V

1.2K 245 27
                                    

Capítulo cinco:
La sonrisa de un ángel.

Hoseok sentía curiosidad por el misterioso asesino, y quizás, solo quizás, un poquito de admiración. Pero no lo malinterpreten, porque Hoseok no lo admiraba por los asesinatos que había cometido, eso lo horrorizaba y pasaba la mayor parte del tiempo ignorando ese hecho por su bien y el de su asustadizo corazón.

Definitivamente no era ese el motivo de su leve admiración. Hoseok admiraba la convicción del asesino, pues a pesar de los golpes y horribles heridas que le provocaban en un débil intento por sonsacarle información, el joven no cedía. Por el contrario, se burlaba de sus métodos, argumentando que aquello era como un día de campo para él.

El joven policía se encontraba pensando en aquello, y deseando saber más sobre el preso, cuando divisó a dos policías (los encargados del interrogatorio desde que Choi estaba hospitalizado) arrastrando el cuerpo ensangrentado, y aparentemente inconsciente, del recluso.

Horrorizado, Hoseok se apresuró a abrir la puerta de la celda. Se quedó estático mientras los hombres pasaban a su lado arrastrando el maltratado cuerpo, el estado del recluso era, de cerca, incluso mas deplorable de lo que había parecido de lejos. Sabiendo que no debería, Hoseok sintió pena por el joven.

—Limpia sus heridas, Jung, no queremos que muera antes de dar respuestas— ordenó el frío oficial Woo, lanzándole al cuerpo desfallecido una mirada desdeñosa.

Hoseok cerró la puerta y caminó con prisa hacia la enfermería, queriendo correr, pero no sería bien visto que un policía corriese a ayudar a un recluso como si su vida dependiese de ello. Suficiente tenia con su propio sentido de la moral gritándole que estaba mal lo que pensaba sobre el asesino, como para querer sumarle a aquello las miradas repletas de cruel juicio de sus compañeros.

Cuando regresó, con el botiquín de primeros auxilios bajo su brazo izquierdo y una cubeta de agua en su mano, encontró el cuerpo, aún inconsciente, del joven tirado en el suelo en la misma posición en que lo habían dejado.

Haciendo caso omiso a lo que debería hacer, Hoseok cerró la puerta tras de sí y se acercó al cuerpo. Con extremo cuidado lo levantó en sus brazos, casi sin esfuerzo, sorprendiéndose ante lo ligero que era, y lo depositó con suavidad en la dura cama. Aunque claro, teniendo en cuenta la porquería que servían como comida en aquel lugar no era de extrañarse que el joven fuese tan liviano.

Se tomó unos segundos para contemplar con horror las múltiples y dolorosas heridas que adornaban la perfecta piel de porcelana del asesino. Demonios, de solo ver las heridas le dolía como si se las hubiesen causado a él mismo.

Con suavidad lo despojó de sus prendas, poniendo extremo cuidado en despegar las zonas de tela que se pegaban a las heridas para no dañarlo mas de lo que ya estaba. Un potente sonrojo tomó posesión de sus mejillas cuando comenzó a bajarle el pantalón por las delgadas piernas, temiendo despertar al asesino.

Cuando el joven quedó solo en ropa interior, Hoseok tomó la esponja que flotaba en la cubeta y se dedicó a lavar las heridas. Su mano recorría la, aunque maltratada, sorprendentemente tersa piel con gran delicadeza, sintiendo su pulso acelerarse y su rostro calentarse cada vez mas.

Mentiría si dijese que no se sentía un poco, tan solo un poco, emocionado por estar acariciando aquel esbelto cuerpo, aún si este estaba cubierto de heridas. Incluso se tomó la libertad de pasar la mano descubierta por las aterciopeladas, e increíblemente lampiñas, piernas del asesino.

—¿Qué estas haciendo?— preguntó una ronca voz sobre él, asustándolo y causando que cayera de trasero al piso.

Sus ojos se encontraron con los oscuros e inexpresivos del asesino, quien contemplaba con el ceño fruncido a un Hoseok completamente sonrojado. Se miró a si mismo, descubriendo recién entonces su cuerpo descubierto y las heridas limpias.

—Y-Yo... estaba... me di-dijeron que lavara... tus heridas— comentó mientras se ponía de pie y bajaba las mangas de su uniforme, las cuales había levantado para evitar mojarlas.

Con cautela y bajo la ávida mirada del joven, volvió a acercarse a la cama, esta vez con el botiquín entre sus manos. Lentamente sacó el alcohol y algodón, junto con algunas vendas, y, luego de secar la piel del asesino, se dispuso a desinfectar las heridas.

Yoongi no hizo ni un gesto de dolor cuando el algodón embebido en alcohol hizo contacto con sus heridas punzantes, pero si sintió asombro y confusión al ver el cuidado y la dedicación con que el policía se ocupaba de él, una sonrisa queriendo asomarse en su rostro al ver el rostro concentrado de Hoseok.

—Eres raro, Corderito— dijo con confusión, Hoseok levantó la mirada apenas por un segundo, para después regresar a su labor — ¿Porqué eres tan cuidadoso? Soy solo escoria después de todo.

El recluso observó, fascinado, como el joven policía fruncía levemente el ceño al oírlo, mientras colocaba una nueva venda en su cuerpo, siempre con suavidad.

—Hoseok— habló de repente el policía, sin saber porqué lo hacia— Me llamo Hoseok, no Corderito.

Yoongi mentiría si dijese que no se sentía ligeramente atraído hacia el inusual policía, porque la realidad era que, tanto el cuerpo como la actitud tímida y amable del joven, comenzaban a calar profundo en él.

—Yoongi— dijo, al igual que Hoseok, sin comprender el motivo que lo había llevado a revelar información sobre si mismo, en un susurro suave y confidencial— Me llamo Yoongi.

Y entonces, para sorpresa del asesino, el policía le regalo una sonrisa, las mas brillante y hermosa sonrisa que Yoongi había visto jamás. Una sonrisa digna de un ángel que causó que el congelado corazón del asesino se acelerase sin que este comprendiese el porqué de ello, ni porqué una sonrisa se formó en sus labios al tiempo que una sensación de calidez se instalaba en su pecho. Pero allí estaba aquella sensación, y Yoongi juró para si mismo que no le importaría pasar el resto de sus días en aquel lugar, si el atractivo policía continuara sonriéndole de esa manera.

Killer clown. [Yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora