PRÓLOGO: Refugio Estival

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La noche había caído ya en el reino, y en el Refugio Estival, situado a pocas leguas al sur de Desembarco del Rey, ardían ya las antorchas, iluminando toda la enorme estructura. Desde afuera se podían escuchar las voces de todos los hombres que había dentro. El Refugio Estival, era propiedad de los Targaryen, se trataba de un enorme castillo donde la familia se alojaba los veranos, y como tal se encontraban dentro reunidos. Toda la familia incluida hasta la rama más alejada estaba invitada. La enorme sala principal del castillo albergaba en ese momento a muchas personas, las voces retumbaban por las altas paredes, y la iluminada estancia brillaba de vida. Sirvientes yendo y viniendo de un lado a otro portando copas de vino y cuencos con comida, los invitados charlando animadamente, y presidiendo la sala los reyes Targaryen. El rey Aegon se hallaba sentado en una gran silla elevada sobre el resto, lo cual lo hacía aún más imponente de lo que el propio hombre ya era. Vestía con unos jubones negros, que llevaba estampado en rubíes el dragón de tres cabezas de su familia, una capa negra de marta, y una corona de oro que adornaba su cabeza. A su lado se sentaban su hermosa esposa y sus hijos. Observaba con grata satisfacción cómo la fiesta iba de bien, tras sonreír unos segundos decidió ponerse en pie. Las conversaciones cesaron en el momento en que Aegon se levantó de su asiento. Todo el mundo le miró cuando empezó a hablar.

-Familiares, hijos, hermanos y vasallos míos. Ha sido un verdadero placer invitaros aquí el día de hoy. Como todos sabéis, mi nieto Aerys- señaló a su nieto, el cual se levantó y sonrío a todos-, va a ser padre, y nos dará un regalo al mundo de la dinastía Targaryen. El motivo de nuestra congregación, es festejar, que el maestre Pycelle hace dos días, tras examinar el embarazo de Rhaella... ha afirmado sin duda alguna, que será varón y vendrá esta misma semana.

Todos los presentes de la sala estallaron en palmadas y gritos vitoreando a Aerys. Aunque sabían que en la línea sucesoria, Aerys era el hijo del segundo hijo de Aegon y por tanto a ese bebe no le llegaría la corona, siempre era de bien tener un Targaryen nuevo en la familia. Duncan el hermano mayor de Jaheaerys, padre de Aerys, le dio una palmada a su pequeño sobrino en gesto de felicitación.

-Has sabido apuntar bien.- dijo entre carcajadas.

El rey siguió hablando.

-Así que, alzad vuestras copas y brindad amigos míos. Por el nuevo miembro de la dinastía, Rhaegar Targaryen. ¡Que los dioses lo bendigan!

-Que los dioses lo bendigan.- respondieron todos.

Todos bebieron. Y mientras la fiesta se volvía a animar, Aerys tuvo que soltar su copa en la mesa ya que todos los presentes le abrazaban cuando se cruzaban con él. Estaba feliz.

-Rhaegar me parece un magnífico nombre, hijo.- le comentó Jaheaerys.

-Sí, queríamos que tuviese un nombre único-afirmó Aerys.-. Imponente.

-Toda la familia está encantada.

Aegon se sentó e hizo una seña a su sirviente mientras daba un sorbo a su copa. En unos pocos segundos los criados trajeron una gran mesa que tenía algo sobre ella, algo que estaba bajo una tela escondido. De nuevo los vasallos y los Targaryen llenaron la sala con su silencio. El rey bajó de su asiento y se dirigió a la mesa.

-Esto es una pequeña sorpresa para todos. Tengo que reconocer que me ha costado guardar el secreto.

Agarró la tela y tiró de ella. Todo el mundo quedó fascinado, pues siete huevos de dragón se hallaban ante ellos.

-Siete, como los Siete Reinos. Hacía siglos que no se veía algo así...- dijo Aegon mirando su tesoro.

El asombro fue tal que muchos de los invitados se agolparon frente a la mesa. Aegon se acercó con una extraña sonrisa. Aquella noche sería recordada prometió.

Y nadie salvo todos los que estaban en aquella sala aquel día, sabe qué originó el incendio que acabó con el Refugio Estival esa misma noche, solo se sabe, que todos los presentes quedaron dentro, a excepción de Jaheaerys y sus hijos Aerys y Rhaella, la cual en ese mismo momento rompía aguas de su embarazo. Su marido y hermano Aerys la posó junto a un árbol a las afueras de Refugio Estival mientras los gritos de los que habían quedado atrapados se oían dentro. Aerys observó, aterrado y gritando ayuda, cómo el Refugio se derrumbaba por las llamas, y toda su familia junto a él. Su padre Jaheaerys que se encontraba a su lado derramó una lagrima por sus hermanos y padres... y entendió con pesar que la línea sucesoria ahora había cambiado. Y mientras los gritos se apagaban, los llantos de un bebé comenzaron a oírse. El príncipe Rhaegar, había nacido.


Rhaegar, el último dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora