22 de octubre, 1973
Solo. Así se sentía. Perdido entre la muchedumbre y abstraído de la realidad.
¿Qué le estaba ocurriendo?
Lo sabía, su problema tenía nombre y apellido, también ojos y boca, y un alma tan profunda que era incapaz de olvidarla por un segundo.
Un trazo por aquí, una pincelada por allá, y la silueta de Amanda yacía fugaz en el lienzo. Bella como un ángel, diosa de sus sueños.
Se mordió los labios intentando reprimir el gruñido gutural de enfado que le acechaba la traquea.
¡Maldita sea esta mujer con su sonrisa y su boca!
Suspiró frustrado. Llevaba días sin poder quitársela de la cabeza y a medida que las horas avanzaban, parecía entrometerse con más frecuencia en sus pensamientos. La podía ver durmiendo, sonriendo, comiendo, hablando, pensando, e incluso desnuda, mordiéndose el labio, totalmente sugestiva. Esta imagen por primera vez lo vio anoche, luego de despertar transpirado, con el corazón a tope y gemidos atrapados en sus labios. Había sido la escena más candente de la cual había sido presa, y sintió vergüenza de ver su rostro en la mañana. Por eso, decidió salir temprano, casi al alba, corriendo por las húmedas escaleras, respirando con tranquilidad cuando el aire fresco se coló por sus pulmones.
Pero ahora, después de doce horas solo sentía deseos de verla. Y ¿para qué seguir reprimiendo su instinto? Sabía que a esa altura del día sería inútil, así que rápidamente guardo sus cosas y salió rumbo a su hogar.
Tardó casi media hora, mucho menos de lo habitual. No llamó su atención, al contrario, conocía su determinación.
Abrió la puerta y todo se encontraba en completo silencio. Dejó sus cosas a aun costado sin hacer ruido, para luego cerrar la puerta de la misma manera.
Avanzó por el lugar que tan bien conocía, siguiendo la tenue luz de una vela en medio de la sala. Amanda se encontraba sentada en el piso leyendo un libro. No sabía cual era, pero podía notar que estaba en español.
Se acercó sigiloso, como un león a su presa y se detuvo un instante para admirarla. Al contraste de la vela, era mucho más hermosa. Comenzó a analizarla de pies a cabeza. Sus piernas largas se estiraban a lo largo del piso, morenas y musculosas, y solo llevaba una pequeña chaleca que a penas cubría sus bragas. No dejaba demasiado a su imaginación y eso lo ponía en aprietos. Su boca era una linea recta perfecta y su cabello estaba desordenado. Realmente, no sabía que pensar.
-Buenas noches - habló Amanda, sacando de su ensoñanación al rubio.
-Hola - respondió dejando salir un largo suspiro.
Amanda cerró el libro y se puso de pie, quedando a unos cortos pasos de Niall, quien la miraba serio.
-¿Ocurre algo? - preguntó acercándose.
Niall se mantuvo estático en su lugar, sin dejar de mirarla, e intentando dejar todos sus indecorosos pensamientos a un lado. Mas se le hacía difícil. Su instinto más salvaje le pedía a gritos que la tomara ahí en la sala y la hiciera suya de una vez por todas.
¿Pero qué mierda me está pasando? Jamás en la vida había tenido pensamientos de ese calibre hacia una mujer.
Negó cerrando los ojos. Volviendo su cuerpo a su normalidad. Sentía como una corriente de aire fresco corría por cada vertebra de su columna, ayudándolo a respirar con tranquilidad.
Cuando abrió sus profundos océanos, la castaña lo miraba totalmente confundida. Tenía una ceja elevada y las manos rodeando su cuerpo.
-Amanda - pronunció Niall luego de unos largos minutos en los que solo se observaron. Era la mismísima gloria pronunciar ese nombre - ¿te gustaría salir con este humilde pintor?
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30 días •n.h• TERMINADA
Fanfic"Como el destino nos juntó, nos separará." Amanda Vega, totalmente desesperada bajo la amenaza del nuevo gobierno, se ve obligada a dejar su país. Exiliada en la desconocida ciudad de París a miles de kilómetros de su tierra natal, se ve involucra...