Capítulo 2.

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La rubia sintió un fuerte splash en toda la cara, y antes de estar del todo despierta, estaba ya levantada de la cama corriendo hacia el baño a toda velocidad, cerrando la puerta detrás de ella y cayendo al piso, frío, duro. Un cosquilleo invadió su cuerpo. Aquí vamos otra vez, se dijo.

Pero era la vida que le tocaba , ¿qué más podía hacer? No había forma de impedirlo. Había nacido así, vivía así y moriría así. Reglas son reglas. Riesgos son riesgos. La vida es la vida.

Y el deber es el deber. No se le puede escapar.

Y si se le escapa, se pierde.

Y aquí venía la discusión que se estaba volviendo diaria. Un Adrianne, ¿qué pasó?, un ya te he dicho que odio que me despiertes así como respuesta, y otros intentos de excusas para no tener que decir la verdad.

La verdad.

La verdad era que Adrianne deseaba ya no tener que ocultar esa verdad dentro de sí, deseaba gritar quién era ella a los cuatro vientos, deseaba terminar con esa interminable vida llena de mentir, mentir y mentir. Algo dentro de ella gritaba para poder salir a la luz. Ya no quería tener que ocurlarlo. No más.

Pero había que ocultarlo, ¿qué más se podía hacer? Ya le habían dicho millones de veces el mismo rollo: que la gente no entendería, que debían mantenerse ocultos, que no querían que toda su especie terminara en un laboratorio, etcétera, etcétera. Se sabía de memoria ese discurso. Estaba grabado en su cabeza, a fuego, lo recordaba más que su propio nombre.

Y comenzaba así la rutina diaria, levantándose, a veces por cuenta propia, otras veces por la torpeza de su compañera de cuarto, quien, por cierto, parecía tener algún problema de memoria, por todas las veces en las que Brooke le repetía que no la despertara así; luego llegando tarde a tomar el bus, y, por ende, llegando tarde a la universidad, . Después, en cada momento posible, tenía que observar al chico, el moreno, ese que tanto odiaba espiar por el hecho de que era otra de sus cuantas obligaciones, pero que también amaba por la vista.

-Srta. Brooke, otra vez tarde. -la voz de la profesora, Furtwängler, sonó en sus oídos, pegajosa, molesta, perforándolos. Sin embargo, la rubia agradeció haber llegado tarde: no quería tener que oír esa odiosa voz toda la mañana.

¿Quién querría? se dijo.

Y en parte, era cierto. Nadie quería. La clase de idiomas era obligatoria en toda carrera, había tres opciones: inglés, alemán o francés. Ella optó por alemán. Pero con Frau Furtwängler, era imposible. Además de ser exigente, tomaba examen casi todas las clases, hablaba rápido y rara vez decía algo en español, haciendo la clase, que ya era difícil, aún más complicada. Se sentía como si te sentaran en una silla con clavos y te ataran a ella con cadenas. Horrible.

Pero Brooke ya estaba por las lunas de Valencia, como siempre. Lo único que pasaba por su mente eran preguntas, dudas, y quejas. ¿Porqué llevaba esa vida? Una obligación. ¿Porqué vivía en tierra y llevaba la vida de una humana? Una obligación. ¿Porqué no estaba en ese momento en casa, con su hermana, pasándola bien? Una obligación. ¿Porqué tenía que hacer todo lo que odiaba? Una obligación.

¿Porqué escuchó por primera vez lo que Frau Furtwängler decía?

-Klasse, stelle ich einen neuen Schüler. Sein Name ist Zayn Malik und ab heute wird mit uns sein. Zayn, gehen Sie sitzen mit Adrianne, bitte.

Y lo que era peor, ¡¿porqué lo entendió?!

Clase, les presento a un nuevo alumno. Su nombre es Zayn Malik y desde hoy estará con nosotros. Zayn, ve a sentarte con Adrianne, por favor.

Más azul que el mar ©️[mermaid au] [zayn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora