Salió de la habitación y lo esperó en la cocina mientras Pedro hacía el desayuno y ella jugaba Trivial bíblico. La relación había mejorado un poco, bien poco, él seguía siendo grosero pero se había acostumbrado a la presencia de ella y había un poco más de confianza.
-Aquí estoy. –Dijo llegando notablemente de mal humor-
-Ven te ayudo.
-Pues es tu trabajo. Pedro sírveme ahora tengo mucha hambre.
-Sí señor.
-Espero que no me hayas hecho despertar tan temprano por gusto. –Dijo molesto-
-Hoy hace un precioso día, así que pensé en salir a dar un paseo. –Sonrió contenta-
-De qué me sirve, ¡estoy ciego maldita sea! ¡No puedo ver lo grandioso de tu día! –Gritó muy molesto-
-Pero puedes tomar el sol, el sol mañanero es muy bueno. –dijo intimidada por sus gritos pero segura-
El no dijo nada y desayunó en silencio, molesto aún.
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-Miriam. –la llamó-
-¿Si señor? –Dijo entrando-
-Quiero que llames a la casa de Danna, aquí, y pon el altavoz para que pueda oír.
-Claro. –Marcó y empezó a sonar-
Demoraron mucho en contestar.
-¿Diga?
-¿Señora Julia?
-¿Si? ¿Miriam?
-Si señora, buenos días.
-Buenos días Miriam. Dios te bendiga.
-Amen, Julia, está Danna?
-No Miriam, ella no está.
-¿Sabe dónde la puedo encontrar?
-Mmm pues sí pero no le puedo dar esa información.
-¿Por qué?
-Danna me ha dicho que no diga nada. Lo siento.
-Bueno está bien no se preocupe. Gracias.
-No hay de qué y de verdad lo siento.
Cortó la llamada.
-Entonces sí está trabajando.
-Así parece señor.
-Gracias Miriam puedes retirarte.
Cuando se quedó sólo pensó y marcó en su teléfono.
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-¿Estás listo Emiliano?
-¡No me presiones!
Ella sonrió, eso era de todos los días. Su teléfono empezó a sonar. Se apuró en contestar al ver quien era.
-Papá. –Dijo alegre-
-Hija. –Dijo serio- ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿y tú?
-Bien, bien. Tengo que preguntarte algo serio.
-Dime, dime.
-¿Es verdad que estás trabajando?
Ella se quedó muda por un rato y luego habló.
-Si. –Dijo casi inaudible-
-Vamos a hablar seriamente tú y yo Danna. Pasaré por ti a las 7.
-De acuerdo papá.
-Te veo entonces.
-Dios te bendiga.
Colgó. Tenía que contarle a su padre, no le tocaba de otra. Miró al baño y lo vio salir.
-Te ves bien, ¿nos vamos?
-Sí, agarra mis gafas que están en el buró.
Salieron de la casa, ella le puso los lentes y enrolló su brazo en el de él para guiarlo, el sol estaba muy rico.
-¿No quieres sacarte el abrigo para sentir el sol?
-Lo siento en mi cara. –Dijo con el ceño fruncido-
-Ven allí hay una banca.
Se sentaron en silencio.
-¿Danna? -dijo una chica acercándose- Dios te bendiga
-Sofía, Dios te bendiga.
-Que gusto verte, ¿vas al estudio bíblico mañana en la noche?
-Claro, Dios mediante allí estaré.
-Bueno entonces ahí nos vemos, yo debo irme. Dios te bendiga
-Dios te bendiga.
Se quedaron en silencio.
-Con que eres hermanita. –Dijo serio-
-Seguidora de Cristo, si- dijo alegre-
-¿Por qué?
-Porque cuando más lo necesitaba, Dios apareció en mi vida y la cambió por completo.
-Pero si Dios es tan bueno como dices ¿Por qué permite que muchas personas buenas sufran? ¿Por qué permitió que quedara ciego? –Dijo con notable enojo-
-Los planes de Dios son perfectos, algún día vas a entender el porqué de todo tu sufrimiento.
-Tú lo dices porque no has sufrido como yo, tú no te estás perdiendo del mundo, es fácil hablar cuando tú no eres la que padece.
-Yo sufrí Emiliano, no pasé por lo que tú estás pasando pero sufrí mucho, luego de que conocí a Jesucristo, él sanó todas mis heridas y ahora sé por qué pasé por todo eso.
Se quedó en silencio con el ceño fruncido que era su especialidad.
-Ahora quiero sacarme el abrigo.
Ella lo ayudó a quitárselo y cuando él se quiso ir, se fueron a casa.
Salió del trabajo y llegó a su casa, eran las 7, al llegar vio el auto de su padre a fuera.
-Papá. –Lo saludó con un abrazo-
-Hola hija. –Besó su frente- ¿Vamos?
-Si. Hola abuela, ya vuelvo ¿sí?
-Hola cielo, ve tranquila
-Avísale al monstruito que ya vuelvo.
Salieron y fueron a McDonald's
-Quiero que me expliques Danna, ¿por qué?
-Papá esto es muy difícil de explicar. –Dijo bajando la cabeza-
-No creo que sea tan difícil. –Dijo completamente serio-
-Verás.... Yo estoy trabajando porque, tengo que mantener la casa.
-Hija te mando suficiente dinero, además eso es trabajo de tu madre.
-Papá, de eso se trata. Mi mamá murió el año pasado.-dijo con sus ojos aguados-
-¿Qué? ¿Es enserio? ¿Por qué no me lo contaste antes?
-Papá lo siento mucho, yo... no sabía cómo decírtelo. –Dijo lagrimeando-
-Hija... -dijo mirándola-
-Ella falleció con su esposo José en un accidente, y ellos tuvieron un hijo. Mi hermano de 5 años Aarón. –Se secaba las lágrimas pero salían más- Yo estoy a cargo de él, tengo que velar por él. Y no me parecía justo que tú me mandaras cosas, dinero, ropa bonita, y él se vista con lo peor, que no tenga juguetes o que no tenga el par de tenis que quiera, papá sólo te pido que me entiendas por favor. Necesito el empleo, mi abuela no puede trabajar y ella y Aarón son mi responsabilidad.
Su padre se agarró la cabeza con las manos asimilando todavía lo que le había contado su hija.
-Papá por favor perdóname por no decírtelo, yo...
Él se levantó de la mesa, haló su silla al lado de su hija y la miró fijamente. Le secó las lágrimas y le dio un beso en la frente.
-Perdóname tú a mí, te he tenido tan abandonada que no me pude enterar de la muerte de tu madre ni de la tremenda responsabilidad que llevas en tus hombros hija, perdóname tú. –la abrazó-
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-Gracias señor. –Dijo llorando de alegría arrodillada en su cuarto- Gracias padre de la gloria. Yo no merezco la gracia y todo lo que me das todos los días pero a ti en tu infinita misericordia te place darme. Señor muchas gracias por permitirme estar con mi papá señor. Hay Dios tú sabes la alegría que siento en mi ser, eres bueno Rey Todopoderoso. Te pido por favor que sigas tratando con él para que pueda rendirse a tus pies señor. Te pido también por Emiliano, mi Dios, él es bueno, tú conoces su corazón. Ablanda ese corazón de piedra y con el calor de tus manos conviértelo en uno de carne sensible a tu voz mi Rey......
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