›Capítulo diecisiete

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Ariel estaba anotando lo que su maestro de matemáticas estaba explicando, ya que si se descuidaba un instante, el maestro borraría todo el pizarrón. Y debía pasar su último examen porque si reprobaba no podía graduarse y quería hacerlo. Andrea estaba un poco más relajada porque con ella con pasar todo estaba en orden. En cambio la castaña era un poco más exigente consigo misma, quería graduarse con un promedio alto, quizás no iba estar entre los primeros lugares. Pero eso no iba a ceder tan fácilmente, además era muy probable que ella diera un breve discurso en inglés para demostrar que la escuela era bilingüe.

La campana sonó, Ariel tomó su tiempo para guardar sus cosas, giró su cabeza para ver a su amiga morena quien ya no estaba, sino en la entrada para esperarla.

—Señorita Fernández, ¿podría retenerla unos segundos? —pidió con cortesía el maestro también guardando sus útiles escolares.

Ariel se colgó la mochila de unicornios en la espalda y se acercó al escritorio del maestro con una tímida sonrisa. Tenía una idea ligera del porque la había llamado.

—¿Sí?.

—Para el día de su graduación, se van a presentar un discurso —habló mirándola directamente a los ojos—. Para agradecerle a su generación por haber convivido estos dos tres años con ustedes y todo ese rollo. El asunto es que vas a unirte con el mejor promedio; Isaac Gutiérrez para terminarlo, él lo dirá en el idioma español y tu en inglés. Y una semana antes de la graduación, los dos van a presentarnos sus discursos para pulir los detalles y aprobarlo en la oficina del Director. El director me pidió que te lo dijera ya que este año me tocó organizar la ceremonia de su graduación, ¿alguna duda?.

Ariel sacudió la cabeza en forma de respuesta negativa, estaba emocionada y su deslumbrante sonrisa lo decía todo—. ¡Sí, sí; muchas gracias por esta oportunidad y por pensar en mí!. Estoy feliz y yo me pongo de acuerdo con Isaac para hacerlo.

Ariel contagió su sonrisa hacia el maestro y él asistió con una sonrisa.

—No, de nada. Te ganaste ese derecho, eres una estudiante excepcional.

La castaña volvió a sonreír y se despidió del maestro para salir por la puerta, a lado Andrea estaba revisando su celular entretenida. La castaña le estiró un mechón de pelo, sorprendiéndola y soltó un grito por eso. Después empujó a su mejor amiga con el ceño fruncido.

—¡Idiota, mi corazón, estúpida! —exclamó e inmediatamente agachó la mirada un poco avergonzada al ver al maestro con una mueca porque la había escuchado, sin embargo él siguió de largo—. Pendeja, mira lo que me has hecho hacer.

—Me amas, culera —rió Ariel mientras negaba con la cabeza, mirando al suelo.

—¿Qué te dijo el viejo ese? —preguntó, cuidando el volumen de su voz.

—Sobre el discurso de la graduación, Isaac y yo lo vamos a decir. Por cierto, ¿ya viste vestidos? —cuestionó Ariel, mirando su oscura caballera que negó—. Vamos algún día, tu me ayudas a comprar y yo te ayudo a ti.

Andrea amplió su sonrisa, pues le gustaba la idea de ir de compras con su mejor amiga. Compartir vestidor, buscar vestidos la una por la otra.

—Me parece perfecto, ¿qué te paree si vamos la siguiente semana?. Día de chicas, y podría June ayudarnos, me encanta su estilo —asistió Andy.

Ariel la miró sorprendida, pero la aceptaría. Las dos siguieron caminando, en busca del resto de sus amigos y compartir la hora del almuerzo.

—Gracias por el chocolate de hoy, estaba delicioso —se burló Andrea con una sonrisa socarrona—. Solo te faltas seis chocolates y terminarás con tu deuda.

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