Él camino a casa fue tranquilo y silencioso. Durante todo el camino solo pude dedicarme a ver a través de la ventana. Viendo el paisaje cambiar de lo agitado y estruendoso de la ciudad, a lo calmado y simple de los barrios semirrurales. La tranquilidad del viaje me hacia pensar en las cosas que no quería imaginarme. Posibilidades de perder a mi padre, de quedarme sola sin nadie que me ayude a avanzar. Sin nadie que cuide de mis hermanas cuando no estoy en casa, de verlas crecer. No habrá nadie que me de un abrazo cuando regrese a casa, que escuche de mis problemas, que me de consejo o que me de un beso para hacerme olvidar los malos momentos.
Todos mis pensamientos se empezaron a tonar negativos y me hacían querer llorar. Quería, deseaba que nada de esto hubiera pasado. Que solo fuera un mal sueño y que al despertar todo quedara en el pasado. Pero no era así.
Suspirando para contener las lagrimas que estaban por caer, escucho algo de la música que viene de los parlantes del auto. Al parecer Jonah había puesto la radio.
El silencio que estaba presente entre nosotros fue disminuyendo a medida que continuaba el viaje. Le agradecí a Jonah en un pensamiento.
Poco después de que llegáramos a casa, intente que Jonah se fuera. No estaba lista para tenerlo cerca por mucho tiempo, sin embargo, insistió en quedarse con el pretexto de que solo quería que estuviera bien. No me lo creí.
Por otro lado, no quería discutir. Estaba muy cansada física, mental y emocionalmente como para refutar a su decisión.
Entramos a la casa y no vi señales Terrence por ningún lado. Dejando a Jonah en la sala entre en la cocina para ver si estaba allí, pero no estaba. Preocupada por las gemelas, fui hasta su habitación, pero no estaban allí. Pase por la de mi padre y tampoco estaban. Un tanto nerviosa, fui a mi habitación y las encontré dormidas y acurrucadas entre ellas. Suspire de alivio.
La lampara sobre la mesilla de noche junto a mi cama estaba encendida. Entre a mi habitación para apagarla, pero antes me percate de que había una nota.
“Alex, perdón por irme sin esperarte. Estoy ayudando con el bar. Pasare para vigilar que las niñas. Si no estoy en la casa, es porque el bar necesita ayuda. Ya entiendo porque trabajas tanto.
Terrence.
Pd: Llamame cuando regreses.”Sonriendo por el mensaje, apague la luz para dejar descansar a las niñas. No quería que se despertaran y empezaran a preguntar por papá. Sabía que estarían muy angustiadas por saber como estaba y no me creía capaz de decirles por el momento.
Volviendo a la sala, encontré a Jonah sentado en el sofá. Estaba navegando por su teléfono celular. Estaba muy sumido en lo que hacía, que no se percato que estaba mirándolo. Me acerque y tome asiento a su lado. Solo así se dio cuenta de mi presencia. Dejo su teléfono a un lado y estiro su brazo por encima de mis hombros para atrecharme más cerca de él. Mirando al vacío deje que lo hiciera. Estaba tan cansada que permití que me consolara por un rato.
Pasando su mano de arriba abajo por mi hombro dijo lo primero que surgió de su mente.
—Deberías ir a descansar un poco.
Negue en silencio.
Continuo con su consuelo. Me hacia sentir un poco mejor. Al poco tiempo deje que mi cabeza descansara en su hombro.
—No creo que pueda dormir. Siento que, si duermo, algo malo pueda pasarle. —Dije en referencia a mi padre.
Sintiendo que estaba por derrumbarme, Jonah nos acomodo de frente junto al otro y guio mi cabeza hacia su hombro nuevamente. Allí deje que todo saliera, mis lagrimas tenían libre acceso para derramarse sin ser retenidas.
Mientras lloraba, él acariciaba mi espalda y susurraba palabras dulces.
Al cabo de un tiempo ya había liberado todo el llanto que tenía. Me aleje un poco para limpiar mi cara.
—Lo siento —me disculpe —. No quería bañarte en lágrimas.
—Hey, no importa. Sabes que puedes usarme de pañuelo si lo prefieres. —dijo levantando mi rostro para poder mirarlo —. ¿Te siente mejor?
—Si.
—¿Quieres que hagamos una noche de película? —pregunto.
—¿Por qué?
—Ya que no quieres irte a dormir, talvez sea mejor mirar algo en la televisión para distraernos un poco. —comento.
—Pero, ¿por qué te quedarías a acompañarme? —dije confusa ante su oferta —. ¿Acaso no tienes algo mejor que hacer?
—Oye, solo quería ayudarte. No estoy aquí para que peleamos.
—Bien, gracias por tu ayuda. Pero ya puedes irte. Estaré mejor sola. —dije de manera apática.
—Alex… —Me miro con decepción—. No quiero pelear contigo en este momento. Solo quiero que puedas olvidarte del mal rato que paso con tu padre.
Seguí mirándolo sin decir nada.
—Escucha, pondré una película de tu preferencia y nos quedaremos viéndola hasta que te canses de ella. Luego buscamos algo más para ver. —Ofreció como si de un tratado de paz fuera—. Ahora dime, que te gustaría ver, ¿comedia o parodias?
Resignada a soportarlo un poco más, deje que se saliera con la suya.
Al momento de responder su pregunta, unas soñolientas y sutiles voces lo hicieron por mí.
—¿Puede ser comedia? —me gire para ver a mis hermanas paradas en el umbral del pasillo tomadas de la mano. Una bostezaba, mientras la otra se estrujaba los ojos para quitarse el sueño.
Me puse de pie al verlas allí y caminé para estar junto a ellas. Me agaché a su altura y les sonreí al verlas tan tiernas y adormiladas.
—Hola, pequeñas traviesas. ¿Qué hacen despiertas? —pregunte.
—Estaba de camino al baño, cuando te escuche hablar. Así que, fui y desperté a Luna. —respondió Luz.
—¿Como está papá? — pregunto Luna.
—Él esta mejor. Pero se quedará unos días en el hospital hasta que este completamente sano. —respondí. Aunque no quería decirles nada al respecto, era inevitable que no preguntaran.
Ambas niñas me miraron con duda en sus ojos, sabían que esas palabras no ocultaban del todo el hecho de que posiblemente nuestro padre no regresara a casa. Ya había ocurrido con mamá, cuando aún eran más pequeñas y el resultado fue algo doloroso.
—Hey, no estén asustadas. Papá regresara pronto. Solo debemos esperar a que se recupere, ¿de acuerdo? —intente calmarlas —. Ahora vamos a ver algunas películas. ¿esta bien?
Ambas asintieron. Las tomé de las manos y las guie al sofá, donde tomaron asiento una a cada lado de mí.
Mientras Jonah se dirigía a la cocina por refrescos y palomitas para todos, mi mente no dejo de pensar en las posibilidades de que mi mentira no se cumpliera. No podría soportar volver a su sufrir lo mismo otra vez. La perdida de mi madre había dejado un hueco muy profundo en mí, y no quería que mis hermanas pasaran por algo similar. Aun eran jóvenes.
Cuando Jonah regreso con los aperitivos, todos nos distrajimos con la película. En algunos momentos las niñas se reían de las tonterías que veían, lo que le trajo un poco de calma a mis pensamientos. No obstante, ese miedo de que algo malo podría pasar no se iba. Seguía anclado en mi cabeza y hacia que sumergiera lentamente en los recuerdos amargos.
Poco a poco, una sensación de sueño se apodero de mí, dejándome en un estado de inconsciencia. Lo ultimo que recuerdo de esa noche, es hacer una oración silenciosa pidiendo por mi padre. Luego todo se quedo quieto y se volvió negro.
***
—Alex… despierta. —susurra una voz.
Escuche que me llamaban desde la distancia. No reconocía la voz del todo.
—Alex, es hora de despertar. Llegaras tarde al trabajo.
¿Trabajo?
Mi mente se fue despertando del estado de sueño. Mis ojos se abrieron a un nuevo día. La luz brillante se filtraba por las ventanas haciendo que todo el lugar estuviera iluminado.
Tarde un segundo en ubicar donde estaba.
—¿Qué hora es? —pregunte sin esperar respuesta.
—Son las 7 a.m. —dijo la voz.
Intente girar hacia donde provenía aquella voz, pero sentía el cuello entumecido por la posición incómoda. Lleve una mano allí para masajeame un poco, solo que, al moverme, escuche un quejido muy cerca de mí. Baje la mirada, solo para ver a mis hermanas con sus cabezas recostadas sobre mis piernas.
—Aun no se despiertan, así que ten cuidado. —mire hacia donde me hablaban junto al sofá, solo para ver a Jonah que tenia una bandeja en las manos.
—¿Qué haces? —pregunte confusa.
—Buenos días, para ti también. Hice el desayuno. —indico con una seña a la bandeja.
—Gracias. Pero no tengo hambre. —le dije.
—De acuerdo. No te forzare a comer. Pero al menos tus hermanas si tendrán hambre. —contesto. Volvió hacia la cocina para colocar la bandeja en la mesa.
Suspirando para conseguir un poco de paciencia, alejé a mis hermanas de mi regazo y me dirigí a mi habitación.
Allí busqué un cambio de ropa y salí al pasillo para entrar al baño. Tomé una ducha, cepillé mis dientes y cambien de ropa. Una vez lista, encontré a las gemelas en la cocina devorando su desayuno.
Jonah había preparado algo simple, huevos, tocino, tostadas y jugo de fruta. Las niñas están contentas con su comida y eso me alegraba. Ver que comían como si fuera su ultima comida, era algo reconfortante. Era señal de que estaban distraídas de la situación de nuestro padre.
—Buenos días, pequeñas.
Se giraron para mirarme y saludaron.
—Buefo difas. —ambas tenían la boca llena.
Sonreí ante su saludo.
—Le he dicho, que coman antes de hablar.
Cada una comenzó a hablar con la boca aun llena de comida, mientras discutían sobre sus cosas.
En ese momento Jonah se me acerca y habla en voz baja.
—Se que es un poco temprano para molestarte, pero, ¿quería saber si podía llevarte al hospital más tarde?
Mirándolo detenidamente, supe que estaba dispuesto a seguir ayudándome sin importar cual fuera mi respuesta.
Negando ante la posibilidad de tan siquiera dejarlo un segundo más cerca de mí, mentalice todas las cosas que tenia que hacer el día de hoy. Y en ninguna de ellas Jonah estaba involucrado.
Camine fuera de la cocina pasando por su lado sin responder a su pregunta. Supe de inmediato que me seguiría para obtenerla.
—¿Sigues empeñado en ayudarme?
—Ya te dije que estoy aquí para hacerlo. No te dejare sola ahora que necesitas a alguien para darte una mano con todo lo que ha pasado. —contesto.
—Pero yo no te pedí ayuda. Además, desde ayer hay algo que me sigue molestando. —lo mire con enojo—. ¿Por qué estás aquí?
Jonah desvió la mirada ante la pregunta. Suspiro, llevo una mano a su nuca y masajeo el área para calmarse. Sabia que estaba tenso, siempre que lo estaba recurría a ese hábito.
—Alex, no creo que sea el momento para explicarte la razón del porque estoy aquí. Solo digamos que, llegue justo a tiempo para ayudar. —su respuesta fue vaga.
Algo dentro de mí me decía que tuviera cuidado con él. Ese sentimiento me advertía de que ocultaba algo que podría lastimarme. Pero no lo dejaría.
—Bien, haz lo que te plazca. Pero te advierto que lo hagas muy lejos de mí. No te quiero ver cerca. —le reprendí indiferentemente—. No tengo tiempo para tus muestras de caridad hacia mí. Mi día esta muy ocupado.
—No puedes pedirme que me mantenga alejado. Quiero ayudarte.
—Ya te dije que no lo necesito. Te doy las gracias por lo que has hecho, sin embargo, no quiero nada más. —intenté transmitir mi desagrado de su presencia a mi alrededor en lo que dije. Ya habían pasado años desde la ultimá vez que lo vi, y me dije a mi misma que no volvería a tenerlo cerca sin importar que. Y eso es lo que hare.
Jonah no se veía muy convencido de mis palabras, y estaba listo para debatir mi decisión al respecto.
—Alex, no creo… —sus palabras fueron interrumpidas por el toque en la puerta principal.
Me gire para ir a revisar quien era, dejando a Jonah donde estaba.
Al abrir la puerta, me alegre mucho de encontrar a Terrence. Se veía un poco cansado, llevaba algunos papeles en las manos. Parecía que acababa de salir del bar.
—Buenos días Alex —bostezo su saludo —. Perdona que no pude quedarme a cuidar a las niñas por mucho tiempo. Espero que hayas leído la nota que te deje. —dijo algo preocupado.
—Hola, Terrence. Sí la leí y te agradezco que te pasaras por acá para vigilas a las chicas. —me hice a un lado para dejarlo pasar—. Entra, las gemelas están en la cocina terminando de desayunar. ¿Quieres acompañarnos?
—Eso suena bien. Estoy muerto de hambre —Camino dentro de la sala, solo para detenerse de pleno —. Alex, ¿que hace él aquí?
Camine hasta su lado. Y respondí de la manera más calmada posible.
—No te preocupes, Terrence. Ya se iba, ¿verdad Jonah?
Jonah no dijo nada. Solo se quedó mirándome con expresión molesta.
En ese momento, las niñas salían de la cocina con una sonrisa en sus caras.
—Eso estuvo delicioso. —dijo Luz, acariciando su estómago.
—Sí —secundo Luna.
Pensando rápido para que no se vieran involucradas en la discusión, tuve la idea de hacer que salieran a jugar al patio trasero.
—Chicas, ¿qué tal si salen un rato a jugar? Las seguiré en un rato con Terrence, ¿que dicen? —dije con mi cara de póker.
Ambas se miraron, y asintieron en silencio.
Salieron por la puerta trasera hacia el patio. Solo una vez escuché que la puerta se cerraba pude quitarme la máscara.
—Jonah, te pido amablemente que te despidas y te vayas. —le ordene.
—¿Eso es todo? ¿Solo me vas a decir que me vaya y que salga de tu vida? ¿Tanto me odias? —pregunto con lamento.
Esto era el colmo.
Suspirando y masajeando mi sien para evitar un dolor de cabeza. Lo mire sin titubeos.
—Escucha Jonah. No sé porque volviste, o cual es la razón de querer ayudarme en estos momentos. Pero como y te dije, te agradezco que lo hayas hecho cuando lo necesite. —continúe sin inmutarme—. Pero veo que estas empeñado en seguir “ayudándome” a pesar de que me niegue.
—¿Por qué? ¿Por qué te niegas tan rotundamente a mí?
¿En serio hizo esa pregunta? ¿Acaso olvido lo que me hizo hace años? ¿Olvido el dolor que me hizo sufrir cuándo decidido irse dejándome sola? ¿Tiene las pelotas para preguntar semejante cosa?
Terrence se percato de que me estaba enojando. Así que puso una mano en mi hombro en señal de apoyo. Deje que él dijera lo que pensaba, porque estaba muy segura que no me contendría en irme a por Jonah en ese momento. Quería golpearlo con todas mis fuerzas.
—Jonah, creo que es mejor que no quieras saber las respuestas a esas preguntas. Solo sal de aquí y vete. No le hagas más difícil el día a Alex, ya bastante tiene con que hayas vuelto. —concluyo Terrence.
—¿Y quien diablos eres tu para hablarme? —pregunto enojado.
—Soy el único amigo de Alex. ¡Soy aquel que la vio derrumbarse el día que la dejaste cuando más te necesitaba! ¡Soy el único que estuvo con ella en todo momento cuando pensó que su vida se iba por caño, cuando tu ni siquiera te dignaste en saber de ella! —respondió Terrence—. Así que, como ya me conoces, haznos un favor y largate.
—Tch, vaya amigo. —dijo Jonah despectivamente—. Bien, me largo. Pero solo por ahora. Estaré cerca por si me necesitas, Alex.
—Haz lo que quieras. Ya te advertí.
—Bien.
Jonah se abrió paso entre nosotros para llegar a la salida. Una vez cerrada la puerta, pude respirar. Deje que mi cuerpo temblara de la ira que contenía. ¿Cómo diablos podía preguntar si lo odiaba luego de que me abandono con la incertidumbre de si estaba esperando un hijo suyo? ¿Acaso pensó que lo iba a perdonar por lo que hizo? ¿Acaso creía que en serio lo iba a recibir con los brazos abiertos y dejaría todo atrás? Ese maldito mal nacido podía esperar a que el infierno se congelara y eso era lo que pensaba. Nunca le daría mi perdón. Nunca le daría una chance para intentarlo. Y nunca le permitiría que volviera a juagar conmigo.
Calmando mis ánimos, mire a Terrence que me observaba con detenimiento. Él sabia muy bien que era mejor dejar que me calmara antes de abordar un tema. Aprecio mucho su ayuda.
—Bien, ya paso. Ya estoy aplacada. —Afirme —. Ahora, dime Terrence, ¿que tienes para mí?
—Bueno, tengo esta lista de inconvenientes que el personal hizo para ti. Indica los problemas que ocurrieron anoche. Cada punto esta catalogado por nivel de importancia. Además, hay otra lista del personal que esta disponible para cubrir los turnos de emergencias. También me encargue de hacer el cuadre de caja y hacer el conteo en el almacén. Esta todo organizado. —me indico pasándome los papeles.
Lo mire asombrada.
—De acuerdo… no me esperé que hicieras todo esto por mí. Muchas gracias.
—De nada —sonrió —. Estoy para ayudar.
—Sí, eso veo. ¿Pero como sabias que necesitaba todo esto?
—Vamos, Alex. Te conozco bien. Siempre que ocurre un evento al cual no puedes controlar, buscas la forma de solucionarlo de alguna manera. Ya estoy acostumbrado a verte hacerlo. —me dio una sonrisa de sabiendo.
Aun así, estaba agradecida por lo que había hecho. No solo por lo del bar, si no también por lo de Jonah.
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a la mierda con todos
Rastgelenadie puede escoger en que familia nacer, ni que puñeteros problemas les toca solucionar y de el futuro... de eso mejor ni hablemos, no puedo decir que me queje de mi vida, después de todo, Dios le da las más grandes batallas a sus mejores soldados...