Día 7

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18 de octubre, 1973

Amanda se encontraba sentada en el sofá de la sala leyendo, cuando escuchó dos voces masculinas y luego un fuerte golpe en la puerta principal.

Niall venía entrando junto a un hombre un poco más alto y robusto que él. Estaban discutiendo, y no parecía que las cosas terminarían bien.

La castaña cerró el libro y se puso de pie. Niall la miró y luego el extraño hombre también lo hizo. No pudo evitar sentirse intimidada ante esas miradas tan celestes y profundas.

-Hola - la saludó el rubio y Amanda se acercó para abrazarlo. Lo había extrañado, aunque sonara bastante patético.

-¿Qué ocurre? - le preguntó en el oído antes de separarse.

Se miraron unos segundos y luego con un solo gesto Amanda supo que luego hablarían.

-¿No me presentarás a tu novia? - le recriminó el desconocido, rompiendo el contacto visual.

La joven se separó de golpe, se cruzó de brazos, lo miró con los ojos en llamas y de forma bastante dura contestó que solo eran amigos.

Algo dentro del pecho de Niall se quebró. Sintió como si una daga hubiera atravesado su corazón. Sabía que no debía, pero había algo más fuerte que no podía controlar. El saber que eran amigos, le había dolido.

-Él es Greg, mi hermano - se apresuró a hablar el rubio antes de que cualquier sentimientos le nublara la mente.

-Amanda - contestó la castaña.

Se quedaron en completo silencio los tres, pasando sus miradas por cada uno, intentando descifrar lo que pasaba por sus cabezas, pero Amanda no tardó mucho en entender que hacía mal tercio en ese lugar, y sonriendo se alejó de los hermanos.

Se adentró en su pieza y dejó la puerta levemente abierta para poder escuchar. Quizás no era de su incumbencia, pero la curiosidad la estaba matando.

Mientras tanto en la sala, Niall respiró con tranquilidad y elevó ambas cejas.

-Es una belleza - dijo Greg con una sonrisa maliciosa en el rostro.

-Vamos, ¿qué quieres? - respondió ignorando su anterior comentario. No le gustó para nada escuchar a su hermano hablar de esa manera.

Se acercó al refrigerador y sacó una cerveza. La única bebida capaz de enfriarle el cuerpo.

-¿Qué quiere Anne? - escuchó la voz de Greg acercándose a él.

-No sé, pero sea lo que quiera yo no la ayudaré - la chapa de la cerveza voló por los aires y cayó en el suelo tan despacio, que ni siquiera se percataron.

-¿Se puede saber el por qué?

Niall tomó un largo sorbo y luego se acercó hacia su hermano, caminando lentamente, disfrutando su notable confusión. No quería nada más que golpearlo en su bonito rostro y darle a entender que estaba mucho mejor antes de que volviera a aparecer en su vida.

Fue una verdadera sorpresa cuando en la mañana se paró frente a él y lo saludó igual que cuando tenía 5 años. "Hola, ricitos de oro". Al escucharlo sintió como el corazón se le paralizaba. Nunca pensó que se dignaría a volver. Subió la mirada con cautela del lienzo, y al verlo ahí, convertido en un hombre, miles de emociones lo invadieron. Quería abrazarlo, golpearlo, reírse, gritarle, llorar y volver a golpearlo.

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora