Epílogo

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Diciembre, 1993.

Amanda entró a la amplia e iluminada habitación con el cuerpo tembloroso. Caminaba sin pestañear, mirando la gran pintura que se alzaba frente a sus ojos. Era grande, brillante y la conocía. Sabía perfectamente quién era la joven mujer que posaba con los ojos perdidos. 

Era ella, semidesnuda y triste, en medio de la habitación y siendo contemplada por una pareja de ancianos. Las mejillas se le tiñeron de rojo y no pudo evitar sentirse expuesta. Sin embargo, la delgada joven que la miraba sin pestañar, había quedado en el pasado y se había vuelto una mujer fuerte y luchadora.

Se acercó con timidez al cuadro una vez que la pareja se retiró del salón. Quedó a escasos centímetros y sus manos temblaban. Cerró los ojos y se dejó llevar por el olor a pintura y los recuerdos comenzaron a aflorar. El estudio de Niall, sus manos sucias, su sonrisa y sus ojos. Lo extrañaba y no había día en que no lo recordaba. Aun podía sentir su piel junto a la suya y como el incipiente amor que comenzaba a aflorar seguía intacto. Porque solo los años habían pasado.

Sin darse cuenta, unas cuantas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Respiró profundamente intentando calmarse, pero parecía no funcionar. Por primera vez en más de diez años se permitía recordar y añorar ese mes, esos días.

-Es el mejor cuadro que he pintado.

Una voz tras su espalda habló, y supo inmediatamente de quien se trataba. El corazón se le apretó y las ganas de llorar se hicieron más intensas. No era capaz de darse la vuelta y observarlo; de seguro estaba diferente, con la barba larga y unos cuantos cabellos blancos, casi irreconocible a esa imagen de la juventud que ella mantenía.

-Se llama Amanda y es el amor de mi vida.

Niall volvió a hablar a sus espaldas y esta vez se dio vuelta. Su confesión había logrado calar en lo más profundo de su corazón. Lo observó sin respirar por unos segundos y pudo notar que no había cambiado mucho. Sus facciones se habían vuelto mucho más madurass, la barba le había crecido y sus ojos seguían igual que siempre. Se sintió atraída inmediatamente y tras esa cara de hombre maduro pudo ver al Niall de antaño, a aquel que la ayudó profundamente y que pese a los años, no ha podido quitarse de la mente.

-No he podido olvidarte ningún día, Amanda - volvió a hablar el rubio, y esta vez caminó acercándose hacia la figura de Amanda que seguía estática en su lugar - Llevo esperando muchos años este momento - las lágrimas comenzaban a hacer presencia - Te he soñado cada noche y he deseado con todas mis fuerzas volver a verte.

La castaña seguía sin moverse y las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos. Quería correr y lanzarse entre sus brazos y pedirle disculpas, por haber sido tan tonta y haberse alejado de su lado, pero no podía, sus pies se lo impedían.

-Niall - fue lo único que salió de sus labios.

El rubio caminó con lentitud y cuando quedó a unos escasos centímetros, tomó la mano de Amanda y la besó. No dijo nada y la observó. Observó como había cambiado y como bajo esas escasas arrugas estaba la niña que había robado su corazón. Había deseado tanto ese momento, que ahora que lo estaba viviendo, no podía creerlo.

-Estoy aquí - murmuró.

Y esas palabras bastaron para que Amanda, hecha un mar de lágrimas, se lanzara sobre los brazos de Niall, pidiendo disculpas  y dándole gracias a la vida por haberlo puesto otra vez en su camino. Sin embargo, había asistido a la exposición de arte de Niall en París con la esperanza de encontrárselo, y no sé si decir que fue casualidad o el destino, pero Niall debía estar ese día en la galería.

-Gracias, Niall - dijo la castaña finalmente, cuando el llanto ya había pasado.

No podía creer que lo tenía frente a sus ojos después de tantas noches en vela, esperando encontrárselo en sus sueños.

Las palabras sobraban en aquel momento, y solo los sentimientos que flotaban como cupidos en el aire se podían sentir. Luego de tantos años, la vida los había vuelto a unir y eso solo significaba el comienzo de una gran historia.

Con aquellas palabras tan esperanzadoras, terminó Amanda de escribir su novela. Se paró de su escritorio y miró por la ventana. La torre Eiffel se alzaba imponente antes su ojos, tal cual lo había hecho la primera vez que había llegado a aquella ciudad. Había un sol espectacular y unas ganas de salir la invadieron. El final de su novela la había dejado satisfecha, pese a que en la vida real aun no se había reencontrado con Niall. No había día en que no lo recordara y añorara verlo una vez más. Por eso la novela que contaría la historia de su instancia en París tenía que tener un buen final, porque lo merecía y porque la esperanza de volver a verlo jamás se agotaba.

Suspiró y volvió a perderse por los edificios de la gran ciudad.

¿Y si salgo? Si, eso haría. Disfrutaría el día.

Tomó la cartera que se encontraba sobre el escritorio y salió de su departamento sin saber que en tan solo unas horas, el final de su novela se haría realidad y el tan ansiado reencuentro con Niall cambiaría su vida para siempre, tal como lo hizo ese inolvidable mes que estuvieron juntos.













Y bueno, este es el final de la novela!

Espero que haya sido de su agrado!! Me pone algo triste terminarla luego de haber estado dos años escribiéndola. Me gusta demasiado esta historia y esperp que a uds también la hayan disfrutado tanto como yo.

Pido disculpas por mis lentas actualizaciones y doy las gracias a quienes leyeron esta novela.

Muchas gracias!

Besos!<3

Gemma

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora