Nos encontrábamos en la puerta del templo Derek este más que ansioso por entrar dentro. Dando vueltas alrededor de la entrada del templo nos damos cuenta de que la puerta no abre si no es con un collar, que según me cuenta Derek es el corazón del mar.
No sé qué era el corazón del mar y menos sabía cómo encontrarlo, «oficialmente estábamos atrapados».
—No se te ocurre ni una sola idea de cómo podemos entrar —comento Derek palpando nuestra única vía de acceso, pero esta no se habría.
Derek intento abrirla puerta con tierra pero no pudo, yo intente hacer el esfuerzo pero tampoco pude. Obligatoriamente necesitamos el corazón del mar. Tiro mi mochila con enojo hacia un lado del templo, al caer esta hace un sonido particular como si un pedazo de plata hubiese caído. Miro a Derek y este mira a mí, nos acercamos a la mochila y la reviso al tomarla en mis manos.
Rebusco en la mochila y en el fondo de esta y veo un collar, el collar era una luna menguante que en su interior tenía un zafiro incrustado.
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—Derek, mira la forma de donde hay que incrustar la piedra —le digo y este sale corriendo hasta la entrada del templo y desde allá me hace señas de que es la misma.
Me acerco hasta la ranura y pongo el collar en su lugar, luego, la entrada comienza a brillar con una tonalidad azul claro que de tan solo mirarlo te podría dejar ciego.
Derek no pensó mucho en lo que podría ver detrás de la puerta, pero este entro sin importarle nada y yo le seguí, al principio la entrada era como una cueva rocosa para luego convertirse en un paraíso acuático, dentro de esta se encontraban cascadas de una altura monumental.
Subimos por unas escaleras de piedra hasta llegar hasta nuestra primera sala para enfrentarnos a nuestro primer enemigo.
[...]
Entramos en una habitación en la cual tenía vegetación y escalones de roca con un poco de moho en estos, en la parte alta se encontraba una puerta en forma de arco y de esta bajaba una cascada.
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