Capítulo 35
Fingir que no duele, duele el doble
No puedo seguir haciendo esto, cada noche me quedo lo más que puedo dentro de los baños para evitar a William y todo porque soy una cobarde. Siempre que intento hablar con él los recuerdos del incomodo momento que compartimos después del aquel beso vienen a mi mente y mis mejillas se tornan de rojo. Además tengo suficientes angustias para agregar una extra.
El olor a comida aún permanece en el restaurante, las últimas personas del lugar pagan la cuenta, eso quiere decir que por fin mi día ha llegado a su fin –un día más sin saber de él –pienso. Me acomodo la coleta del cabello antes de salir del baño de damas.
Recojo mis cosas que guardo en la parte de atrás del restaurante coreano y me encamino a la salida, el aire me pega como una cachetada en las mejillas, es una brisa fresca pero a la vez tan fría.
— ¿Quieres que te lleve a casa? —escuchar su voz me paraliza, pienso en una excelente excusa que me salve de esta.
—Quede con Jay en la cafetería a dos calles de aquí, me gustaría ir caminando —digo esperando que William se trague el cuento y se marche.
Por un momento creo que he logrado deshacerme de él, pero siento que sus pasos se acercan. Mierda.
— ¿Cuándo vas a dejar de evitarme? —Pregunta —Es hora que hablemos de lo que paso.
Su comentario me alerta, no quiero hablar de nada y menos con él. Solo quiero irme a casa y sentirme la persona más idiota y sola del planeta.
—No entiendo a qué te refieres —trato de evadir el tema.
—Lo sabes Alexa... —William se toma el rostro con impaciencia —...no sabes lo difícil que es contenerme ahora que te tengo tan cerca.
Noto que tiene razón, no sé en qué momento la distancia fue reduciéndose entre nosotros, esto tiene mala pinta. Doy un paso atrás dejando claro que cualquier idea que se esté formando en su mente desaparezca.
—Lo siento, lo que paso no significa nada para mí —está claro que mi comentario lo lastima.
Estoy acostumbrada a decir las cosas tal y como son para evitar malentendidos. Aunque en esta situación la mala aquí soy yo. Lo admito.
—Puedo hacerte cambiar de opinión, solo debes darme la oportunidad —agrega, da un paso para volver a estar a escasos centímetros de mi cuerpo —quiero que seamos amigos, sé que algo está mal contigo, las últimas semanas te has comportado extraña.
Sus palabras me asustan, creí que disimulaba bien la tristeza y desesperación que guardo en el pecho, al parecer una persona lo noto.
—No es nada —miento.
—Te he visto tomar medicamentos... —su mirada de preocupación me confunde ¿Enserio este chico frente a mi dejo de ser un casanova? Imposible. —He visto cómo te escondes de una mujer estos últimos días.
—Ya te dije, no es nada —el pánico comienza a crecer en mi pecho.
—Quiero ayudarte Alexa... —su tono es severo, persuasivo, con un tono de complicidad —No sé si deba decirte esto... —da un paso más hacia mi cuerpo haciendo que el espacio entre nosotros desaparezca, casi en un susurro pronuncia — ¿Acaso no vez que estoy loco por ti?
No sé qué responder, estar tan cerca de él hace que mi mente se pierda por unos momentos – además no puedo obviar lo atractivo que es –Una llamada interrumpe el momento, doy gracias a quien sea por salvarme.
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La Niñera De Los Hermanos Evans
Teen FictionEn los contratos siempre están esas letras pequeñitas que pasas por desapercibido y esto siempre significa: Problemas. Cuidar a trillizos de cinco años no es nada fácil, no cuando están en esa edad donde la energía parece no acabarse. Pero eso será...