XVII

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Capítulo XVII: La noticia.

Toda mi vida se reducía a aquella noche.

¿Alguna vez habéis visto El Show de Truman?

-Lo siento, Harry. -Murmuró minutos después de haber separado sus labios de los míos. -Debí habértelo contado desde que nos vimos.

Decidí sentarme a su lado en la arena, mientras procesaba todo lo que me había contado.

-Pero... -Tartamudeé, abrumado ante tal desprecio hacia mis sentimientos por alguien tan cercano a mí. -¿Y Orfeo también?

-No, él no. -Negó una y mil veces que mi sobrino tuviera algo que ver con aquel plan del inframundo. -Pero Dylan sí.

-Los voy a matar. -Gruñí poniéndome de pie, reaccionando por primera vez con algún sentimiento; la ira.

-¡No! -Me vi atrapado por sus brazos una vez más. -Por favor, Hércules, ellos no tienen la culpa.

-¿Y entonces quién la tiene, Louis? -Escupí con furia. -O cual sea tu nombre.

Me arrepentí de mi comportamiento en cuanto lo vi agachar la cabeza para no mostrarme su tristeza ante mis palabras hirientes.

-Mi nombre es Asclepio. -Susurró con la voz quebrada. -Zeus me envió para curar tus heridas a cambio de poder volver a hacer mi trabajo en la tierra, puesto que me mandó al cielo con un rayo milenios atrás.

Tragué saliva al escucharlo, el simple hecho de pensar que podría morir, por mucho que me mintiera, no podía soportarlo.

-Ugh. -Gruñí para después tirar de su antebrazo y poder abrazarlo con fuerza. -Siento que mi padre hiciera tal atrocidad, prometo que no te pasará nada mientras viva. -Susurré para después posar mis labios en su frente.

-Siento mucho haber sido parte de todo eso, Hércules, de verdad. -Susurró por quinta vez. -Yo sólo quería ayudar.

Y la realidad era que con él no estaba molesto, pues su único propósito era ese, ayudar.

Mas Etálides y Sileno, esos arrogantes me las pagarían. 

Y ni hablar de Narciso, a él le esperaba la peor parte, pues si lo que quería era jugar con Orfeo, mi furia caería sobre él por encima de todos.

Orfeo, mi pequeño sobrino, al que tan poco le demostraba mi cariño. Él fue la única persona en la que podría confiar, y con el único con el que me apetecía compartir mis pensamientos.

-Louis. -Dije sin rastro de duda, pues prefería ese nombre a Asclepio. El chico posó su arrepentida mirada sobre la mía decidida. -Vamos a mi casa y allí sabremos qué hacer.

-Pero... Tu padre querrá volver a matarme. -Murmuró con un tono de pánico en su aterciopelada voz. -Me lo advirtió.

-Para poder hacerte daño a ti, deberá pasar por encima de mí primero. -Acoté con voz decidida.

Y nos dirigimos a casa.

...

En cuanto Narciso me vio con Louis, decidió salir de mi propiedad. Y bien que hizo, porque poco iba a tardar en echarlo a patadas yo mismo.

-Louis, por favor, ve a mi habitación y cierra la puerta. -Demandé para después dirigirme al sofá donde mi sobrino me miraba con reproche.

-¡Has espantado a Dylan! -Me gritó para después cruzarse de brazos y hacer pucheros.

-Orfeo, tenemos que hablar. -Sabía que mi sobrino me haría caso, pues raramente mantenía una conversación con él, al menos que yo empezara.

-¿Qué ha pasado? -Su postura fue la más correcta que tuvo en siglos, sabía que sería capaz de explicarme concisamente, mas temía por la reacción de Orfeo.

-Verás... -Cogí una bocanada de aire para soltar de golpe: -Zeus creyó que yo no era feliz aquí y por eso creó un estúpido plan para manipular mi vida y los que me rodean. Tus amigos Zayn y Liam no son los que dicen ser y... Dylan tampoco. Sólo aparecieron en nuestras vidas para conseguir un sitio en el Olimpo, como mi padre les prometió.

-¿Se te ha ido la pinza? -Reclamó con una ceja levantada y una sonrisa irónica. -Vamos, tío, ¿de dónde has sacado esas cosas?

-De Asclepio. -Confesé con una mueca de desagrado. -O más bien, Louis. 

Como vi que su cara sólo demostraba lo aturdido que se encontraba con la noticia, decidí soltarlo todo.

-Zayn en realidad se llama Etálides, es un semidiós que nunca olvida nada. -Tragué saliva al recordar sus nombres, pues los conocía de historias que escuchaba en la antigua Grecia. -Liam es Sileno, puede ver tanto el pasado como el futuro cuando va embriagado. Y por último... -Mordí mi labio inferior y me tomé unos segundos para confesar el nombre que más le dolería a mi preciado sobrino. -Dylan es Narciso, ya conocerás su historia, es algo famoso.

-P-pero... -Por juzgar por su gesto, necesitaba tiempo para procesar, mas decidí no dejarlo solo por si necesitaba un abrazo.

Cosa que necesitó quince minutos después, cuando todo en su cabeza cuadró perfectamente.

...

-Tío. -Escuché un susurro bajo mi mentón, donde el pequeño Orfeo posaba su cabeza. 

-¿Sí? -Contesté con voz suave, como había hablado las últimas dos horas desde que mi sobrino decidió expresar su dolor con lágrimas.

-¿Cómo puedes confiar en Louis? -Aquella pregunta me dejó helado. -Yo no podré volver a mirar a Dylan con los mismos ojos, nunca más.

Tragué saliva y posé mi mirada en el fuego de la chimenea. 

Orfeo colaboró con el ambiente y todo se volvió silencioso.

Todo menos mis pensamientos.



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