Capítulo treinta y cuatro.

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-Aquí tienes, Matthew.- dijo mi madre, quien le ofrecía una taza de leche caliente a Matth.

Él, sentado en el sofá de mi casa, estaba cubierto con una manta de la cabeza a los pies.

-¿Te sientes mejor?- dijo mi madre, realmente preocupada. 

La mirada de Matthew estaba perdida, apagada. 

-Dejemos que descanse un poco.- dije y me levanté del sofá. Damien y mi madre hicieron lo mismo.

Caminé en circulos un largo rato, trazando con los talones figuras en la alfombra de mi habitación.
Mi mente intentaba darle respuestas a todas mis preguntas, y sin lograr nada decidí bajar las escaleras y enfrentar la situación.

Matthew no estaba en el sofá. Miré por todo el lugar, sin encontrarle.

-Matth.- llamé en voz alta.

No hubo respuesta.

-¡Matthew!- alcé la voz.

-Se fué hace ocho minutos.- dijo Damien desde la cocina.
Me giré.

-¿Por qué nadie me dijo nada? ¿A dónde a ido?

-Dijo que quiere estar solo y que no te dijera que se iba.- Damien le dió un trago al café que sostenía en las manos.

-Es de madrugada, Damien, no debiste dejar que se fuera, mucho menos solo.- dije y salí a paso veloz de mi casa.

Matthew, ¿dónde estás?

Conduje hasta su casa, sin poder encontrarlo en el camino. La casa de Matthew estaba a treinta minutos de la mía, y aún así no me topé con él.

Toqué el timbre, con la esperanza de encontrarlo ahí. Pero no hubo respuesta.

Marqué a su móvil, y como era de suponer nadie atendió la llamada.

Me estrujé los sesos, sintiéndome estúpido y triste por no conocer a Matthew, no lo conocía de verdad.
Si lo hiciera, tendría una idea de dónde estaría.

Entré al coche, podía intentar en al menos dos lugares más.

Cuando arranqué el motor, un mensaje se hizo presente en mi buzón.

"con Phill", se leía en el mensaje.

"Grz M", contesté a prisa.

Mary Ann, me estás salvando la vida.

Recordar la dirección de Phill no fue un problema. Llegué tan pronto como pude.

Ahora tenía que tocar el timbre y confrontar a Matthew, él me había salvado tantas veces. Yo simplemente no podía quedarme sentado sin hacer nada, sabiendo que él estaba sufriendo.

Presioné el botón y hablé por el parlante.

-Phill, es Jackson, sé que Matthew está contigo.

Tardó unos segundos en contestar.

-Pasa.- dijo la voz del pelirrojo.

La puerta de su apartamento se abrió y lo primero que ví fue el cabello disperso en el suelo, era de Matthew, ya no habían rizos adornando su frente.

Aparté la mirada del suelo y me encontré con el rostro sombrío de Matthew. Me acerqué a él y lo abracé.
No podía hacer otra cosa, no iba a obligarlo a decirme cómo se sentía, sólo quería estar con él. No iba a dejarlo solo.

Phill nos miró y me hizo una seña, nos dejaría solos.

-Gracias Phill.- dije gesticulando las palabras.

BOYS (PENDIENTE EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora