›Capítulo siete

460 62 28
                                    

Ariel miró su celular unos instantes, todos sus amigos estaban en su casa para ver una película en la pantalla de su casa. No era el mejor plan del mundo, pero no tener dinero te limitaba bastante y solo lograron comprar algunos refrescos, palomitas y otros dulces de tamarindo.

—¿Qué película veremos? —preguntó Andrea quitándole el control de las manos a su mejor amiga y sentándose en las piernas de su novio.

—La que sea, pero quítate de ahí. Si mis padres te ven así, castran a Daniel y a ti te desgreñan. —Ariel tomó la mano de su Andrea en intentó levantarla un par de veces, pero siempre estaba aferrada a su novio—, en serio que sino te lo quitas la que te va a desgreñar soy yo.

—Bien, bien —farfulló a regañadientes.

Se levantó de las piernas de su novio y se sentó a un lado con los brazos cruzados sobre su pecho, sosteniendo con firmeza el control remoto.

—Buena chica, ¿película en inglés o en español? —cuestionó mirando a sus tres invitados.

—¡Inglés! —exclamó el australiano con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Español! —asimismo gritó al unísono la pareja mexicana.

—Yo también voto que en español, lo siento Mike, para la próxima.

—Neh, you are more than me!. —Frunció sus labios, mostrando su disgusto.

—Así es la vida, mi rey. —Daniel palmeó el hombro de su mejor amigo y sonrió con mucha autoeficacia pero a su vez con mucha burla.

Andrea se recargó en uno de los brazos del sillón y colocó sus piernas sobre las de su novio, él empezó a hacer círculos para relajarla. Andrea estaba disfrutando el masaje, pero se vio interrumpida cuando Ariel le preguntó que si le ayudaba a preparar las botanas. Andrea solo gruñó en forma de respuesta. Pero un buen amigo rubio se levantó del sillón y tomó una bolsa de palomitas sin hacer y fue directo a la cocina.

Ariel sonrió como estúpida y antes que lo notará, fue tras él.

—¡Me traes salsa! —gritó Andrea cuando vio a la castaña ir a la cocina.

Andrea suspiró acalorada y se ató su melena oscura llena de risos en una cola de caballo muy mal hecho.

—Párate tú.

Dicho y hecho, la morena se levantó rápido del sillón. Y antes que Ariel pudiera cruzar la puerta de la cocina, la morena la haló de la muñeca y la acorraló en la esquina. Daniel se enderezó en su espalda en el sillón marrón y prestó mucha atención; parecía que una escena pornográfica iba a pasar ante sus ojos, y su novia lo iba a protagonizar, con su mejor amiga. Eso si que sería raro.

Pero no fue así, sino a Andrea le dio uno de esos momentos inspiradores para enviarle una indirecta más al rubio.

—Sé amable con él, los chicos amas eso. —Esas fueron las sencillas palabras de la morena.

Andrea tomó el hombro de su mejor amiga y la arrojó nuevamente hacia la cocina. Ariel quedó congelada, ni siquiera le dio tiempo de reprocharle.

—¿Qué pasó? —preguntó el rubio mientras esperaba que las palomitas salieran del microondas.

El ruido de la maquina en proceso era muy fastidiosa, que no dejaba plantear una conversación amena. Por lo que Ariel se dirigió al refrigerador y sacó carnes frías para hacer emparedados.

—Mike, sé que amas cocinar. Haz sándwiches, por favor —suplicó con la mirada de cachorrito triste.

—And what are you going to hacer?. —Alzó una ceja.

SpanglishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora