›Capítulo once

413 49 10
                                    

Mike estuvo más dormido que despierto durante todo el día escolar, pues la noche anterior se había desvelado estudiando física ya que no era muy bueno en esa materia, de hecho, era pésimo. Andrea salió del examen colorada porque no le entendió a ninguno de los problemas. Daniel iba con una cara de triunfador que no podía contagiar al resto de sus compañeros. Por otra parte se encontraba Ariel con una cara neutral, lo había intentado, pero no había sido suficiente. Ni siquiera estaba cerca.

—A la próxima me ayudas —dijo Ariel desganada dirigiéndose al novio de su mejor amiga.

Daniel pasó una mano por su cabello oscuro, suspirando—. Sabes que yo siempre te ayudo si me lo pides.

—Lo único que quiero hacer es llegar a la casa y dormir —confesó Ariel mientras se acomodaba los pantalones de jean. Levantó una pierna y la colocó en el muslo de Andrea—. ¿Podrías abrocharme las cintas, por favor?.

Andrea asistió con la cabeza mientras dirigía ambas manos a los pies de la castaña.

—Ah no, ni madres. Hoy quedamos en empezar a ver una serie los cuatro juntos —reprochó la morena mientras fulminaba a Ariel.

In fact, yo wanna dormir too —confesó Mike rascándose la cabeza nervioso.

Negarle una petición a Andrea era firmar un pacto con el mismo diablo. Lo había aprendido durante los últimos meses, podía decir que el rubio conocía a los tres como a la palma de su mano. Bueno a Andrea y a Daniel, para él, Ariel seguía siendo un tabú que trataba de descifrar todavía.

—Pero ¿en serio?, ¿van a quedarme mal los dos? —gruñó Andrea mientras sostenía su mochila en su hombro y se acomodaba la playera azul claro encima—. Además Ariel es la única que tiene Netflix, por lo tanto, debemos de ir a su casa. ¡Y vamos a comprar las palomitas!.

—Ustedes tienen un serio problema con las palomitas, quieren comerla para todo y en momentos impropios —confesó Ariel con un tono burlón de fondo—, los llevaré a terapia.

—Te olvidas de la salsa —añadió divertido Daniel

—Sí, tienes razón —confirmó la castaña mostrando sus dientes mientras arrugaba la nariz.

Después de debatir un poco sobre la decisión final, ganó Andrea, como era de esperarse. Arrastró a todo su grupito de amigos al metro para ir a la casa de Ariel. Durante el trayecto cada uno se perdió en su mundo con música en sus audífonos.

Además hicieron una breve parada en el supermercado para comprar dulces, palomitas pan, jamón y helado para pasar la tarde comiendo.

Al llegar a la casa de Ariel, ella abrió la puerta con sus llaves y después de entrar ella, Andrea le piso los talones, seguido del rubio para finalmente entrar Daniel quien se aseguró cerrar la puerta con seguro. Todos dejaron caer su mochila a lado de las escaleras junto con las bolsas del mandado y se sentaron en la sala. Ariel estaba desganada, no se sentía con actitud de ver algo interesante. Prendió la pantalla que colgaba en la pared, justo en frente del sillón.

La castaña no se había percatado que había ocupado la mayor parte del sillón, extendiendo sus piernas a lo largo de este. Mike se había recostado en la otra esquina del sillón y recargó su espalda en el brazo del sillón. Andrea hizo una mueca al ver que todo estaba ocupado por Ariel, decidió brincar a las piernas de su mejor amiga, Ariel soltó un bocado de aire que la persona encima de ella.

Ariel bajó sus piernas del sillón y aventó a su amiga hacia el espacio que desocupó.

—Chicos, ¿qué quieren ver? —cuestionó Andrea tomando el control remoto de la mesa de en frente.

SpanglishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora