Una puerta se abrió de golpe a mi espalda y antes de que pudiese girarme por completo y alcanzar de nuevo la pistola, un golpe seco en mi cabeza hizo que mi cuerpo cayese de pronto. Estaba a punto de desvanecer por el fuerte dolor, cuando en mi cabeza resonó una voz conocida:
-Rápido, al pasillo oeste. Te tengo un regalo.
***
Comencé a sentir como alguien palmeaba mi cara pero no lograba reponerme por completo. De pronto sentí como echaban un cubo de agua y desperté por completo cogiendo aire y tosiendo repetidas veces.
¿Dónde estoy?
Agité mi pelo mojado e hice un intento de mover las manos para apartarlo pero unas cuerdas apresaban mis muñecas al respaldo de la silla en la que me encontraba. Mierda, ¿qué cojones es todo esto?
Apenas entraba luz en la sala sólo podía ver unos centímetros iluminados más allá de mis pies. Giré mi cabeza y observé el cubo de agua que acababan de echarme por encima cuando alguien me inmovilizó la cabeza con sus brazos y tapó mi boca con una tela enrollada. La ató con rapidez en mi nuca. Uno de sus mechones resplandeció a la excasa luz.
¡¿Nagisa!?
Intenté hablar a través de la tela pero no se entendía nada de lo que intentaba decir. Además el chico me ignoraba completamente mis intentos de comunicarme. Comencé a remover mis manos y mis pies (también atados a la silla) pero no conseguí nada con ello.
-Es mejor que te quedes quietecito si no quieres sufrir más de lo necesario. Además, ya no necesitas esto.- dijo seriamente, después me quitó el pinganillo y lo aplastó con pisándolo con fuerza.
¿Qué tramas Nagisa? ¿Acaso... Tu eres...? ¿Cómo había tenido la mala suerte de meterme en la boca del lobo?
No sé cuánto tiempo estuve intentando safarme de las ataduras sin conseguirlo. Pero el dolor de cabeza se tornaba de nuevo intenso. Rin, Rei...
***
Me encontraba sólo, de nuevo en aquel paisaje de dunas arenosas y el viento salpicaba la arena sobre mí.
-¿Makoto?
Quise emprender camino pero no me movía. Como si unas cadenas de cristal invisible atrapasen mis tobillos. Caí al suelo de rodillas y grité de nuevo su nombre. Grité tanto como pude vaciando por completo mis pulmones.
Nadie contestaba. Estaba solo en aquella inmensidad.
Pegué puños al suelo cerrando mis ojos por la rabia cuando dejé de sentir la arena rozar mis manos.
Al verlas de nuevo, eran pequeñas y bajo ellas había moqueta. Un olor dulzón mezclado con whisky llegó a mis fosas nasales.
Oh no.
Miré hacia arriba y me vi. Era pequeño. una víbora se enroscaba a mi cuello apresándolo. Cuando intenté gritar el espejo se hizo mil pedazos y cerré mis párpados con fuerza.
Escuché una leve risa que ya conocía, esa risa maliciosa y femenina pero nada dulce que me perseguía muchas noches y abrí mis ojos.
Cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad recorrí la sala, había una puerta en la parte superior, unas escaleras metálicas a mi derecha subían hasta ella. A mi izquierda había una columna de cemento y nada más. Nagisa estaba sentado en el suelo frente a mí en la otra punta de la oscura sala, mientras jugueteaba a darle vueltas a mi pistola.
Vamos, dispara. Pensé. Pero no lo haría, podía haber tenido oportunidad mientras estaba adormecido y no lo hizo. ¿A qué está esperando?
¿Rei, Rin?
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The Beast
FanfictionMe llamo Sousuke Yamazaki, tengo 25 años y acabo de graduarme en la Academia de Policía. Me han designado a una ciudad llamada Iwatobi, famosa por su alto número de crímenes de todo tipo, desde los más despiadados hasta robos insignificantes ¿qué se...