Mi madre estaba en la cocina preparando el desayuno cuando alguien toco el timbre, tenía doce años cuando corrí hasta la puerta y mi padre estaba parado con sus manos en los bolsillos sin ningún tipo de preocupación.
— Estas todo un hombrecito — dijo despeinando mi cabello.
— ¿Qué haces acá? — pregunte quitando su mano de mi cabeza.
— Yo lo llame hijo — dijo detrás de mi.
Me di media vuelta y mi madre con sus ojos brillosos lo hizo pasar a la cocina. Lleno dos tazas de café y a mi me dejo mi caja de cereales con un vaso de leche. Me senté y los miraba sin entender que quería ese hombre acá.
— Llame a tu padre para que hable un poco contigo — dijo mi madre rompiendo el silencio — necesitas hablar con una figura masculina.
— Para eso tengo a mi abuelo — respondí enseguida.
— Pero yo soy tu padre — agrego mi padre después de tomar café.
— No sos nadie.
Ese día con doce años arme mi mochila y me fui viajando solo hasta la casa de mi abuelo, el me recibió con un abrazo cálido y despeino mi cabello, a el lo dejaba que haga eso. Era un hombre muy fuerte, era mi héroe.
Lo observaba mientras leía el diario como todas las mañanas, sus manos temblaban, su pelo blanco y corto. Sus arrugas en su rostro demostraban cuanto tiempo había pasado de ese día que me abrazo y me sentí protegido por mi héroe. Y me aterraba en todo momento cuando me ponía a pensar que un día lo puedo perder y no verlo más, me daba miedo llegar a ese día.
— Estaba recordando el día que viaje solo hasta acá — dije.
— Ese día me sorprendiste mucho — contesto sin quitar su mirada del diario.
— Gracias por cuidar siempre de mi — el me miro con sus ojos brillosos — y por soportar mis locuras.
— Siempre sos bienvenido hijo acá, pero creo que deberías volver y hablar con Ana. Ya se hicieron dos semanas de que se fue de acá y aún no hablas con ella.
No quería dejar solo a mi abuelo, pero tenía razón no sabía nada de ella y eso me hacía sentir un poco mal aun sabiendo que ella se había equivocado. Esa misma tarde arme mi bolso, abrace a mi abuelo y tome la ruta. Le subí volumen al estero y mientras sonaba una de mis canciones favoritas recordé cuando vi a Ana por primera vez, recordaba las veces que ella estuvo ahí y que no me dejo caer nunca.
Siempre me comporto como un idiota, siempre lastimo a las personas y por eso la gente que quiero se termina yendo de mi vida. No voy a decir que tengo una mala vida porque puedo rescatar muchas cosas pero estoy en esa etapa donde lo que haga todo me saldrá mal. Estacione el auto frente a la gasolinera y camine hasta el minimercado donde trabaja Ana, entre y la vi atendiendo clientes. Camine entre las pequeñas góndolas y busque algo para comer, me acerque al mostrador y deja las cosas apoyadas, saque mi billetera y busque algo de dinero.
— ¿Algo más?— pregunto sin levantar la mirada.
— Sé que tendría que haber venido antes, que te deje ir y no corrí atrás tuyo. Me dolió saber que Tomas te beso y no dije nada solo me enoje, pero Ana ¿cuantas veces me perdonaste? — ella levanto la mirada y me quedo mirando — siento que en todo momento estoy a punto de perderte, y como nunca ahora cualquier cosa nos quiere separar.
— Quizás ya no tenemos la misma relación de antes — susurro con la voz quebrada.
— No quiero que eso pase — una lagrima corrió por su rostro — no quiero perderte, no quiero que alguien más se vaya de mi vida.
Ana seco sus lagrimas pero no dijo nada, me quede observándola pero parecía que ella estaba decidida a terminar con todo esto que alguna vez empezamos. Me negué, ella aún no decía nada y continuo con su trabajo.
Salí del minimercado intentando entender que acaba de pasar, y era que mi relación con Ana había terminado.

ESTÁS LEYENDO
El amigo de mi hermano [2da temporada] - Cameron Dallas.
FanficCameron piensa en su futuro e intenta ser el mejor novio. Muchas cosas se interponen en la relación de Ana y Cameron, intentarán salir adelante... ¿podrán? [ #59 en Cameron] [ #40 en Dallas]