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Capítulo V: De Hércules a Harry.

Gracias a mis contactos, conseguí pasar desapercibido también en la actualidad.

Todo estaba informatizado, poniéndome las cosas más difíciles, pero con algo de dinero conseguí documentación cien por ciento verídica.

En mis manos se encontraban ambos documentos de identidad, tanto de Orfeo como mío.

Por supuesto esta vez tuve que elegir un nombre algo más permanente que gracias a Orfeo, resultó ser uno de lo más ridículo. Ya que se hizo amigo del que nos iba a hacer el favor y decidió hacer de las suyas.

Harry Styles Cox, nacido el 1 de febrero de 1994 en Holmes Chapel, Inglaterra. Madre: Anne Cox. Padre: Desmond Styles.

Al menos tuvo el detalle de que pusieran que Anne era mi madre, ya que la consideré como tal en su época.

Niall Horan Gallagher, nacido el 13 de septiembre de 1993 en Mullingar, Irlanda. Madre: Maura Gallagher. Padre: Bobby Horan.

Me convenció para poner que era irlandés, ya que según él quería ser original. El único motivo por el que acepté era porque su inglés aún sonaba algo raro así que lo podíamos usar como excusa.

Decidimos que ya que los mortales habían creado tanta información durante el paso de los años, debíamos ir a estudiar una especialidad que nos fuera interesante, así que tras pensarlo un poco, nos apuntamos a la universidad.

Orfeo iría por la rama musical, mientras tanto yo; iría a la ingeniera.

...

Era nuestro primer día en aquel sitio y Orfeo ya se había dedicado a presentarse a absolutamente todo el mundo, llamando la atención hasta de los profesores, -los cuales solían mirarlo extrañados por su comportamiento hiperactivo y exagerado- el chico no aprendía. Siempre tenía que hacer amigos fuese donde fuese.

Con lo bien que se estaba pasando desapercibido.

Mi primera clase era de ingeniería básica, había memorizado el aula dónde se daría.

Mas aún no se me daban del todo bien los números que no fueran romanos.

Por lo que, como es de suponer, acabé en la clase errónea.

Pero siempre pasando desapercibido.

En la pizarra se podía leer claramente el título del tema por el que iban, causándome algo de gracia.

Historia avanzada: Tema 3, mitología griega.

Sin darme cuenta, acabé sentado al principio de la clase, delante del profesor que ni siquiera se percataba de el nuevo rostro entre sus alumnos.

La forma en la que se expresaba era realmente aburrida, nunca imaginé que una historia tan intensa e interesante pudiera sonar como la más dulce nana.

Cuando sentía que me caía del sueño, mi corazón dió un vuelco al escuchar mi verdadero nombre.

-Hércules, hijo de Zeus y Hera. ¿Alguien sabe que le pasó? -Mis ojos se abrieron de par en par y mis pulsaciones aumentaban a cada segundo.

¿Acaso mi historia era conocida?

-Mató a su mujer e hijos en un ataque de ira descontrolada. -Tragué saliva al escuchar tal atrocidad salir de los labios del aburrido profesor.

¿Realmente pensaban eso de mí?

Una voz aguda pero masculina me sacó de mi trance, haciendo que me girara al instante, encontrándome así con un chico con algo peculiar.

-Discrepo, profesor. -Aclaró su garganta antes de proseguir, con el mismo tono suave con el que empezó.- Hércules nunca tuvo hijos ya que su esposa era estéril, por lo tanto esa historia es falsa. Él simplemente desapareció una vez que su esposa murió por causa de la edad.

El profesor entonces rodó los ojos, cansado.

-Señor Tomlinson, sientese. -Riñó antes de proseguir. -Y deje de leer cuentos de hadas en Internet, créame, sé lo que me hago, mantengase en silencio.

Y ahí fue cuando los minutos dejaron de ser segundos para convertirse en horas.

Sus pestañas se batían como las alas de la más libre de las aves, sus ojos eran incluso más profundos que los territorios del mismísimo Poseidón, su piel era del color del más dulce de los caramelos, y cuando se percató de mí mirada; vi su sonrisa.

La más bonita que jamás había visto.

Quizá en ese momento debí haberme girado, pero algo me hizo querer observarlo un poquito más.

La sensación me resultó tan extremadamente extraña que, a pasos torpes, tuve que salir de aquella clase.

Me sentía como... Mareado.

...

Cada vez que cerraba los ojos podía ver al chico de Historia.

Me sentía fuera de lugar, más de una vez me preguntaba qué me había pasado, ¿sería que el chico tenía una maldición parecida a la de Medusa?

No, no me había convertido en piedra al mirarlo.

¿Había ingerido algo que me sentó mal para marearme de ese modo?

No, sólo había comido algo de fruta fresca.

¿Entonces, qué me ocurría?

Orfeo notó al instante mi falta de interés en todo lo que me explicaba, su mirada penetrante me hizo rodar los ojos, no quería un interrogatorio ahora mismo.

-¿En qué piensas, tío? -Sentí su dedo índice unirse en la piel de mi mejilla. - Estás desconectado, ¿acaso Heros hizo de las suyas contigo? -Confesó con una mueca en la cara, haciendo que mi ceño se frunciera al escuchar tal disparatez. -¿Acaso eso es posible en tí? -Alzó las cejas, persistente. -Yo creía que tú no sentías nada ya.

A cualquiera mi reacción le hubiera parecido exagerada si nos grabara y viera la escena a cámara lenta.

Pero la realidad era que todo eso me lo soltó en menos de medio minuto, y ya había pasado muchos años a su lado, mi paciencia se esfumó hacía ya un siglo, a los meses de conocerlo.

-Cállate, Orfeo. No dices nada más que sandeces. -Ordené para hacerlo callar, ya que era la única forma en la que me hacía caso. -Simplemente me equivoqué de clase y acabé en una de historia donde contaron la mía propia, equivocándose en todo.

-Oh, ¿se hizo viral la versión falsa que dio a entender nuestro tío Hades? -Observé como se mordía el labio, mostrando su preocupación hacía mi persona.

-¿A qué te refieres? -Una conspiración de mí tío Hades en contra de mi persona, no era nada nuevo. -¿A caso ese mal nacido no tuvo suficiente con arrebatarme a mi esposa?

-Pues pareció ser que no... Ya que decidió que todos los mortales creyeran que hiciste la peor de las atrocidades con ella y tus hijos... -La ira recorrió mis venas, haciendo que golpeara la mesita de café con mis puños, partiéndola al instante. Orfeo mantuvo silencio.

-Realmente odio a ese traidor. -Confesé después de tranaqulizarme.

Sabía que no podía hacer nada, tampoco importaba.

Megara seguía muerta.

Los minutos volvieron a parecer segundos en el momento en el que me encerré en mi habitación, para recordar a mi esposa.

Imaginando los hijos que podíamos haber tenido.

Dead heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora