Jaime trató de ponerse a salvo, pero aquel sucio ataque les había cogido a todos por sorpresa y los tenían rodeados. Varios bandidos abandonaron sus puestos de arqueros y cargaron armados con dagas contra los hombres. Ser Arthur Dayne había sido herido en el hombro izquierdo, y no podía moverse bien, pero aún así mató a tres de los forajidos. Jaime peleaba a su lado y junto a Sumner Crakehall, los tres cubrían sus espaldas. Uno de los forajidos trató de atacarlo con un hacha, pero el joven escudero era más rápido y lograba esquivar y parar los golpes. Otro enemigo con espada le rodeó por detrás, y tuvo que luchar contra ambos. Jaime paraba las estocadas y trataba de devolverlas, era fácil, lo difícil era acertar. Arthur podía deshacerse de sus enemigos en superioridad con mucha facilidad, pero él aún era inexperto. Sin embargo hirió a ambos rivales, y finalmente acabó dedicandose a simplemente rematarlos. Los tres hombres peleaban como podían contra la cantidad de enemigos que se los echaban encima, y Sumner, en un momento cayó al suelo. Estuvo a punto de ser asesinado, de no ser porque la espada de Jaime trazó un arco en el aire directo a la cara del bandido, que lo mandó al suelo. Ser Arthur lo vio y asintió con agrado, justo en el momento que dos hombres más se lanzaban a por él. Los mató sin problema y los forajidos se dispersaron. Debieron entender que no podrían luchar contra la Espada del Amanecer. El Guardia Real se quitó el yelmo y se acercó a Crakehall, le tendió la mano y el hombre se incorporó.
-¿Estáis los dos bien?- dijo al tiempo que se sacaba la flecha del hombro.
-Si.- asintieron.
El disparo se había colado por escasos milímetros en la junta de la armadura, y había herido a Arthur, pero el hombre no mostraba signo de dolor, solo de algo de molestia al mover el brazo. No había sido muy profundo.
-Jaime.
El escudero le miró y se inclinó.
-Señor.
-He visto como has luchado. Y le has salvado la vida a Sumner.
Jaime asintió. Arthur le miró con sus marrones ojos y le pidió que se arrodillase. El muchacho Lannister así lo hizo, y el hombre desenvainó su espada de acero y pronunció:
-Yo, ser Arthur de la casa Dayne, hermano juramentado de la Guardia Real, defensor de los reinos, velador del pueblo, Espada del Amanecer y primera espada de Poniente, os nombro a vos, ser Jaime de la casa Lannister, caballero ungido de los Siete Reinos. Por luchar con valentía duranto largas campañas, y salvar una vida.
Jaime sintió su piel erizarse. El momento que había estado esperando tanto tiempo.
-Levantaos como un hombre ser Jaime.- dijo Sumner.
Jaime se levantó, y se sintió gigante. Ser Jaime Lannister sintió un gran honor al haber servido a esos dos hombres.
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Rhaegar se levantó al día siguiente con un terrible dolor de cabeza. No obstante tuvo que levantarse aun con los sentidos embotados e ir a desayunar. En el gran salón principal se encontraban algunos cortesanos, y presidiendo las mesas, se encontraba Rhaella con el pequeño Viserys. Rhaegar fue con su madre y tomó a su hermano en brazos.
-Que mayor estás.- le dijo al bebé haciendole cosquillas.
Éste comenzó a reír, y el príncipe se sentó con el pequeño en brazos. Contaba con casi dos años de edad, y el pelo plateado ya empezaba a cubrir toda su pequeña cabecita. Era un bebé muy bello.
-Es tan bonito como tú, Rhaegar.- dijo la madre a su hijo, el cual miraba a su hermano sonriendo.
El joven miró a su madre, y se percató de que tenía un arañazo en el hombro y se estaba poniendo feo.
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Rhaegar, el último dragón
FantasyHistoria de Rhaegar Targaryen (en forma de novela), basada en hechos y datos extraídos de los libros de R.R. Martin. Este libro narra su vida desde su nacimiento hasta su muerte en forma narrativa. Todos los acontecimientos sucedidos son verídicos d...