›Epílogo

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Dos años después.

La comunicación entre Ariel y Mike fue diaria durante los primeros cinco meses, no había día que no hablaran. Sin embargo, empezó a deteriorarse cuando Ariel tenía que prestarle más atención a su carrera de leyes ya que requería de mucha lectura, y por lo tanto, más tiempo. Después de los cinco meses, hablaban cuatro veces por semana. Se fue desvaneciendo hasta que fue nula y perdieron toda clase de comunicación.

Sin embargo, la castaña había seguido manteniendo comunicación con la mejor amiga del australiano, June. Siempre preguntaba por él y se enteró que finalmente había decidido estudiar negocios internacionales. Su amor hacia él fue disminuyendo, estaba segura porque cada vez que recordaba a su primer amor, lo hacía con cariño y una sonrisa de nostalgia aparecía en su rostro. Y ya no imaginaba la historia que pudo haber sido junto al australiano, pero no fue.

Pero eso no le quitaba los nervios que había sentido, pues desde la partida de Mike se propuso a trabajar como vendedora de helados hasta poder recolectar el dinero suficiente para poder comprar un boleto de avión hacia Australia. Sí, era bastante caro, pero por el tiempo de anticipación, los había podido comprar un poco más barato.

June le había ayudado a comprarlos, pues era fantástica con eso. Durante esos dos años su amistad se fortaleció, sabían las dos estarían la una para la otra si es que se necesitará. También Andrea había unido más a ellas, aunque ya no compartían el mismo tiempo que lo hacían en la preparatoria, su amistad no tuvo un distanciamiento.

Ella casi no veía era a Daniel, solo a veces cuando intentó emparejarla un par de veces con sus amigos de facultad. Ariel le parecía tierno, pero tener citas a ciegas no era lo suyo. En tanto la relación de Andrea y Daniel había sido mucho más formal y seria, pues Andrea le confesaba que deseaba compartir su vida con Daniel y procrear con él. Daniel también quería lo mismo porque le había propuesto matrimonio en su cuarto año de relación. Pero no se iban a casar hasta los veintisiete o eso es lo que tenían en mente.

Pues apenas con veinte años eran demasiados jóvenes y aun querían vivir aventuras. Desafortunadamente ellos no pudieron comprar boletos con Ariel porque lo habían gastado en otras cosas, ellos también trabajaban ya que habían decidido vivir juntos. Ella todavía seguía con sus padres.

De ves en cuando miraba hacia la ventana de su habitación y tenía la esperanza que Mike aparecería por ahí para preguntarle sobre su día o sencillamente compartir tiempo sin hacer nada. Pero no, había llegado el hijo de la señora que siempre tenía la ventana cerrada. Parecía que ni una alma cruzaba por ahí, pero hasta cierto punto fue lo mejor porque debía de aceptar que Mike ya no sería más su vecino.

Vaya que su corazón tardó en sanar desde la partida del rubio.

Pero ese día debería dejar atrás todos esos malos recuerdos, debería de estar feliz porque iba a Australia, y la única persona que sabía eso era June, que había preparado una comida en casa de Mike. Conocería aquellas hermanas menores del rubio y las vería más grandecitas.

¿Cómo estaría él?, ¿más guapo, con su cabello corto o estaría largo?. ¿La extrañaría como ella lo extrañó a él?. ¿La pensaba todos los días, miraba sus fotos?. Tenía muchas preguntas y quería obtener respuestas.

Miró atreves de la ventanilla para ver un cielo claro, con nubes bastante esponjosas. No era la primera vez que viajaba en avión, le gustaría sacar su mano para poder tocar aquella nube. Pero era la primera vez que su viaje duraría un poco más de ocho horas, pasó dormida un largo tiempo y gracias a su muy no alta estatura pudo encontrar una posición cómoda en su lugar.

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