Día 12

228 25 0
                                    

23 de octubre, 1973

Un rayo de sol se coló por entre medio de la ventana, pegando con fuerza en su rostro. Amanda se removió en su lugar sin mucho éxito, un fuerte brazo la sostenía por la cintura. Era el de Niall. Sonrió aun con los ojos cerrados al recordar la noche anterior, y la manera en que el rubio la estrechó en su cuerpo durante la fría madrugada.

¿Estaba bien? Que importa. Se sentía como el mismísimo cielo.

A quién engañaba, si era importante.
Daniel, discúlpame, pero ya no puedo más con esta tristeza y soledad.

Niall pareció escuchar sus pensamientos, y acarició su cabello, formando círculos uniformes por toda su nunca. Amanda abrió sus ojos que ya se encontraban vidriosos, e inmediatamente se encontraron con los de Niall, los cuales la miraban con ternura y amor. La castaña no dudó ni un segundo en aferrarse al torso desnudo de su compañero, y sintió inmediatamente su aroma tan tranquilizador.

-¿Estás bien? - se atrevió a preguntar el rubio.

La joven asintió levemente con la cabeza, sin decir palabra alguna. Niall por su parte, solo suspiró y beso con amor el cabello suave de Amanda. Olía a rosas silvestres, una deliciosa fragancia que le recordaba a su madre, aquella mujer que era la protagonista de sus más oscuros recuerdos de la infancia, aunque también debía admitir que no siempre fue de esa manera, alguna vez si fue una buena madre.

-Me gusta el olor de tu cabello - habló sin pensar.

-Gracias. Me recuerda a mi madre - murmuró Amanda con una sonrisa en su rostro.

-A mi también.

La castaña se apoyó en sus brazos soltándose del cuerpo de su compañero, para así poder observarlo. Nunca antes había hablado algo positivo de la mujer que le dio la vida.

-¿De verdad? - preguntó.

-Así es - respondió el rubio con una sonrisa en su rostro. A pesar de que la mujer no lo alegraba, esta vez se sintió a gusto contándole a su compañera sobre su pequeño secreto. Porque pese a todo, ese olor tan peculiar era casi el único recuerdo decente que tenía de su madre.

Amanda le sonrió y se paró rápidamente del colchón. Había recordado la foto que Greg le había entregado hace unos días, y aun seguían en sus pantalones. Los buscó y cuando lo encontró se acercó nuevamente a donde Niall estaba para sentarse frente a él con las piernas cruzadas como indio y las manos extendidas en su dirección, ofreciéndole la fotografía.

-¿Qué es? - preguntó su compañero confundido.

La castaña suspiró - Greg me lo dio - Niall se tensó, quedando totalmente inmóvil - Me pidió que te la diera.

La miró dudoso. Sin querer verla. Pero había algo mucho más fuerte que él que se lo pedía. Quizás era Amanda, que lo miraba en silencio, expectante a cada uno de sus movimientos. O quizás era simple curiosidad.

No le importaba mucho cual de ambas opciones era, pues de todas formas estaba dispuesto a ver lo que Amanda tenía en sus manos.

La cogió rápidamente y al verla su corazón comenzó a latir frenéticamente. No podía creer lo que sus ojos veían. Era una foto en donde estaba su madre, aun sana y cuerda, con un dulce aroma a rosas, sosteniéndolo en brazos cuando era un infante. Pese a su corta edad,.aun recordaba el día en que sacaron esa foto, y la nostalgia lo invadió estremeciéndolo por completo.

-Cuando la vi, no pude evitar pensar en mi madre - empezó a hablar la castaña, y Niall dejó a un lado la imagen de su familia, al mismo tiempo en que desviaba su mirada hasta las profundidades de su compañera, la cual se puso de pie y sacó un cuadro de su pequeña mochila para sostenerlo en su pecho, como si fuera un tesoro. El rubio sabía que era importante para Amanda, y estaba dispuesto a poner toda su atención en ella - Esta es mi familia - sonrió dando vuelta el cuadro, mostrándoselo con orgullo a su compañero.

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora