VII

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Capítulo siete:
Moralmente incorrecto.

Cuando tres meses pasaron, fue imposible para Hoseok continuar ignorando lo que sentía. Se había enamorado de Yoongi, y el solo pensamiento lo aterraba hasta la médula.

Él, Jung Hoseok, un moralmente correcto policía, se había enamorado perdidamente del asesino mas aterrador de la década.

Se dejó caer en su cama con pesadez, sus manos cubriéndole la cara mientras dejaba salir un sollozo. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo podía seguir viendo el maltrato que ejercían sobre Yoongi ahora que comprendía lo mucho que lo amaba? ¿Cómo podría soportar su compañía sin sonrojarse o ponerse nervioso?

Los sollozos aumentaron de volumen y cantidad al sentir la desesperación de un amor sin futuro. Porque Yoongi tenía cadena perpetua, y Hoseok sabía que solo era cuestión de tiempo para que los policías se hartaran de la actitud arrogante y prepotente del asesino, y se encargaran de desaparecerlo.

¿Qué haría él entonces, cuando aquello sucediese?

—Hobi— la voz alarmada de Seokjin se coló por su puerta, interrumpiendo sus lastimeros sollozos.

En cuanto el mayor vio el estado de su mejor amigo, corrió a su encuentro, estrechandolo en sus brazos y reconfortadolo, o intentando, con sus dulces palabras, sin preguntar ni cuestionar el motivo de su pena. Y Hoseok lo agradecía enormemente, porque ¿Cómo le explicas a tu mejor amigo que te has enamorado de un asesino?

『🔪』

Hoseok estaba desesperado, la realidad de su amor por Yoongi lo había golpeado con fuerza la mañana en que el asesino cumplía cuatro meses en aquel lúgubre lugar, cuando escuchó a dos policías hablar de la pronta recuperación de Choi. Parecía ser que el oficial esperaba con ansias su regreso, para poder vengarse del recluso que lo había enviado al hospital.

Y Hoseok temía por la vida de Yoongi.

Conocía a Choi Seunghyun lo suficientemente bien para saber que, luego de ser humillado por un joven de contextura mas pequeña, una pelea de puños no sería suficiente para él. Seunghyun torturaría a Yoongi, y Hoseok no estaba dispuesto a permitir que eso pasara. No sabía como lo haría, pero algo se le ocurriría para evitar que Choi se le acercara.

En eso pensaba mientras caminaba por el pasillo en dirección a la celda que ya conocía de memoria. Recién cuando estuvo frente a la puerta, todo pensamiento relacionado con Choi desapareció de su cabeza, siendo reemplazado por incontrolables nervios.

Últimamente, Yoongi y el se habían vuelto muy cercanos. Demasiado cercanos. Yoongi había comenzado a tumbarlo en la cama, para pasar incontables horas acurrucados en un cómodo silencio, sus piernas entrelazadas y los brazos de Yoongi a su alrededor.

Hoseok mentiría si dijese que su corazón no se desbocada al sentir el pecho de Yoongi contra su espalda, las manos de este repartiendo suaves caricias en su cintura, la tranquila respiración del recluso chocando contra su cuello. Lo enloquecía en sobremanera, y cada vez que se encontraban en aquella posición Hoseok moría de ganas por voltearse y unir los labios de ambos en un fogoso beso.

Recordó también aquel día en que Yoongi lo obligó a sentarse en su regazo, y se pasó horas acariciando su cabello y rostro, el cual se asemejaba a un tomate, y observándolo detenidamente, sin intentar nada mas.

La actitud de Yoongi sorprendía a Hoseok, el asesino actuaba y le hablaba como un sujeto normal, y si estuviesen en otra situación, Hoseok jamás creería que el joven que lo aguardaba en el reducido habitáculo era un criminal.

Pero lo que mas lo sorprendía, era el hecho de que Yoongi jamás había insinuado que quería algo con él ni había cruzado la línea. Claro, se acurrucaban juntos y Yoongi lo acariciaba levemente, pero mas allá de eso el convicto no daba señales de estar interesado física, o emocionalmente, en Hoseok. Y eso sacaba de quicio al policía.

Finalmente, se obligó a disipar los nervios lo mejor que pudo y, haciendo caso omiso a su propia voz en su mente gritándole que aquello era incorrecto, abrió la puerta, sonriéndole al pálido joven que aguardaba por él acostado en la cama, leyendo el libro que Hoseok había llevado de contrabando para él.

—Buenos días — pronunció, tan alegre como siempre, mientras se adentraba con el desayuno para ambos, no el asqueroso de la cafetería de la prisión, sino uno preparado por Hoseok.

—Buenos días, Corderito— respondió Yoongi, acompañando su voz (que ya no sonaba fría y carente de vida) con una sonrisa que casi hace que Hoseok se desmaye.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora