14 - que así sea... continuación

16 2 0
                                    

Abrir los ojos lentamente y me di cuenta que me había quedado dormida. Me desperté con sobresalto. Se suponía que debía de encontrarme con Sarah y Chels para estudiar. Me levanté rápidamente, recogí mis cosas y salí de la biblioteca a prisa. Pensé que las chicas me regañarían por llegar tarde, pero no fue así.

Al llegar a nuestra habitación, me las encontré en la pequeña sala de estar viendo televisión.

—¿Qué hacen tan relajadas, no deberían estar estudiando para nuestro examen?

Las chicas me miraron con expresión confundida para luego mirarse una a la otra y echarse a reír. ¿Acaso dije algo gracioso?  

—Creo que aún no has visto la hora que es. Alex, son las 8:41 pm. Las clases ya terminaron. —dijo Chealse entre risas—. Estabas tan exhausta, que te quedaste dormida en la biblioteca, mientras estabas con Patrick.  

Mi cara debió ser un poema al ver que las chicas se reían con más ganas hasta el punto de hacerlas llorar y retorcerse.

—¿Podrían parar y decirme de que diantres están hablando? —dije confundida—. Si me quede con Patrick en la biblioteca, creo que recordaría el haberlo estrangulado… o quizás el tirarlo por unas escaleras.

—Lo sabemos. —dijo Sarah conteniendo la risa—. Pero eso no fue lo que paso cuando vimos a Patrick al llegar contigo en su espalda estando dormida. Ofreció excusas con el profesor y le pidió que te de diera una oportunidad para que tomaras el examen mañana.

—¿¡Qué!? —pregunté incrédula—. ¿Y el profesor acepto, así como si nada?

—Claro que no. —dijo Chels—. Patrick regateo unas vacaciones con todo pago y un trabajo de largo plazo en la compañía de su padre, a cambio de que te dejara tomar el examen.

Me quede sorprendida y fuera de mi al escuchar lo que me decían las chicas. No me podía imaginar el costo que serían unas vacaciones como esas, de solo imaginar los ceros que tendría la cuenta al final de la estadía, hacía que me doliera la cabeza.

Debía al menos darle las gracias a Patrick por el rescate.

—¿Saben a dónde se fue él? —dije mientras iba a cambiarme de los zapatos.

—Creo que saliendo de las duchas. —dio Sarah haciendo zaping. Se dio cuenta que Chels y yo la estábamos—. ¿Qué? Algunas de nosotras no deleitamos al ver a los chicos jugar Lacrosse de vez en cuando.

—En tu caso sería casi una o dos docenas seguidas. —dijo Chels disimulando su risa.

—Bien, con esto estoy lista. —dije amarrándome las deportivas de Chels.

—Espero las regreses limpias y en una pieza. —dijo mientras iba saliendo de la habitación—. Lo digo en serio, son mis favoritas.

Escuche antes de cerrar la puerta.

Corrí fuera de los dormitorios en dirección de la cancha Lacrosse. Ya era la segunda vez que iba a ese lugar, así que me apresure lo más que podía. No quería llegar tarde y perder esta oportunidad de darles las gracias.

Iba corriendo por el frente de los puestos ambulantes de comida del campus, cuando vi de reojo al equipo de Lacrosse. Me detuve de golpe y cambié de dirección. Caminé hasta el grupo y les pregunté a uno de los chicos por Patrick, me dijo que se quedó en el campo para dar unas vueltas más, antes de irse a dormir.

Sin tardar fui hasta la cancha, donde lo encontré corriendo alrededor. Me acerque a una de las bancas del público y espere que regresara de su vuelta para hablarle.

—Vaya, al parecer algunos de los niños consentidos también saben lo que es el esfuerzo. —dije en voz alta para llamar su atención.

Aun estando un poco distante, pude ver su atractiva sonrisa de comercial de dentífrico.

—Aunque no lo creas, todos conocemos el significado. —dijo deteniéndose frente a mí—. Solo que la mayoría no implementan en su vida diaria.

***

¿Qué hacia ella aquí? ¿Se habrá enterado de que la deje esta tarde en su habitación al quedarse dormida en la biblioteca? Bueno, la verdad era que no podía dejarla dormida y sola en ese lugar, donde cualquier chico podrían abusar de ella sin que se diera cuenta. Solo sobre su cadáver pasaría algo así.

—Entonces… —dijo poniéndose de pie y metiendo las manos en los bolsillos—. Supongo que debo de darte las gracias.

—¿Y eso a que se debería? —dije cruzándome de brazos y arqueando una ceja.

—Bueno, por cuidar de mí y llevarme hasta mi habitación…—dijo para mirarme a la cara—. Además de que me enteré que hablaste con el profesor para que me dejara tomar el examen mañana.

Susurro las últimas palabras intentado de que no la escuchara, pero no le funciono.

—No hay de que. Sabes que no significa nada… —dije para ser interrumpido.

—Para ti. —dijo mirándome algo confusa—. Eso es lo que piensas, ¿qué no es nada para ti? ¿No es nada que ese profesor se gaste miles de dólares en un capricho, al cual no ha colocado ni un centavo de su dinero?

Agacho la mirada con ira y apretó los puños fuertemente.

—No es eso lo que quiero decir… —puse mi mano en su barbilla y levente su rosto—. Sabes que en la vida como en los negocios, se debe arriesgar algo para ver algún resultado.

Se me quedo mirando durante un momento.

—El que yo haya ofrecido esas vacaciones, es un riesgo que tome porque quise. —le dije calmadamente—. Y lo volvería hacer sin que me lo pidieras, porque así lo quiero hacer.

—Pero… —dijo algo cohibida—. No tengo con que pagarte, y no me imagino todo el tiempo que debo de trabajar en el bar para poder pagarte por lo que has hecho por mí.

—¿Y que te hace pensar que recibiría el dinero que te ganarías con tu esfuerzo? —dije con una sonrisa—. Que tal si hacemos esto, acompáñame a dar unas vueltas a la cancha y olvidémonos del tema. ¿Te parece?

Una leve carcajada salió de su boca al escuchar mi oferta.

—¿Sabes cuantas vueltas tendré que hacer para compasártelo? —dijo aun sonriendo.

—Me alegro de ser paciente. —respondí.

Comencé a trotar un poco para marcar una corta distancia entre los, así evitaría decirle que para mí solo bastaba con verla sonreír.

a la mierda con todosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora