Capítulo 1: Iwatobi

717 57 67
                                    

(...) tras salir con normalidad de su trabajo un joven de no más de 30 años lo metió con brusquedad en un automóvil. Su cuerpo ha sido hayado a las afueras de Iwatobi dond-

Apagué la tele. Me concentré en desempacar más cajas. Fuera llovía a mares y los truenos no cesaban. Acababa de trasladarme a Iwatobi, ni siquiera he pasado por la comisaría, y ya sabía que tenía trabajo pendiente. No estaba siendo el mejor recibimiento por parte de la ciudad.

Me trasladaron aquí porque la comisaría de Iwatobi "requería un aumento de personal debido a la gran cantidad de crímenes acontecidos en los últimos 5 años". El número de pequeños hurtos es elevado, y también, se han producido robos considerables. Además de un gran número de asesinatos, en los que sólo un par de veces se ha conseguido atrapar a algún "culpable". Y lo digo así, porque a mi parecer, los viejos policías que han salido con el rabo entre las piernas han culpado al primer sospechoso que se les vino en mente en lugar de indagar en el asunto. Y sí, esa era la verdadera razón por la que requerían nueva plantilla. Todos huían.

En la Academia se hablaba de que los policías de Iwatobi eran amenazados. Ellos, sus parejas, sus familias, ¿sus coches? da igual, lo que más deseasen proteger se veía en peligro. También se escucharon rumores sobre algunos que aceptaban sobornos por largarse. Y a otros el simple miedo les hizo correr despavoridos. El caso era que todos acababan marchándose de Iwatobi.

Sólo existe una persona que ha permanecido en la comisaría desde que todos estos hechos acontecieron y ese es el oficial Goro Sasabe. Él es un hombre soltero de mediana edad que ha crecido en Iwatobi. La verdad, es un buen tipo. Aunque todos lo conocen como Goro el diablo por su mal humor. Pero se preocupa por sus subordinados y su ciudad, y eso se nota. Sólo he hablado una vez en persona con él, pero hemos tenido varias conversaciones telefónicas. Desde que me destinaron aquí he recibido sus llamadas para adelantar papeleo, informarme de cómo funcionan las cosas e incluso me estuvo ayudando a encontrar apartamento.

De hecho, esta mañana he tenido la última conversación con él. Me preguntó sobre el viaje y la mudanza y se ofreció a pasarse por mí para enseñarme la oficina. Di gracias por ello, tengo una malísima orientación.

La tarde llegó y Sasabe me recogió enseñándome el camino o lo que la nieblina le dejaba. En verdad, no era muy difícil, sólo giramos en un par de calles y allí estaba, justo enfrente del paseo de la playa. La comisaría no era muy grande. Tenía apenas unas cuantas salas. Sasabe me explicó con detalle para qué se utilizaba cada una. Al entrar en la última sala vi a dos chicos con más o menos mi edad.

-Bueno Yamazaki, ésta es la mejor sala de la comisaría.- dijo riendo y mostrando la pequeña sala de descanso.

Uno de los chicos alzó la vista a través de sus gafas y el otro sonrió enseñando unos finos colmillos.

-Buenas tardes, Yamazaki. Al fin te presentas, creí que no te conoceríamos nunca. Aunque entiendo que nadie quiera que le trasladen a Iwatobi.- dijo alegre mientras se levantaba y me estiraba una mano.- Yo soy Rin. Rin Matsuoka.- apreté su mano.

-Vamos, Matsouka. Aún quedan chicos valientes como tú.- rió Sasabe.

-Mi nombre es Rei Ryugazaki.- el chico de las gafas también me tendió su mano e hice lo propio.

-Sousuke Yamazaki. Aunque supongo que ya lo sabíais.- les dije.

-Rei también es nuevo por aquí, sólo lleva un par de semanas.- comentó Sasabe.- Sin embargo, el sinvergüenza de Matsuoka lleva aquí más de 3 años. No sé cómo ha durado tanto.- me sorprendí. Eso quería decir que los rumores eran ciertos. Nadie duraba mucho en Iwatobi. Bueno, era de esperar. Pero ¿por qué no se había ido?

El chico de dientes afilados y cabello pelirrojo rió. Ryugazaki se ajustó las gafas y le preguntó:

- ¿Por qué no se ha marchado de Iwatobi, oficial Matsuoka?- estaba claro que estaba tan interesado como yo.

-Nunca he recibido ninguna de esas extrañas amenazas, y ¡válgame Dios! No recibiría sobornos para largarme de aquí. A pesar de los crímenes me gusta Iwatobi. Mi vida está aquí. He encontrado más de una razón para quedarme y una panda de ratas escondidas no hará que me marche. Además ¡Soy Policía, estoy para que esas ratas no molesten!

Me gustó el ímpetu del chico. Es un idiota. Pero de esos buenos idiotas que se ciegan por una ambición. Por una buena ambición. Y yo también estaba aquí para proteger. Por mi ambición, por mi deseo de servir de ayuda a los demás. Quizás nos llevemos bien.

-Me parece usted una persona muy noble, oficial Matsuoka.- dijo Rei con admiración. Volví a estar de acuerdo con él. Parecía también un gran chico.

-Bueno, bueno, pequeños oficiales, ¿qué les parece tomar algo después de que vosotros dos acaben el turno?- dijo Sasabe pasando un brazo por cada chico.

Matsuoka suspiró y se deshizo del brazo de su superior.

- Qué bonito Sasabe ¿y dejar la oficina sola esta noche? No podemos hacer eso. Me toca el turno de noche. Salid vosotros y enseñadle al nuevo dónde se bebe la menor cerveza por aquí.- acabó sonriéndome.

-Querido, ya he llamado a la comisaría de Samezuka para que manden a Kisumi y que nos cubra. También mereces un descanso.- el oficial jefe sonrió satisfecho.

-Maldita sea, Sasabe, eres un viejo sabueso.- le dio un empujón en el hombro. Ryugazaki rió con la situación.

-Este viejo sabueso solo huele a un chico cansado.- rió Sasabe.

***

Antes de irnos, el oficial Sasabe le dio unas cuantas indicaciones a Kisumi. Nos presentaron y no paró de hacerme preguntas. Di gracias a que mis nuevos compañeros me sacaron de allí casi a empujones porque empezó a incomodarme.

Después nos adentramos en la oscuridad de las calles. Había multitud de farolas rotas y algunas calles ni siquiera estaban iluminadas. Un neón empezó a titilear en el horizonte.

Pasamos un rato agradable en ese pub del neón parpadeante. Por dentro no tenía tan mala pinta. De hecho, parecía un lugar medianamente sofisticado. Allí pude conocer un poco más a mis nuevos compañeros de trabajo.

Rei Ryugazaki era un cerebrito, estuvo contando que su fuerte era la Lógica, y lo habían ascendido un par de cursos por lo que acabó la Academia dos años antes. Sasabe era como un padre preocupado por sus pollitos, por muy gruñón e irritante que llegase a ser, todo era para el bien de alguien. Rin Matsuoka era ese idiota que se había dejado ver esta tarde con el sueño de proteger a otras personas. Y yo...

-No me puedo creer que hayas sido un lobo solitario toda la vida.- me dijo el pelirrojo.

-Prácticamente.- le contesté aunque no quise exponer mis razones.

Yo debía de verme como el típico tío callado y desconfiado con una vida de mierda. Seguro.

Rei me miró con preocupación. Después bajó la mirada hasta su jarra y comenzó a narrar.

-Yo... No he tenido muchos amigos tampoco, Yamazaki.- intentó hacerme sentir mejor.- En la escuela primaria, los chicos me llamaban cuatro ojos. Cuando pasé a secundaria pasaba mucho tiempo leyendo en la biblioteca y casi nadie se me acercaba. En preparatoria si que tuve algún "amigo" pero las personas que se me acercaban siempre venían en busca de ayuda académica.

Todo eso me hizo estremeceme. No era el único con una infancia de mierda al parecer. Supongo que todos tenemos nuestras sombras.

-¡Vamos Rei, no tienes por qué preocuparte, ahora me tienes a mí! ¡Y tú también Yamazaki!- le dijo Matsuoka sonriente mientras le pasaba una mano por el hombro y levantó un pulgar en mi dirección.

-JAJAJA.- Sasabe soltó una carcajada profunda.- Muchacho, nunca cambiarás.

Rei y yo nos miramos sonriendo.

Quizás por una vez no me sea difícil hacer amigos.

The BeastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora