Día 21

146 15 0
                                    

1 de noviembre, 1973

El clima con el pasar de los días se volvía más frío, y a las cuatro de la tarde ya se sentía el invierno entrando con fuerza pese a que faltaban casi dos meses para su llegada.

Sin embargo, eso no detendría a Amanda para ir a la junta que Ricardo la había invitado la mañana anterior. El pecho se le oprimía con brusquedad al pensar con lo que podría encontrarse, y el fuerte agarre de la mano entrelazada a la de Niall, confirmaba la ansiedad.

A penas tocaron la puerta de la pequeña casa aledaña a un peladero, una joven de tez negra los saludó en un perfecto francés acompañada de una genuina sonrisa.

-¡Pasen! - exclamó haciéndose a un lado para que pudieran entrar, al ver que se habían quedado estáticos en la vereda.

Los tortolitos se miraron cómplices y con confianza se adentraron en la casa de madera que olía a té y cigarrillos, al igual que la casa de la abuela de Amanda. Llegaron a una habitación donde varias personas reían alrededor de una mesa circular. Ricardo al ver a su amiga se puso de pie dejando el cigarro en el cenicero.

-¡Amanda! - exclamó para luego envolverla entre sus brazos.

-Hola - fue lo único capaz de decir. El nerviosismo estaba apoderado de su cuerpo.

-Atención todos - gritó Ricardo, provocando que el resto de comensales dejaran sus actividades para concentrarse en el chiquillo - Ella es Amanda y él es Niall.

-Siéntense aquí - la misma joven que los recibió en la puerta hace unos segundos dejaba dos pisos muy cerca de mesa, para que pudieran unirse a la animada conversación - Me llamo Rose, por cierto - esbozó una pequeña sonrisa.

-Un gusto - dijo la castaña tomando asiento.

-¿Qué les parece si nos presentamos? Veo nuevos rostros - un hombre de unos 30 años volvió a interrumpir la plática.

-De acuerdo - Ricardo habló - Hola a todos, mi nombre es Ricardo y estoy viviendo en París hace un mes, creo. No estoy seguro - se escucharon risitas provenientes de casi todos los oyentes - Si estoy aquí es porque logré salir con vida y ella - apuntó a Amanda - está aquí por mi.

Todos giraron sus cabezas hacia la castaña que no podía más con la vergüenza. Sabía que ahora sería su turno de hablar, pero no tenía idea que era lo que diría. Pero al sentir aun la cálida mano de Niall jugando con sus dedos, el valor se apoderó de su cuerpo y las palabras brotaron de su boca inmediatamente.

-Me llamo Amanda y si estoy aquí, viva, es gracias a Ricardo - le regaló una sonrisa a su amigo - Llevo poco menos de tres semanas en París y a decir verdad ha sido bastante difícil - hizo una pausa mirando a cada uno de los desconocidos amigables rostros que asentían ante sus palabras.

-¿Cómo es que en tan poco tiempo hablas tan bien francés? - alguien preguntó.

Suspiró, porque siempre al evocar el recuerdo de su padre una parte de su corazón se quebraba - Mi papá era profesor de francés. Él me enseñó.

-¿Y dónde está tu padre? - el mismo chico preguntó y Ricardo le lanzó una mirada de desaprobación.

-En un lugar mejor, supongo - sonrió esperanzada en que así fuera.

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora