›Capítulo doce

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Andrea enroscó su brazo moreno alrededor del de la castaña Ariel, ella se estremeció por la sorpresa. Pues se encontraba todo su grupo de clase de Educación Física en el parque Fundidora porque iban a andar en blusa. Sin embargo, Ariel se encontraba admirando a los patos de la fuente que estaba en frente del auditorio Cintermex, le llamaban la atención los colores de los patos y el aire fresco que proporcionaba el viento. Además los rayos del sol se sentían mucho menos potentes por la interrupción de las ramas y hojas de los árboles.

—Estoy emocionada —comentó Ariel mientras miraba de reojo a su mejor amiga y le daba un vistazo a Mike que se encontraba al otro lado.

—Solo vamos a andar en bicicletas por un rato —. Detuvo su marcha y miró a Ariel al recordar algo importante—. ¡Mi Dios, tú no sabes! —exclamó desesperada.

Ariel se inclinó a su mejor amiga y le tapó la boca con ambas manos, giró su cabeza de un lado al otro, asegurándose que nadie había escuchado ante tal aberración porque era una vergüenza que con diecisiete ¡casi dieciocho años no supiera andar en bicicleta!.

Andrea le lamió la mano, pero la castaña ya estaba acostumbra a que hiciera eso. Pues no era la primera vez que hiciera eso y tampoco la asqueaba. Eso era una desventaja para la morocha porque no se le ocurría nada más para poder alejarla.

Güey, no mames. ¡Todo el mundo se va a dar cuenta! —. Frunció su ceño, giró la cabeza para buscar a su infantil novio que se acercaba lentamente a un pato color café, y justo detrás de él estaba el rubio.

Soltó una estruendosa carcajada cuando Daniel se lanzó al pato, intentando atraparlo, pero solo graznó y voló, acompañado de otros patos. Los dos regresaron y Daniel depositó un fugaz beso en la mejilla de su novia.

—¿Qué tanto hablan, morras? —preguntó Daniel.

—Odio que Andrea sea mucho más alta que yo —respondió rápido Ariel.

Una acción que le pareció raro a Mike, pero no mencionó nada.

—¡Por favor, Andy siempre ha sido mucho más alta que tú! —carcajeó Daniel burlonamente.

Era tan iluso, ó eso fue lo que pensó su novia.

—¿Entonces cómo vamos a andar en bici? —preguntó Andy mirando fijamente a la otra chica.

—Yo veo como arreglarme, ustedes vayan a rentar una bicicleta —animó con una forzada sonrisa después de notar que todo su grupo se estaba moviendo cuando el maestro terminó de hablar.

Andrea suspiró, pero decidió mejor no comentar. Tomó la mano de su novio, entrelazando sus dedos y estirándolo en dirección del grupo.

La verdad era que Ariel había hablado con el profesor y había invitado que su tobillo estaba torcido. Por lo que no la iba a obligar andar en bicicleta.

What is el problema? —cuestionó Mike cuando los dos se encontraban solos.

—Nada, simplemente no me apetece andar en bici —respondió, alzando sus hombros, restándole importancia.

Mike alzó una ceja, incrédulo. Sabía que le mentía pero no quería presionarla. La conocía a la perfección que le daría su tiempo, como siempre. Así que acarició su hombro, lo que provocó a Ariel una corriente eléctrica que recorrió toda su espina dorsal y su cuerpo vibró. Pero era para avisarle que iba a rentar su bicicleta, Ariel le sonrió y lo animó a ir, aunque por dentro se moría que se mantuviera a su lado e ignorara por completo la clase, pero no era así. Por lo que decidió tomar su tiempo en escuchar música.

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