Capítulo 7

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    Entraron a McDonald's y comieron en silencio hasta que él habló.

-¿Crees que yo pueda acompañarte al estudio bíblico al que vas hoy?
-¿Enserio? –Preguntó ella más que sorprendida-
-Si. –Le sonrió-
-Claro que sí. –Dijo ella contenta-
-¿Vamos por los helados?
-Sí, ven. –Lo ayudó a levantarse.-

Fueron por los helados y caminaron hasta la iglesia.

-¿Emiliano?
-¿Si?
-¿No crees que debiste avisarles a tus papás? Deben estar muy preocupados.
-Si quieres puedes llamarle a Pedro para que les avise que estoy contigo.

Efectivamente eso hizo. Llegaron y ya habían comenzado así que se sentaron a atrás.

-Claro nos dice Eclesiastés 12, que nos acordemos de él en nuestros días de juventud, porque Él quiere que aprovechemos esta juventud para ir a proclamar su nombre a todos lados, para poder alabarle, danzar sin tener que limitarnos por la artritis, el dolor a los huesos y muchos impedimentos de cuando uno se hace mayor y es mucho más difícil, debemos darnos cuenta que nuestro Dios nos llama ahora, sólo Él sabrá para qué y por qué pero debemos obedecer...

Él se quedó meditando esas palabras por un buen rato.

-Emiliano, ya se acabó.
-Oh, lo siento estaba pensando.
-Ven te presentaré a el líder de jóvenes. Pastor. –Lo saludó-
-Dannita, Dios te bendiga, veo que trajiste compañía.
-Él es Emiliano.
-Hola. –Le sonrió Emiliano-
-Espero que te haya gustado el mensaje.
-Muy bueno de verdad, me llegó.

Después de conversar un rato con el pastor, fue a dejar a Emiliano a su casa en un taxi, se le hacía tarde para cenar con su hermano.


-Espero que enserio te hayas divertido. –Le dijo Emiliano mientras subían las escaleras-
-Me divertí muchísimo. –Le sonrió ella- Gracias.
-No, gracias a ti. –se sentó en la cama- ¿Ya te vas?
-Sí, mi hermano pasará por mí. ¿Le digo a Pedro que suba tu cena?
-Sí, seguro, Gracias. –se acostó- Nos vemos el lunes.
-Dios te bendiga Emiliano.

Bajó y le pidió a Pedro que Le subiera la cena a Emiliano.

-¿Si? –Contestó-
-Hermana.-dijo Juan Pablo-
-Juanpa, perdón si no te llamé de verdad, recién me desocupo, discúlpame. –Dijo angustiada-
-No te preocupes. –Rio estoy a fuera de tu trabajo-
Salió por la puerta y vio un carro negro estacionado a fuera.

-Hola. –Dijo sonrojada mientras entraba al auto- De verdad discúlpame, sé que se me hizo muy tarde.
-Te dije que no te preocuparas. –Sonrió tierno- De hecho recién salgo del trabajo también, Susan debe estar nerviosa.
-Estoy ansiosa por conocerla. –Le sonrió-
-Ella también, estoy seguro que se llevarán muy bien.

Llegaron a la casa de su hermano y al entrar vieron a una nerviosa Susan.

-Hola cariño. –Saludó Juan Pablo al entrar y le dio un beso-
-Dios mío, cielo, me tenías preocupada.
-Ven, te presento, Danna, ella es mi bella esposa Susan, cariño, ella es mi hermosa hermana Danna. –Ambas rieron por la tierna presentación-
-Hola. –Sonrió - Soy Danna. –La abrazó-
-Soy Susan es un gusto conocerte. –Sonrió también- Eres muy parecida a Juan Pablo –dijo mirándola sorprendida- Cielo si tenemos una niña ya sabremos cómo será. –Rieron- Deben estar hambrientos.
-Sólo un poco. –Rio Juan Pablo-
-Siéntense, iré a traer la comida.
-Te ayudo. –dijo Danna-

Cenaron muy alegremente mientras hablaban.

-Haber hermana, cuéntame bien cómo es tu trabajo.
-Es... cuido a un chico ciego, su nombre es Emiliano, tiene 22 años, es... él la ha pasado mal, cree que es un discapacitado y sus papás nunca están, por eso me contrataron, para cuidarlo, guiarlo, ayudarlo en todo, él suele ser duro pero tiene un lado amable muy bonito.
-O sea que ¿te trata mal? –Preguntó Juan Pablo con el ceño fruncido-
-No, no, lo que quiero decir es que tiene días buenos y días malos. Ahora que le dieron la noticia de que podía volver a ver está muy contento, la pasa mejor y sonríe más. –Ella sonrió-
-¿Es guapo? –Le preguntó Susan cómplice-
-Mmm, es...simpático. –Dijo nerviosa-

Terminaron de comer y ayudó a Susan a lavar los trastes, mientras Susan lavaba ella secaba y ponía en su sitio los platos.

-Eres genial. –Le dijo Danna riendo-
-Y tú también lo eres. –dijo Susan riendo también- Ahora que estamos solas sin la mirada intimidante de tu hermano. –Rieron- ¿Te gusta Emiliano?
- Yo... -se sonrojó- Sí.
- ¡Hay! ¡Lo sabía! ¿Es muy lindo?
-Tiene unos ojos azules muy muy bonitos y una sonrisa preciosa.
-¡Hay que lindo! ¡Te gusta mucho! –Rieron-
-¿Es Juanpa celoso?
-Un poquito, no tanto como Leonel, pobrecito mi bebé –se tocó la panza- si llega a ser niña, tendrá el tío más celoso del mundo. –Rio-
-¿Estás embarazada?
-Sí. –Sonrió alegre- Tengo 5 semanas.
-¡¡Seré tía!! –Dijo muy contenta-
- Y tendrá también una tía muy alegre. –Rieron-

Ella corrió a la sala donde estaba su hermano parado al frente del televisor mirando los goles de un partido.

-Felicidades Juanpa! –Dijo mientras se le tiró encima y este moría de risa-
-Hermana. –Reía- Gracias.
-¡Cómo no me habías dicho que sería tía!
-Con tanta cosa se me olvidó, que gusto que mi hijo o hija tenga una tía que la cuide mucho. –le agarró el rostro con las dos manos- Te quiero muchísimo ¿oíste? -le besó la frente.-
-Yo también te quiero muchísimo. –Lo abrazó-
-Cariño. –dijo Susan sonriendo- Danna me comentó que ella, su abuela y su hermano asisten a una iglesia, ¿recuerdas que yo asistía a una en mi pueblo?, quisiera ir.
-Claro cielo. –Dijo aun abrazando a su hermana-
-Después del culto le prometí a mi hermano que iríamos al parque, almorzaremos allí, están invitados.
-Nos encantaría ir. – dijo Juan Pablo-

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Domingo en la mañana**

-Cariño ¿ya comiste? –Le dijo a Aarón quien estaba sentado en la mesa con unos carritos y el plato de cereal intacto-
-No hermana, te esperaba.
-Gracias amor, pero estoy ayunando, ¿recuerdas? Ayuno para el señor.
-Bueno, está bien.
-Apresúrate ¿va? Juanpa pasará por nosotros en 30 minutos.
-Si hermana. –Empezó a comer-

Subía las escaleras para ver si su abuela ya estaba lista, cuando su teléfono empezó a sonar. La señora Manuela.

-Señora, buenos días.
-Buenos días Danna, disculpa que te llame un domingo.
-No se preocupe señora, ¿está todo bien con Emiliano?
-Si no te preocupes, pero me pidió que te llamara. Dijo que tú vas a un lugar los domingos al cual quiere ir.
-Oh. –Dijo tratando de asimilarlo-
-Sé que no es tu día de trabajo pero me encantaría pedirte que le eches un ojito.
-*¡Mamá basta no soy un niño! Limítate a decirle lo que te pedí, por favor* -se escuchó de fondo la voz de Emiliano-
-Por cierto no sé qué le pasa, ya pide por favor y da las gracias. –Susurró contenta- El caso es que me pidió que lo esperaras en la entrada, Paco lo llevará.
-Claro que sí, yo... lo estaré esperando, de hecho en unos minutos llego.
-No sé qué lugar es ese, Emiliano no me quiere decir.
-No se preocupe, no es nada malo.
-Confío en ti.
-Gracias señora.

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