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Capítulo uno:
Diabólicamente atractivo.

Hoseok apagó la televisión, donde la conductora del noticiero nocturno informaba acerca del nuevo asesinato cometido por "El payaso asesino". Esta vez la víctima fue el escritor Kim Hoon, quien fue hallado en su sala de estar, su cuerpo sin vida amarrado en el sofá. Como siempre, la conocida y confusa firma del asesino tatuada a cuchillo en la frente de la víctima.

—Ese tipo es un psicópata — murmuró el joven mientras se servía un vaso de jugo de naranja.

—Claro que lo es, es un asesino, todos los asesinos son psicópatas— comentó Jin, su compañero, ingresando en la habitación mientras terminaba de abotonar la camisa de su uniforme.

Hoseok y Seokjin eran guardias de prisión, se habían conocido en la academia de policías y habían sido compañeros desde entonces. Luego, cuando fueron reasignados, ambos amigos se las arreglaron para conseguir los mismos horarios.

A pesar de eso el nuevo puesto no les agradaba para nada. Claro, la paga era inmensamente mejor y el horario también lo era, pero tener que quedarse en aquel lugar lúgubre y succionador-de-almas y vigilar asesinos en serie y violadores no era el puesto mas solicitado por los policías, pero no habían tenido otra opción.

—Vamos— lo apuró Jin desde la puerta, una mueca desgasnada plasmada en su rostro mientras sostenía la puerta abierta para su mejor amigo.

『🔪』

La prisión de Seúl era un lugar tétrico y espeluznante. Podía hacer un calor digno del infierno en el exterior, pero la atmósfera gélida siempre permanecería en el interior de la edificación. Aquel lugar era, para Hoseok, lo mas parecido a una versión real de Azkaban, casi podía sentir a los dementores paseando por el lugar y robando sus recuerdos felices, dejando atrás desolación y dolor.

Casi se podía oler la desesperanza y muerte flotar en el aire, e incluso las ratas y cucarachas huían de aquella sombría edificación.

Aquella prisión era el hogar de los mas peligrosos criminales, lo cual le daba a Hoseok otro motivo para odiar y temer entrar a aquel lugar. Asesinos seriales y criminales atroces eran los que yacían allí, aguardando a una muerte solitaria y penosa, en las mas sucias y deplorables condiciones.

Hoseok sentiría pena por aquellos miserables si no supiese los terribles crímenes que habían cometido para acabar allí. #Definitivamente se merecen estar en este deshumanizante lugar#, era lo que Hoseok se decía cuando un pequeño halo de pena se filtraba en su corazón al ver las pesimas condiciones de las celdas y baños.

—Demonios, este lugar me da escalofríos — comentó Seokjin mientras hacían una de sus típicas rondas por los pasillos que guiaban a las celdas.

—Tambien a mi— coincidió Hoseok, mirando con nerviosismo a los presos que descansaban en sus celdas, durmiendo.

Lo único peor que trabajar en aquella prisión, era trabajar en aquella prisión durante el turno nocturno, que era justamente el que Hoseok y Seokjin tenían aquel mes. Y todo debido a un altercado que había dejado gravemente heridos a dos de los policías que habitualmente se encargaban de aquel turno, lo que no hacía mas que aumentar los nervios de Hoseok.

Porque las revueltas y altercados entre prisioneros se encontraban a la orden del día al ocultarse el sol, cuando los guardias estaban mas nerviosos y apresurados por meterlos en las celdas.

El turno de la noche era peligroso, y eso asustaba a Hoseok como el infierno, y lo hacía cuestionarse porqué había querido ser policía en primer lugar, si él era como un pequeño animalito asustadizo.

O eso era lo que sus amigos decían.

Afortunadamente para el joven, aquella noche transcurrió tranquila y sin incidentes, o al menos hasta la una de la madrugada, cuando una enorme y ruidosa conmoción en alguna parte de la prisión despertó a los presos y causó un gran revuelo.

Inmediatamente ambos comenzaron a correr en dirección a los gritos, armas en mano y listas para disparar, sus corazones latiendo desbocados, bombeando miedo y adrenalina a través de sus venas.

A sus costados, los presos gritaban y armaban gran alboroto, insultándolos al pasar y escupiendo en su dirección.

A medida que se acercaban al lugar del conflicto, los gritos se hacían mas y mas audibles. Hoseok se quedó estático al oír las palabras "atraparon al Payaso asesino" y no fue capaz de moverse de su lugar, su pulso descendiendo de repente a niveles peligrosos mientras veía un tumulto de policías arrastrando a una persona.

E iban en su dirección.

Se quedó petrificado mientras el grupo pasaba forcejeando a su lado, un joven que no parecía mucho mas grande que Hoseok, en el medio, luchando con dientes y puños contra los uniformados. Y Hoseok se encontró a si mismo mirando fijamente al hombre, porque había algo acerca del muchacho que lo había dejado hipnotizado, hechizado, incapaz de apartar los ojos de él. Quizás era el hecho de que parecía poseer una fuerza inhumana o que sus ojos lucían demoníacos, negros como la maldad pura, aunque eso quizás solo era la imaginación de Hoseok, estimulada por los fantasiosos comentarios que había oído acerca de él. Fuese lo que fuese, era incapaz de dejar de mirarlo.

Se estremeció cuando aquel joven clavó sus desquiciada mirada en él, pero aún así no rompió el contacto visual. Y a pesar de estar mirando al mas temido asesino de la década, o tal vez del siglo, Hoseok no pudo evitar pensar que el joven era condenadamente, casi diabólicamente, atractivo.

Y ese pensamiento asustó a Hoseok, tanto, que salió corriendo del lugar en un intento por escapar de los terroríficos ojos del asesino, sintiendo aún así su mirada quemándole la espalda mientras huía.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora