Día 24

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4 de noviembre, 1973

Una cosa no quitaba a la otra, y Amanda lo tenía más que claro.

Su pequeño cuerpo tiritaba de terror al releer las horribles palabras que su amigo había escrito en una desabrida hoja café , para luego sellarla dentro de un sobre mugriento en el cual solo se podía ver su nombre.

Amanda:

Tengo que admitir que siento un miedo profundo en este momento. Pensé que al venir a París las cosas se arreglarían, que estaría a salvo, y por mucho tiempo lo fue. Pero ahora no. 

Las cosas han cambiado y no siempre es bueno correr de los problemas, porque estos me están siguiendo. No se detienen. Hay gente que está tras de mi y no sé como librarme de ella.

Ya no tengo un lugar donde quedarme y si te escribo es porque estoy desesperado, no sé a quien más recurrir.

He pasado días muy duros y he estado al borde de la muerte en varias ocasiones. No entiendo como todo puede cambiar de un segundo a otro. En verdad si lo sé, pero esta vez tengo miedo, mucho miedo. No sé cuanto tiempo más podré aguantar.

Amanda, por favor ayúdame.

Ricardo.

-Planeta tierra llamando a Amanda - dijo Niall mientras pasaba su mano por la cara de su compañera.

-¿Qué? - preguntó solo por responder algo.

-¿Me dirás que ocurre? Desde anoche no has dejado de leerla.

La castaña lo miró escéptica. No estaba segura si debía contarle pero los ojos de Niall clamaban que por favor no lo dejara fuera de su preocupación. Tragó suavemente el nudo que comenzaba a formarse en su garganta y le extendió la carta al rubio.

-Leela, así comprenderás.

Niall la tomó entre sus finos dedos, la acomodó ante sus ojos y comenzó la faena que lo tenía desesperado. En cada párrafo, linea y palabra, podía sentir la desesperación de Ricardo y la angustia de Amanda. Porque sabía que la castaña lo ayudaría, sea como pudiera. Era su amigo, el mismo que le brindó una mano cuando el agua de la dictadura empezaba a ahogarla.

Cuando terminó de leerla, se dejó caer sobre el colchón sin decir ninguna palabra. Su mente se había empeñado en encontrar una solución para ayudar a Amanda, la cual al ver su actitud, casi sin importancia, sintió unas increíbles ganas de llorar. Sin pensarlo mucho, se puso de pie y comenzó a buscar su ropa. Niall había insistido en leer la carta y ahora que lo había hecho parecía no importarle. ¿A dónde quedó la preocupación que sus ojos transmitían?

El rubio frunció el ceño al ver a su compañera vestirse con tanta rapidez y en total silencio. Se acomodó en el colchón y observó sus movimientos por unos segundas.

-¿Qué ocurre? - preguntó cuando Amanda terminaba de anudar sus zapatillas.

-Iré a buscar a Ricardo - dijo sin importancia, fría como el invierno.

-¿A dónde? - volvió a preguntar con inocencia.

-No lo sé - Niall la miró sin comprender - Quizás si hubieras prestado atención a la carta me entederías - escupió con dolor.

Mierda, ahora entendía que le ocurría. La había cagado y no podía negarlo. Su mente se había empeñado tanto en buscar como ayudarla que olvidó por completo que Amanda estaba allí, esperando alguna palabra de apoyo o un simple gesto de empatía, pero, en cambio solo se había vuelto a tirar sobre la colcha.

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora