Zayn corría tan rápido como sus pies se lo permitían, y tal vez un poco más. Esto no podía ser el final, no entendía como había pasado. El viento iba en su contra, sus zapatos llenándose de arena. No podía dejarla ir, no podía, no debía. ¿En qué momento se había puesto el mundo de cabeza? ¿Porqué?
Era como si nadie los comprendiera. ¿Es que nadie se había enamorado alguna vez? ¿Es que nadie comprendía su dolor? ¿Porqué les hacían esto? ¿Es que nadie se daba cuenta de que ella significaba todo para él? Le significaba felicidad. Le recordaba a un amanecer cálido, acompañado de una brisa suave, abrazándolo. Le recordaba a un frío día de invierno, tapado de mantas, en su cama, tomando un chocolate caliente y leyendo un buen libro. Le recordaba a las hojas de otoño, acariciando lo que encontraran. Le recordaba a todo lo hermoso de la vida. A eso hermoso que acabaría pronto, porque ella pronto ya no estaría.
Su amor se volvía cada vez más fuerte. Y ella era suya. Era suya. ¿Porqué querían arrebatársela? Ellos no habían hecho nada peligroso contra el mundo. Y si amar era un crimen, eran completamente culpables, ¿pero qué tenía de malo?
¿Porqué era amar un crimen? ¿Qué clase de mundo se había vuelto este?
Y ahí estaba ella, tan irresistible en su vestido blanco, mirando el mar, probablemente pensando qué le quedaba ahora. Y se veía tan hermosa. Sus lágrimas, corriendo por su cara, la hacían aún más linda. Sus cabellos, alborotados y sin peinar, la hacían tan preciosa. Y sus ojos. Sus ojos eran irresistibles. Tan azules, más que mil zafiros, más azules que el mar. Ella, tan ella.
Se acercó a ella. La única vez que había llorado tanto había sido una, al morir su abuelo.
Esta era la tercera, porque había derramado tantas lágrimas, que no contaba como una sola.
Se sentó junto a ella, sus pulgares jugando entre sí. El silencio era tan aturdidor, el contacto tan lastimoso. No dijeron una sola palabra por un rato, hasta que Adrianne rompió el silencio.
-Voy a extrañarte más que a nada.
Zayn se limitó a mirarla. Intentó decir algo, pero todo lo que salió de su boca estaba roto y atropellado.
-Te juro que quiero morir ahora mismo. -dijo, con la voz quebrada.
-Yo también -confesó ella.
Las olas golpeaban contra las rocas y la arena, el único ruido presente en el momento. No había nada más. Y probablemente nunca lo hubiera. Porque ahora todo lo que tenían era el uno para el otro, y eso no duraría mucho.
-¿No podemos hacer nada, no?
-No creo. -dijo ella.
Una pequeña luz se encendió en el corazón de Zayn. Porque él aún la amaba, y sabía que ella también, y por más que los separaran, seguirían juntos.
Y así sería.
Porque por más que el Sol y la Luna nunca se vieran, estaban en el mismo cielo. Por más que la tierra y el mar estuvieran separados, se tocaban apenas en la orilla. Por más que los separaran, ellos seguirían juntos. No podrían separarlos ni los dioses del Olimpo.
Porque ellos eran uno solo.
- Creo que hasta Romeo y Julieta tuvieron más suerte. -dijo ella, con la voz cortada.
Zayn y Adrianne estuvieron hablando por unos diez minutos, con los ánimos por el suelo, intentando disfrutar sus últimos momentos juntos, ese premio consuelo que no consolaba a nadie. Porque por algún motivo, la mayoría de las personas llegan a deprimirse tanto que no ven la mitad llena del vaso. No quieren respirar el poco oxígeno que les queda. No quieren vivir sus últimos minutos. No quieren ser.
Aunque la mitad llena de ellos aún estuviera ahí.
-Adrianne, tenemos que irnos -dijo Darya.
Entonces Adrianne se levantó junto a Malik. Se dieron un último beso de despedida, lleno de lágrimas, largo como la eternidad. Indescriptible en mis maneras. Porque algunas cosas solo pueden ser sentidas. Y porque algunas solo están ahí. Por siempre.
-Nunca me iré -dijo ella, en su oído. -. Quiero quedarme en tu corazón.
-Sólo si me dejas quedarme en el tuyo. -respondió él.
Y ahí fue el último beso. Único, como ninguno. Y llorando, la rubia se alejó, y se adentró en el mar.
Pero esto no era un adiós.
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Más azul que el mar ©️[mermaid au] [zayn]
Fanfic«Y ahí estaba ella, tan irresistible en su vestido blanco, mirando el mar, probablemente pensando qué le quedaba ahora. Y se veía tan hermosa. Sus lágrimas, corriendo por su cara, la hacían aún más linda. Sus cabellos, alborotados y sin peinar, la h...