Día 2

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11 de octubre, 1973

Amanda despertó por el fuerte sonido de un vaso estrellándose contra el suelo.

Se sentó sobre el colchón rápidamente, para luego enjuagar sus ojos y abrirlos, mirando con detención el pequeño y oscuro cuarto que la había protegido de la fría noche.

Las paredes de color gris, tristes y descascaradas le daban un toque tétrico y sombrío.

Había nada más que un pequeño mueble en una de las esquinas, y sobre él un montón de ropa y una radio, y también una silla al lado de la cama. Aunque no se podía decir que era una cama completa, porque no tenía catre.

Sacó las gruesas frazadas de lana de su cuerpo y se sintió levemente expuesta.

Niall podría llegar en cualquier momento y verla solo en polera y calzones.

¿Qué más da? Se dijo, y se puso de pie.

El cuerpo le dolía como si un tractor hubiera pasado sobre ella mientras dormía. Se estiró y cada hueso sonó acomodándose en su lugar.

La piel se le puso de gallina cuando una leve corriente entró por la ventana semi abierta.

Dando pequeños pasos, tanteando el terreno llegó hasta el vidrio, el cual cerró con un golpe mucho más fuerte de lo que esperaba.

Niall que iba entrando a la pieza, se sobresaltó de tal manera al ver que el colchón estaba vacío, que por un momento juró que su corazón se le saldría del pecho. Llevó una de sus manos hasta la zona afectada y respiró profundamente.

Amanda se dio la vuelta, y al verlo ahí, parado con el pecho agitado, no pudo evitar sentir vergüenza.

-Estoy bien - dijo el rubio al ver sus mejillas teñidas de un bonito carmesí.

-Lo siento - habló con las palabras tropezándose entre ellas, presa de la vergüenza - De verdad no fue mi intención...

Niall se acercó hasta ella, y le tomó la mano.

Amanda tuvo que contener el aliento por unos segundos ante aquel contacto inesperado. Su mano áspera y callosa acariciaba la suya y solo quería retirarla. No porque le molestara aquel cálido tacto, si no porque lo sentía incorrecto.

-Está bien - repitió Niall y le dio una sonrisa.

Cuando retiró su mano pudo volver a respirar. El pecho le dolía y las piernas le temblaban.

-Vale - dijo y se abrazó a ella misma intentando buscar un poco de calor que se había perdido cuando sus manos se alejaron.

-En la cocina hay de todo lo que puedas necesitar - habló Niall antes de irse, sacándola del pequeño lapsus en que él la había sumergido sin querer.

-Gracias - respondió débil, al igual que la sonrisa que se curvó en sus labios.

Niall le devolvió el gesto y se encaminó hacia la salida.

-¿A qué hora volverás? - preguntó la joven rápidamente antes que dejara la habitación por completo. Se mordió el labio sintiéndose patética. Claramente no era un tema que a ella le correspondía, pero el miedo aun recorría cada rincón de su cuerpo.

30 días •n.h• TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora