›Capítulo nueve

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Miércoles, había pasado un par de días desde que Ariel se había sentido fatal con la llamada que su Mike había tenido con su amiguita. Mendiga rubia, ¿qué tenía ella que Ariel no?. Vale, su pronunciación en el idioma extranjero no era el mejor, pero lo entendía bien. Era divertida, simpática, cariñosa y modesta, por su puesto.

Ariel se encontraba recostada boca-arriba en su cama jugando con su celular, su amiga estaba en la silla de su escritorio donde estaba la laptop y veía un vídeo al azar, cómicos de animales. Sin embargo, Andrea había notado bastante rara a su mejor amiga, y la presionó un par de veces. Pero conocía tan bien a la castaña que sabía si más la presionaba, menos le iba a informar lo que sucedía.

Ariel se sentó en la cama y cruzó sus piernas al frente, bloqueó su celular y lo aventó en la cama. Suspiró profunda y lentamente, intentando llamar la atención de la morocha.

—Escúpelo que ya era hora—. Andrea cerró la maquina para levantarse de la silla e ir a la cama para tomar las manos de Ariel—, ¿tiene que ver con el gringo? que si fue así, lo voy a golpear.

Ariel asistió con la cabeza con un ceño fruncido y arrugó su nariz.

—Por favor, golpéalo.

—Perfecto, ¿quieres ver?. Deja lo anoto en cualquier agenda—. Sacó su y abrió su calendario para establecer fecha y lugar—, el viernes no se puede porque hay examen. El lunes tampoco, ¿qué te parece dentro de nueve días para recolectar el barrio que nos respalda?.

Ariel soltó una estruendosa carcajada—. Daniel, tú ¿y quién más?.

—¡Pues mis primos, los tuyos!, ¿para qué tenemos una enorme familia?—. Andrea sonrió y colocó su mano derecha para apretar la rodilla de la otra chica—. Ya, hablando en serio ¿dime qué es lo que esta pasando?.

—Mike.

—¡Lo sabía! —rugió como un león furioso.

—¡Cállate o no te digo ni un pepino!.

Andrea se hizo chiquita en su lugar y asistió con la cabeza.

—Lo que pasa es que el otro día Mike hizo una vídeo-llamada con su amiga para que la conociese y así ¡pero todo el rato ambos me ignoraron y creo que se les salía el corazón del pecho!. Adiós esperanzas de que entre él y yo suceda algo, me doy por vencida.

—Ah no, no te apures; ese hombre es muerto. Si quieres nos quedamos aquí, vemos Netflix y comemos helado—. Sonrió de oreja a oreja.

Ariel negó con la cabeza—. No, habíamos quedado con los chicos a ir a los juegos de la plaza, igual no tardan mucho en llegar.

Y en el momento en que Andrea iba a replicar, el timbre de la casa de Ariel se hizo presente.

—Ya están aquí, seguro mamá va a recibirlos.

—Podemos cancelar ¿sabes? —bufó Andrea.

Ariel negó con la cabeza otra vez. —No, Danny te conoce a la perfección. Mejor vamos a los juegos.

Andrea aceptó desganada para ponerse sus tenis y pisarle los talones a su mejor amiga. Al bajar se encontraban los dos chicos sentados en el sillón con un vaso de agua en mano. La madre de la castaña estaba haciendo preguntas sobre la escuela.

—Ya llegamos ma—. Ariel sonrió de oreja a oreja—, y ya nos vamos a ir a los juegos.

Los cuatro chicos salieron de la casa después de haberse despedido de la señora. Andrea le tomó la mano a su novio y entrelazó sus dedos, Mike sonrió al ver a su mejor amigo mexicano con cara de bobo. Por otra parte, Andrea le gruñó, mostrando sus dientes ó eso fue lo que le pareció al rubio pero igual era imaginación suya. Desde que habían salido de la casa de su mejor amiga, Andrea decía cosas que no entendía, pero parecía un insulto y le hacía muecas.

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