III

1.2K 237 15
                                    

Capítulo tres:
Cordero al matadero.

“Después de tanto tiempo temiendo por nuestra seguridad, el día de ayer a las doce de la noche la policía atrapó al maníaco Payaso asesino.

Nuestras fuentes nos informaron que la policía local recibió una llamada del afamado cirujano Lee Baehyo asegurando que el Payaso asesino iría tras él, ayer en la noche. La policía acudió en cuanto recibió el llamado, para encontrar al asesino en la escena del crimen, junto al cadáver desfigurado del doctor Lee.

Según el reporte forense, el hombre falleció a causa de un paro cardíaco causado por una auto-provocada sobredosis de somníferos, antes de que el asesino llegase a su hogar. La policía especula que, al ver que su víctima había cometido suicidio para escapar de él, el asesino estalló en ira y comenzó a golpear el cuerpo sin vida.

Todavía no se sabe cómo supo el doctor Lee que el asesino iría tras él, ni como elegía este a sus víctimas, sin embargo, el oficial Choi, quien estaba a cargo del caso, asegura que ahora que el asesino está tras las rejas, lograran llenar cada hueco vacío de esta sangrienta historia.

Y a pesar de que hasta ahora se ha negado a dar algún dato sobre si mismo, el oficial Choi especula que el asesino no tiene mas de veinticinco años...”

『🔪』

Hoseok esperaba, realmente deseaba, que no le tocase llevar la cena a aquel temible asesino, pero parecía ser que la suerte era una gran perra que tenía algo en su contra, porque cuando los policías, con un miedo inimaginable, habían hecho el sorteo para decidir quien sería el pobre bastardo que se encargaría de llevarle la cena al Payaso asesino, Hoseok había sacado la pajilla mas corta, y se había condenado en el proceso.

—Anda, acompáñame, hyung— pidió por centésima vez el menor, mirando con ojos suplicantes y aterrorizados a su mejor amigo.

—Lo siento, Hobi, eres como un hermano para mi y te amo, pero ese sujeto es escalofriante, un psicópata sádico de primera, y no pienso acercarme a él — fue la respuesta que dio Seokjin, apartando la mirada de su adorable dongsaeng en un intento por no rendirse a su tierno puchero y aumentando el nerviosismo de este con sus palabras.

Con un suspiro resignado, Hoseok dirigió los ojos a la celda que lo aguardaba al final del pasillo. Porque por supuesto que tenía que ser la celda mas alejada y aislada de toda la prisión, y por supuesto que Hoseok debería quedarse haciendo guardia toda la maldita noche, dejando que el miedo carcomiese todo su ser.

Con paso vacilante fue acortando la distancia con el temido recinto, su respiración acelerandose con miedo al tiempo que el sudor frío comenzaba a cubrir su cuerpo. Pronto, sus manos comenzaron a temblar, haciendo que la bandeja que llevaba temblara también, casi derramando el asqueroso contendido del plato en ella.

Cuando finalmente llegó a la puerta de metal que lo separaba del mas cruel y monstruoso asesino del que había oído hablar, Hoseok quiso largarse a llorar. Estaba jodidamente asustado, y quería salir corriendo de allí para ya nunca regresar. En sus veinticuatro años de edad jamás había estado tan jodidamente aterrorizado, y aún así se obligó a relajarse, o lo intentó, y abrió la ventanilla que le permitía pasar la comida al interior de la celda.

A diferencia de otros prisioneros, el Payaso asesino no tenía permiso para salir al patio o ir al comedor a almorzar o cenar, debía permanecer encerrado en la celda de confinamiento. Las órdenes estrictas eran no dejarlo salir a menos que fuese para una ducha o interrogatorios, y aún así debía ser acompañado y vigilado por el policía designado para custodiar su celda durante el día.

—O-Oye— la voz de Hoseok sonaba asustada e irregular, se veía como un pequeño e indefenso venado a la merced de un depredador— T-Tu comida está a-aquí.

Escuchó un ruido de pasos e, incapaz de moverse, aguardo en su lugar a que el prisionero tomara la bandeja. Cuando Yoongi estuvo frente a la puerta metálica, Hoseok fue testigo, una vez mas, de su enorme y hechizante atractivo.

Un asesino no debería ser tan condenadamente guapo.

—Así que este es el pequeño corderito que ha sido enviado al matadero — la voz del asesino (grave, rasposa y atractiva como su rostro) estaba cargada de burla y crueldad, carente de sensibilidad— Debo admitir que eres mas... bonito de lo que creí— agregó, lamiéndose los labios como si estuviese frente a un delicioso manjar.

Se suponía que eso era un cumplido, o eso suponía Hoseok, pero había algo en el tono que el asesino había utilizado que le había enviado un aterrador escalofrío a través de su cuerpo y lo había hecho retroceder.

Yoongi rió, visiblemente divertido por el miedo y nerviosismo del joven policía, y tomó la bandeja para regresar a su lugar, la rígida e incómoda cama que lo arroparía por las noches.

『🔪』

Con el paso de las semanas, Hoseok se acostumbró a los desconcertantes y escalofriantes cumplidos del asesino. Lo que lo descolocaba, sin embargo, era el hecho de que el joven aún conservaba la actitud cruel y petulante.

Generalmente los hombres que caían en aquel pozo de desesperación perdían todo rastro de superioridad al cabo de dos semanas, siendo esta reemplazada por un creciente sentimiento de desesperanza y desolación que doblegaba hasta al mas sádico.

Excepto a Min Yoongi.

Porque él se mantenía con aquella actitud que le daba un aura demoníaca y  que le ponía a Hoseok la piel de gallina, sin importar las circunstancias.

Hoseok lo había oído relatarle a los guardias encargados del turno diurno la forma en que los despellejaría, lo profundo que enterraría sus cuchillos en sus cuerpos, cuánto tiempo se tomaría para mostrarles el infierno en la tierra, para saborear la sangre en el aire, como si estuviese hablando de algo tan trivial como el clima.

El hombre era un tétrico y sádico asesino, cuya voz era tan oscura y atemorizante como la noche, y aún así Hoseok no podía evitar encontrarlo atractivo.

Estaba en una batalla moral consigo mismo, porque su mente le decía que estaba jodidamente mal encontrar apuesto al asesino mas temido de la historia coreana, pero parecía que eso no le importaba a su tonto corazón, el cual se desbocaba al ver las crueles sonrisas que su verdugo personal le dedicaba.

Hoseok estaba confundido y aterrorizado.

—Oye Corderito— lo llamó el asesino por aquel apodo que le había dado, desde el interior de la celda, la voz rasposa y dura, con un tinte de peligrosa sensualidad.

Las alarmas se dispararon en la mente del nervioso Hoseok, cuya presión cardíaca había aumentado desde que había sido asignado al recluso mas temido de la prisión.

Lentamente, con el corazón bombeando pavor, se acercó a la puerta y abrió la pequeña ventanilla.

—¿Q-Qué qui-quieres? — preguntó, inquietandose ante el silencio que le siguió a su pregunta.

Y entonces, repentinamente, el rostro del asesino apareció frente a él diciendo un simple "bu", sobresaltándolo y haciéndolo tropezar al dar un paso hacía atras. La macabra risa no se hizo esperar, y con los nervios completamente despiertos Hoseok se abalanzó hacia la puerta para cerrar la ventanilla.

Su corazón tardo mas tiempo del que le habría gustado en serenarse, pero los nervios no lo abandonaron hasta que las siete de la mañana llegaron y se encontró lejos de la espeluznante edificación, y de Yoongi.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora