Esa noche, agradeció a Dios de rodillas por mucho tiempo, con el corazón en la mano, llorando de alegría y más que agradecida, pidió una vez más por Emiliano.
Temprano se preparó era viernes, el lunes Aarón entraba a clases y gracias a Dios pudo comprarle los útiles.
-Emiliano... -estaba muy dormido- Emiliano arribaa. Arribaa Emilianoo!!
-Ya estoy. –Dijo adormilado-
-Arriba ¿sí?
-Danna. –Dijo abriendo sus celestes ojos-
-¿Si?
-Te escucho contenta. –Sonrió-
-Siempre estoy feliz. –Le sonrió-
-Acabas de sonreír. –Aseguró-
-¿Cómo lo sabes?
-El sonido de tus labios.
-¿Enserio? –Sonrió- Bueno te veo sonreír también.
-¿Te parece si hacemos algo distinto hoy?
-¿Cómo qué?
-Tengo ganas de ir a McDonals, vaya que lo extraño, y después por un helado.
-De acuerdo, le diré al Paco que prepare el auto.
-No, me gustaría ir caminando si es posible.
-Oh... Claro, lo que pidas, te espero abajo.
Bajó y Pedro preparaba el desayuno.
-Buenos días Pedro. –Sonrió-
-Buen día Dannita, estás reluciente. –le respondió con otra sonrisa-
-Gracias Pedro. Eso huele estupendo.
-Oye por cierto, quedaste en Enseñarme a hacer el pastel de Fresas que tanto le gustó a los señores.
-Si el lunes estoy libre te prometo que lo haré ¿va?
-Bueno.
-Buenos días Pedro. –Llegó Emiliano con un buen humor-
-Buenos días joven Emiliano. Tenga. –Le sirvió-
-Huele genial Pedro. Déjame adivinar, Pancakes, tocino y huevos.
-De nuevo acertó. –Sonrió- Oh Dannita creo que debes ayudarlo con eso.
-Si ya estaba viendo. –Agarró el cuchillo-
-Por favor déjame hacerlo. –le agarró la mano que tenía el cuchillo.
Ella lo miró, lo quería tanto. Así que para no dañarle su estupendo genio lo dejó hacerlo.
-De acuerdo, ten cuidado ¿sí?
-Bueno. –Sonrió- Pronto podré hacerlo sin problema.
-Es verdad joven, por cierto, al operarle ¿le cambiarán el color de ojos? Mire que sus ojos siempre fueron su arma de conquista, y creo que lo siguen siendo. –Miró a Danna.-
- Bueno –carcajeó- No sé, el doctor no me ha dicho nada.
-¿Cierto Danna que tiene unos ojos bonitos?
-Eh –carraspeó- Claro, son un celeste muy bonito. –Dijo nerviosa-
-Creo que los recuerdo bien poquito. Pedro esto está buenísimo.
-Gracias joven.
-Danna ¿a qué hora nos vamos?
-No sé a la hora que digas.
-A eso de las ¿12?
-Bueno.
-Danna entonces si tienes tiempo de enseñarme cómo se hace ese pastel de fresa. –Dijo Pedro-
-¿Tú hiciste el pastel? –Le preguntó Emiliano-
-Sí, cuando dormías, ¿estaba malo? –le preguntó nerviosa-
-No, estaba riquísimo de verdad.
-Te lo dije. –Dijo Pedro- Joven ¿me disculpa si se la robo un segundo?
-Oh claro que no, espero aquí con mis auriculares.
Se encargó de enseñarle a Pedro todo lo que su madre le había enseñado a ella, no era tan complicado, su madre decía que con amor las cosas salían mejor. Esperaban a que se hornee el bizcocho, cuando su celular empezó a sonar.
-¿Si?
-¡Hermana! –Dijo una voz masculina-
-¿Juan Pablo?
-Sí, soy yo, de hecho debes guardar mi número.
-Lo haré, de verdad, ¿cómo estás? –le dijo contenta-
-Bien, llamaba para invitarte a una cena con mi esposa.
-¿Enserio? Que gusto me da conocerla.
-Susan está también muy emocionada por conocerte, ¿puedes hoy en la noche?
-Salgo a las 6 pero a las 6 y media tengo estudio bíblico hasta las 8. –Dijo media triste-
-Está bien a esa hora, si quieres te paso recogiendo.
-¿Enserio? Bueno entonces.
-Me llamas cuando salgas ¿sí?
-Bueno, te quiero, Dios te bendiga.
-Yo también hermana, igualmente, te veo luego.
-Vale. –Colgó-
-Dannita, ya está el Bizcocho.
-Si ya huele.
Terminaron de hacer el postre y Emilio quiso irse. Iban caminando por la acera, ella lo llevaba cogido del brazo y lo guiaba.
-¿Danna?
-¿Si?
-El de hace rato, Juan Pablo, es tu... ¿es tu novio?
-¿Juan Pablo? Es mi hermano.
-¿Tu hermano? Nunca mencionaste un hermano.
-Tengo 3. –Sonrió-
-A mí me hubiese gustado tener hermanos.
-Es bonito, yo sólo vivía con mi hermano menor y lo crie yo, a los mayores no los conocía hasta ahora.
-¿Por qué? Digo si puedo saber.
-Es una historia un poco larga, ¿no te importa?
-No.
-Mi mamá conoció a mi papá cuando él estaba casado, tenía ya a mis dos hermanos, con su esposa, Laura. Mi papá no le había dicho a mi mamá que estaba casado, así que tuvieron una aventura. Después mi papá le dijo la verdad a mi mamá y se alejaron, luego supieron que yo iba a nacer, mi papá siempre estuvo allí, puedo decir que nada material me falta, pero casi no lo veía, él le pidió a mi madre que yo fuera un secreto, su esposa y sus hijos no sabían de mí tampoco. Mi mamá se casó con un hombre muy bueno cuando yo tenía 15, tuvieron a mi hermano menor Aarón. El año pasado, ella y su esposo murieron en un accidente, no le dije nada a mi papá. Cuando se enteró que estaba trabajando se molestó y me preguntó por qué lo hacía, le conté todo, él se disculpó conmigo y le contó a su familia de mí, los conocí ayer, me parezco mucho a ellos, los quise desde que los vi y ellos también. El mayor se llama Juan Pablo, el que me llamó, y el otro se llama Leonel.
-Wow, pero aun no entiendo por qué tuviste que trabajar.
-Mi abuela se vino a vivir conmigo, y mi hermano. Tenía que pagar las cuentas, la luz, agua, teléfono y las cosas de mi hermano y de mi abuela.
-Eres increíble Danna de verdad. Yo te juzgué mal, dije que no habías sufrido y sí lo hiciste.
-No te preocupes, tú la estás pasando mal.
-Pero tengo que agradecerte a ti porque tú has hecho que me sienta mejor.
-¿Enserio? –Le brillaron los ojitos-
-Si Danna. –Le sonrió-
-No sabes cuánto oro por ti todas las noches.
- ¿De verdad?
-Sí, mucho.
-Gracias, por tener fe en mí, por soportarme de verdad.
-Ven llegamos.