en la cual le explicaban las direcciones que tomaría, los trenes y un pequeño mapa.
Rápidamente y después de 8 minutos un record mundial para Bulma ya se encontraba arreglada, cambiada y maquillada frente a un pequeño espejo. El uniforme era el clásico uniforme Japonés una playera blanca, chaleco negro oscuro, una extraña corbata roja, falda escolar negra, calcetas negras hasta la rodilla y unos zapatos que no eran de su medida.
Llevaba aplicado el maquillaje muy ligero con solo Rímel en los ojos, una máscara es sus pestañas haciéndolas más largas y rizadas y un poco de brillo labial, su cabello largo hasta la cintura el cual la enorgullece siendo liso y sensual con una Tiara de piedras de color plata.
-Perfecta parezco toda una princesa rockera- se decía a ella misma antes de salir corriendo de su pequeña habitación, bajando las escaleras llegando al Restaurant chocando con una anciana compradora -Gomen- le decía Bulma antes de seguir corriendo. La anciana molesta la golpeaba con su bolsa sin importarle sus disculpas y la prisa que llevaba.
Se sentía completamente rara caminando por las extrañas calles rodeada de gente extraña y diferente a ella. Muchas chicas que caminaban alrededor de ella no dejaban de mirarla algunas con asombro y la mayoría con desprecio.
Entro al enorme edificio que sería su nueva escuela, preguntaba por la dirección de su salón enseñándoles un papel pero nadie se molestaba en ayudarla. Siguió caminando hasta llegar al salón que se encontraba numerado en su hoja, la maestra se encontraba en plena clase.
Bulma entro y le dio la hoja de papel a la maestra ella asentía la cabeza y la hizo tomar asiento en la fila de adelante. Sus futuros compañeros no dejaban de mirarla cuchicheando entre ellos.
Para la suerte de Bulma pronto se llegó la hora del receso, no sabiendo la dirección decidió solo seguir a uno de sus compañeros. Llego a la gran Cafetería siguiendo la fila para llegar a la comida. Cuando por fin llego toda la comida era completamente extraña para ella escogió la que menos le daba náuseas, la que se miraba más apetitosa, agarro una botella de agua y se salió de la fila mirando a su alrededor. Todas las largas mesas se encontraban ocupadas repletas de adolecentes platicando, gritando y comiendo su comida. Estos eran los momentos que la hacían extrañar su hogar. Encontró una mesa y se sentó ahí alejada de todos.
-Bulma te estaba buscando por todo el lugar-decía Milk sentándose a un lado de ella, seguida de Goku y Krillin. Enseguida los recién llegados a la meza empezaron a comer, mientras que Bulma solo jugaba con su comida, picándola con los palillos uno en cada mano.
-¿Te comerás eso?- le preguntaba Goku apuntando al Pollo Teriyaki. Bulma le empujó su plato quedándose solo con su botella de agua.
-Escucha Bulma y pon mucha atención-le decía Milk. Mientras Bulma asentía aburrida.
-Estás viendo a ese grupito de a ya- le decía Milk apuntándole a un grupo de chicos y chicas que se encontraban llamando la atención por sus risas y gritos además de todos ser muy guapos.
-Si-decía Bulma una vez más aburrida hasta que entre ese grupito miro al chico de ayer el idiota que al parecer vendía drogas además de ser su secreto besador.