XVI

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Capítulo dieciséis:
Sol y luna.

Sus corazones latían desbocados, amenazando con escaparse de sus pechos. Sus pisadas retumbaban en los silenciosos pasillos de la prisión, aquellos escogidos específicamente como ruta de escape por ser los mas desolados.

La actitud fría y calculadora de Yoongi había vuelto a tomar posesión de su cuerpo, con la determinación de cumplir su cometido impulsándolo. No permitiría que, después de todo el esfuerzo que Hoseok había hecho por él, los atrapasen. Iba a encargarse de salir de allí junto a Hoseok, y no dejaría que nada ni nadie lo impidiese.

Se detuvieron abruptamente al oír agitadas voces aproximándose apresuradamente por el pasillo en el cual debían girar. La respiración de Hoseok se atoró en su garganta al tiempo que Yoongi se adelantaba y se apoyaba en la fría pared de piedra, su semblante serio y su cuerpo listo para abalanzarse sobre quien sea que estuviese cerca.

El policía reconoció la voz del oficial Woo, mas no supo con quien estaba hablando hasta que ambos oficiales doblaron en la esquina del pasillo. Su sangre se heló y su rostro palideció al ver a su mejor amigo allí, con un rostro preocupado y apariencia agitada, la carta de despedida estrujada en su mano.

La boca de Seokjin colgó abierta al ver a su amigo allí, parado junto al cruel asesino. Porque aún si había leído la carta, había esperado con todas sus fuerzas que solo fuese una broma de mal gusto.

No tardó mucho en salir de su estupor, sin embargo, pues bastaron unos segundos para que Yoongi se lanzase sobre Woo, quien había desenfundado su pistola al percatarse de la situación.

La pistola salio disparada de la mano del policía debido a un rápido movimiento de Yoongi, y automaticamente ambos hombres se enlazaron en un combate férreo.

Y mientras ambos, recluso y policía, intentaban matarse uno a otro, Seokjin no hacia mas que contemplar incrédulo el semblante de su mejor amigo.

—Hobi... por favor, dime que no es cierto, dime que no lo amas— la voz temblorosa de Seokjin envió una dolorosa sacudida al corazón de Hoseok— dime... dime que sólo haces esto porque ese bastardo te obliga.

Los ojos del menor descendieron al suelo, y luego a la pistola retenida en su mano, lista para disparar a quien se interpusiese en su camino. Mordió su labio inferior con fuerza antes de mirar nuevamente a su amigo, su pecho oprimiéndose ante la suplicante mirada de Seokjin.

—No puedo decir lo que quieres oír, Jinie, lo siento— su tono traslúcido y carente de falsedad solo hizo que Seokjin palideciese aún mas.

—Por favor, Hobi, no puedes hablar en serio... este hombre... esta escoria... es un psicópata, un asesino...— habló al tiempo que se acercaba a su amigo, intentando hacerlo entrar en razón.

Hoseok desvío sus ojos por un segundo al lugar en que su amante y el policía habían estado combatiendo, encontrándose el cuerpo inerte de Woo y a un sereno Yoongi haciendo guardia en la esquina del pasillo, aguardando por él.

Una ola de cariño le aseguro a Hoseok que él no estaba loco, bueno, tal vez si lo estaba por haberse enamorado de un sádico asesino, pero no estaba alucinando cuando decía que lo amaba. Y no había forma de que retrocediese ahora que estaba tan cerca de vivir una vida junto a su amor.

—Tu no lo entenderías, Jin— habló entonces, su voz sonando extrañamente calmada y relajada— No lo conoces como yo. Y si, sé que es un asesino y un retorcido hijo de puta, pero no me alejaré de su lado— un escalofrío recorrió la espalda de Seokjin al tiempo que daba un paso atrás, sintiendose helado por las palabras de su amigo y la calidez que sus ojos emanaban— Aquellos hombres, aquellos bastardos, tenían merecido todo lo que les pasó. No tienes una idea de lo que le hicieron a Yoongi y a su madre.

Los ojos de Hoseok adoptaron un matiz triste al volver a mirar a su amante, lágrimas amenazando con escapar de sus ojos al recordar las palabras que Yoongi le había confiado. La dolorosa historia que le había contado.

Seokjin, por otra parte, se encontraba paralizado. Le era imposible creer que aquel era Hoseok, su mejor amigo, el tímido y asustadizo chico que había entrado en la academia de policías con el sueño de atrapar y encerrar a hombres como al que, en ese momento, le profesaba amor.

—Hoseok, escuchame — habló con dureza, sacudiendo a su dongsaeng por los hombros, obligándolo a mirarlo— Ese hombre esta manipulandote, no puedes confiar en él, es un maldito psicópata, Hoseok.

—Lo amo tanto, que me es imposible pensar en una vida sin él- de un rápido movimiento, el menor se deshizo del agarre de su hyung, poniendo una mueca triste en su rostro mientras se alejaba de él— No puedo ni quiero alejarme de él, lo necesito tanto como la luna necesita del sol para brillar, para equilibrar su solitaria existencia.

El corazón de Seokjin se estrujó con dolor al ver la expresión de Hoseok, tan llena de amor y dulzura, que descolocó al mayor. Lo aterraba lo hipnotizado que Hoseok parecía, como si el asesino le hubiese lanzado una especie de hechizo que lo hacía completamente dependiente de él.

Por eso mismo Seokjin no podía dejarlo ir, debía detener a su amigo, debía hacerlo entrar en razón. Hoseok no podía marcharse con aquel psicópata, que había encontrado la forma de someterlo a su poder. No era sano, y acabaría por hacerle daño, lo consumiría hasta no dejar mas que cenizas.

Iba a destruirlo.

Y aún con todo eso en mente, se quedo helado en su lugar al ver el ademán que Hoseok hizo en su dirección, justo antes de desaparecer en el pasillo contiguo con Yoongi, una sonrisa cargada de pena plasmada en sus labios, dejándolo con un amargo sentimiento instalado en su corazón.

Como en un trance, Seokjin se dejó caer al suelo, y contempló en shock la carta que había estado arrugando en su mano. Sus ojos se aguaron ante la horrible imagen formandose en su cabeza, una en la que el cuerpo sin vida de Hoseok caía al suelo luego de recibir incontables disparos por parte de sus colegas policías.

Seokjin no quería ver a su mejor amigo morir.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora