XVIII

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Capítulo dieciocho:
La muerte nos liberará.

La temperatura parecía haber bajado diez grados en aquel lúgubre pasillo. El aire cargado de odio y tensión mientras ambos contrincantes se lanzaban furiosas miradas.

Min Yoongi ni siquiera se inmutó cuando el oficial Choi comenzó a caminar en su dirección, sus pisadas fuertes y determinadas, su rostro distorsionado en una mueca de terrible cólera. Sus ojos parecían estar inyectados en sangre, sus manos temblaban de furia.

Agarró a Yoongi por el cuello de su camisa, una sonrisa espeluznante formándose en sus labios al tiempo que llevaba su puño hacia atrás, listo para atacar.

Con horror, Hoseok observó como su amado no hacía nada por esquivar el golpe, colgando lánguido de la mano del oficial. Como si fuese en cámara lenta, vio el puño devastador de Choi comenzar a descender, e impulsado por su instinto, Hoseok se lanzó hacia adelante, cargando contra el que había sido su colega y liberando a Yoongi de su agarre.

A partir de entonces todo se volvió borroso para Hoseok. En un momento estaba tumbado sobre Choi, luchando por el control, y al siguiente se encontraba contra la pared, observando a Yoongi golpear sin parar al otro hombre.

Sus puños chocaban con fuerza contra el rostro del policía, produciendo un enfermizo sonido que retumbaba en el pasillo. La sangre manaba del rostro de Choi allí donde los afilados golpes del asesino lo habían cortado.

De pronto, el oficial Choi estaba de pie, y su enorme puño viajaba hacia el perfecto rostro de Yoongi, volteándolo con un estridente crujido.

Tomando ventaja de la situación, arremetió una y otra vez contra el sorprendido joven. Sus puños machacandolo sin descanso. Atormentado por la imagen, Hoseok atinó a ponerse de pie, antes de ser retenido por un brazo extraño.

Seokjin estaba a su lado, contemplando la sangrienta batalla con expresión horrorizada, parecía a punto de vomitar.

Y mientras Seokjin tiraba de Hoseok para ponerlo a salvo del fiero intercambio de golpes, el oficial Choi lanzó a Yoongi hacia atrás con una potente patada, desestabilizandolo lo suficiente para aturdirlo.

Inmediatamente se lanzo contra el asesino, derribándolo y clavándolo en el suelo con un puñetazo. Sangre manaba de ambos contrincantes, mezclandose en el suelo y tiñendo el frío cemento a sus pies.

Los puños de Choi continuaban descargando toda su furia contra el pálido cuerpo manchado de escarlata. La fuerza de su agarre en el cuello contrario manteniendo a Yoongi contra el suelo, inmovilizándolo e impidiendo que este se revelase.

Con impotencia, Hoseok observaba como su amado luchaba por liberarse del férreo agarre. Las lágrimas corrían por su rostro mientras forcejeaba con su mejor amigo en un intento por socorrer a Yoongi.

Y entonces, como si el cielo hubiese oído sus silenciosas plegarias, Yoongi derribó al oficial Choi de un certero golpe en la mandíbula. La sangre fluía libre por sus rostros mientras se escrutaban uno a otro, examinando a su oponente en busca del mas mínimo indicio de su próximo momento.

El tiempo parecía haberse detenido ante las feroces y calculadoras miradas, hielo y adrenalina corriendo a través de sus venas. La promesa de muerte grabada en sus semblantes. Ninguno abandonaría aquella pelea, hasta no ver el frío e inerte cuerpo de su oponente yacer en el suelo.

El oficial Choi fue el primero en hacer un movimiento, cargando contra el asesino y chocando de lleno contra el menudo cuerpo. Una vez mas, Yoongi estaba tendido en el piso, con el corpulento policía sobre él descargando duros puñetazos en su cuerpo.

Yoongi sentía la ira e impotencia consumir su interior, pues no comprendía porqué no lograba derribar al hombre. Después de todas aquellas muertes, no podía permitir que aquel policía de pacotilla acabara con su vida, no cuando eso significaba dejar a Hoseok a su merced. Porque él sabía que, de ser atrapados y él asesinado, todo se acabaría para su dulce corderito.

Ya ni siquiera lo hacía para finalizar su venganza, lo único que le importaba era sacara a Hoseok de allí y llevarlo lo mas lejos posible. Comenzar una vida de cero con el chico que hacía que su corazón latiese desenfrenado.

Entonces, los ojos de ambos se encontraron, y el corazón de Yoongi se estrujó al ver las lágrimas y miedo en los ojos de Hoseok. Lo único que quería en ese momento era alejar aquel inmenso dolor de su precioso chico, no podía permitir que aquella pelea lo siguiese dañando.

Con sus fuerzas renovadas por la nueva determinación, Yoongi logró voltear la situación a su favor. Habiendo su ira y miedo de perder a Hoseok tomado posesión de su cuerpo, derribó al oficial Choi como si este no pesase mas que una pluma. El brusco movimiento descolocó al sanguinario policía, quien de ahí en mas no pudo hacer mas que contemplar con impotencia como su cuerpo era brutalizado por el asesino.

Los puños de Yoongi impactaban una y otra vez en el pálido rostro, desfigurandolo de tal forma que habría sido difícil reconocer al hombre detrás de toda esa sangre, cortes y moretones. La mirada desquiciada del asesino estaba fija en la expresión de terror y dolor del hombre, cuyos alaridos enviaban escalofríos a los cuerpos de los dos espectadores acuclillados en un frío rincón.

Los brazos del policía colgaban flácidos a sus costados, sin fuerza para moverse y quitarse de encima al violento asesino. El insoportable dolor cruzaba el cuerpo del oficial Choi como si este estuviese siendo atravesado por dagas envenenadas, provocándole una agonía incomparable.

Yoongi contempló como la luz se escapaba de aquellos ojos que habían amenazado con lastimar a su corderito, pero ni siquiera eso hizo que su sed de venganza se apaciguara. Continuó machacando el cuerpo sin vida hasta tal punto que no quedo un centímetro de su piel que no hubiese sido marcada por sus furiosos puños. El miedo de que Hoseok le fuese arrebatado no permitiendole frenar.

Y a unos metros, temblando si cesar, se encontraba aquel corderito que había robado su corazón, contemplando por primera vez la demencia poseer el cuerpo de su amado. Seokjin, a su lado, temía por su vida y la de su mejor amigo, creyendo que en cualquier momento el asesino repararía en ellos y les diera el mismo final que al oficial Choi.

Pero eso jamás sucedió, porque en medio de su consternación había aflojado el agarre que estaba ejerciendo en Hoseok, quien al ver a su amigo desprevenido aprovechó para librarse de su agarre y correr hacia Yoongi.

El asesino sintió unas cálidas manos posarse en sus brazos y tirar de él con fuerza, mas no cedió ni un centímetro. Continuó atacando al helado oficial, el sonido de la carne siendo maltratada y sangre burbujeando bloqueando la aterrorizada voz de Hoseok.

No fue hasta que este tomó su rostro y estrelló sus labios con los ajenos que finalmente reaccionó, lentamente volviendo a la realidad, en la que el lloroso rostro de Hoseok se mostraba frente a él.

—¡Detente ya, Yoongi! Ya está muerto, debemos irnos— exclamaba la temblorosa voz que había estado gritando su nombre, sin ser oído.

Yoongi miro hacia abajo, dándose cuenta de que se había dejado llevar, y temiendo por primera vez que ya no hubiese vuelta atrás para él. Temiendo que su sed de sangre no fuese a abandonarlo nunca, que eso fuese todo lo que podía llegar a ser. Un asesino desquiciado.

Pero temiendo, sobre todo, que aquella violencia que bullía en su interior fuese a alcanzar a Hoseok algún día, y que su precioso corderito pudiese resultar lastimado.

—¡Ya vámonos, Yoongi!— gritó entonces Hoseok, tirando de su mano con fuerza y apartándolo del inerte cuerpo que se hallaba tendido en el suelo.

Con un último vistazo a su mejor amigo y un "lo siento" levemente pronunciado, Hoseok se marchó de aquel lúgubre pasillo, recibiendo una leve sonrisa y un asentimiento de parte de Seokjin.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora