Capítulo 19

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CAPÍTULO 19


-Él estaba bien, lo vi alegre estos días. –Expresó Alicia, la madre de Ramiro preocupada-
-Lo que él está pasando es muy difícil. –Dijo Susan -
-Pero no te preocupes Alicia, vamos a encontrarlo. –Esta vez fue Juan Pablo quien habló-

Sonó el timbre y Susan fue a abrir.

-Hola Susan. –Dijo Danna abrazando a su cuñada-
-Hola Danna, Emiliano hola. –Sorprendida-
-Hola Susan.
-Pasen. Danna, la mamá de Ramiro está adentro, está muy preocupada-

Después de saludarse, Danna le comentó las cosas que habían pasado últimamente con su hijo, la señora no pudo contener las lágrimas.

-No puedo creer que todo esto haya estado pasándole a mi hijo y yo no lo sabía. –Soltó el llanto- Que mala madre he sido con Ramiro.
-No sirve de nada culparse. –Dijo Danna consolándola- Ramiro aceptó ayuda de Dios y de nosotros, va a estar bien.
-Pero entonces porqué pasa esto, no lo entiendo.
-Alicia, es muy difícil dejar de un día para otro algo a lo que nos aferramos como nuestro socorro. –dijo Emiliano- Y las drogas y el alcohol, son lo peor, cuesta dejarlo pero con Dios si se puede.
-Emiliano tiene razón. –habló esta vez Susan- Dios va a proteger a Ramiro.
-Quisiera tener la convicción que ustedes tienen.
-Puedes tenerla Alicia. –Le aseguró Juan Pablo-
-¿Qué les parece si oramos?
-No creo que Dios nos oiga. –Dijo Alicia muy convencida secándose las lágrimas-
-Te equivocas. –Expresó Emiliano- La Biblia dice que donde hay 2 o 3 reunidos en su nombre ahí está Dios.- (Mateo 18:20)

Alicia cambió su expresión por una más blanda. Entonces asintió con la cabeza.

-Padre celestial, Rey de gloria y Sublime Dios...

Empezó Emiliano y al momento todos cerraron sus ojos y apoyaron la oración.

-....Te agradecemos Señor por estar aquí, por respirar, por el simple hecho de estar vivos, sabemos que es pura gracia y misericordia mi Dios. Venimos ante ti reconociendo nuestra condición que como humanos que somos hemos pecado contra ti, te pedimos que nos perdones sabiendo que no lo merecemos, pero Padre, lo necesitamos, y te agradecemos por tu perdón precioso. Venimos ante ti con una petición especial Padre Santo, te queremos pedir por Ramiro, guárdalo donde quiera que esté, Señor que ángeles acampen alrededor de él y mi Dios, no le permitas cometer una locura, ayúdalo mi buen Padre, ahora te necesita más que nunca. Oramos en el nombre de Cristo Jesús, sabiendo que tú lo guardas y que la obra que en él empezaste, tú Señor la vas a terminar. Gracias mi buen Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

-Amén. –Dijeron al unísono-
-Ahora sabemos que Dios lo guarda. –Dijo sobándole el hombro Danna-
-Gracias, muchas gracias. –Expresó Alicia de verdad agradecida-
-Y no te preocupes, ahora que sabemos que Dios está haciendo su trabajo, vamos a poner de nuestra parte. Saldremos a buscarlo. –Habló Juan Pablo-
-Sí, es buena idea.

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Pasaron horas buscando a Ramiro, por todas partes, hasta que el teléfono de Alicia sonó.

-Diga. –Contestó- ¡¿Qué?!...... Voy para allá.-colgó-
-¿Qué pasó?
-Ramiro está en el Hospital Central.

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Al llegar al hospital, se encontraron con la policía. Ellos relataron que una señora había encontrado a Ramiro en un callejón, todo golpeado.

-¡Dios mío! – Exclamó perpleja Alicia- ¡¿Pero cómo?!
-Tranquila Alicia. –Dijo Susan abrazándola-
-Familiares de Ramiro Cordero....

Salió el doctor sacándose los lentes con una mano y con otra sosteniendo un kárdex.

-Soy su madre. –Dijo casi corriendo a él- ¡¿Mi hijo está bien?!
-Señora Cordero, su hijo tuvo muchísima suerte, está muy golpeado, tiene una pequeña contusión que no es grave, tiene fracturado el brazo izquierdo y un par de costillas lesionadas, y pues sin contar los muchos hematomas, está bien.
-¿Podemos verlo? –Preguntó Danna-
-Pueden, está descansando. –Dijo asintiendo-

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Estaba Francisco leyendo la biblia, sentado en la sala de su casa.

-Hola papá.- dijo Leonel entrando-
-Hola hijo. –Respondió sonriendo-
-¿Supiste lo de Ramiro? –Dijo sentándose-
-Que desapareció, sí. Qué pena, he estado orando por él.
-Pues me llamó mi hermana, apareció, está en un hospital.
-¿Qué? –Expresó asombrado- ¿Está bien?
-No lo sé, dijo que si queríamos ir podíamos, estaba camino allá cuando llamó.
-Me encantaría ir, ¿vamos? –Dijo poniéndose de pie-
-Papá. –lo imitó- Yo, no me malinterpretes, Ramiro me parece un buen chico excepto por su pasado, pero, es el hijo del hombre que te engañó, que te inculpó, no comprendo cómo olvidaste tan rápido eso.
-Hijo...-sonrió mientras le acarició la espalda- Si Dios perdonó mis pecados, siendo Dios todo poderoso, quién soy yo humanamente para no perdonar a mi hermano. Además qué podría ganar guardando récor hacia Hugo. Y sería muy injusto que por su padre yo me enoje con Ramiro. No tengo por qué no perdonar, ninguna herida justifica el rencor hijo. Dios nos hizo libres para perdonar y ser perdonados.
-Me sorprende tu nueva forma de hablar papá. Y déjame decirte que tus argumentos son completamente válidos. –Sonrió también- Vamos.

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-Salí a dar una vuelta...

Dijo Ramiro empezando a relatar lo que pasó; después de que su madre expresara cuan preocupada estaba y todo su regaño con miedo a perderlo, el resto sólo miraba con ternura la escena. Pero debían saber que había pasado.

-....era uno de esos momentos difíciles en los que me desespero, ser dependiente a algo y querer dejarlo es duro, mucho, pero no les voy a mentir he sentido como Dios me da calma en esos momentos, y justo en ese momento en que sentí calma, me encontré con Joaquín. Él es un chico que me vendía droga, de hecho estaba por entrar a vender droga con él....
Las caras que en ese momento estaba haciendo su mamá eran de sorpresa total.

-Traté de ignorarlo, caminó a mí, me saludó, y como era de costumbre, me ofreció un poco de droga, una mezcla nueva a la que no recuerdo como llamó. Quería decirle que sí, que me venda todo lo que tuviera, pero algo no me dejaba. Saqué todo el valor y coraje y le dije que ya no quería jamás volverme a drogar, su cara fue un poema. –Suspiró- No me creyó como era de esperarse; le conté que había aceptado ayuda de Dios y de amigos. Se rio muy fuerte, después me recordó que le había prometido empezar a ofrecer mercancía en los colegios de la zona. Le dije que no podía hacerlo, me insistió otro poco más y de repente salieron sus amigos, estaban ebrios. Joaquín me dio una última oportunidad para cambiar de opinión, no sé de dónde saqué tanta fuerza para decirle que no, me di la vuelta y empecé a caminar de regreso a casa, sentí un golpe en la cabeza, caí y empezaron a golpearme, y de ahí no recuerdo más. Pero ¿saben? Dios fue bueno conmigo, si no me hubieran golpeado, estaba a punto de girarme para pedirle algo de droga. Le agradezco a Dios que aun que dolió, me rescató, creo que fue necesario.
-Ramiro. –Dijo Danna sobándole el brazo mientras sonreía- Lo que dices es cierto.
-Dios es bueno siempre. –Sonrió también Juan Pablo-

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Después de que llegó el resto de la familia Torres y conversaran un rato, se acabaron las visitas.

-Lamento que no pudiéramos salir hoy. –Dijo Danna apenada-
-No te preocupes. –Sonrió Emiliano- Dios sabe cómo hace las cosas, y si Él lo permite podremos salir mañana.
-Así que tú eres Emiliano. –llegó Leonel con tono sobreprotector y abrazando a su hermana-
-Amm, Emiliano, él es mi hermano Leonel. -
-Un gusto, qué tal. –Dijo Emiliano tranquilo en forma de saludo-
-Bien, aquí con mi querida y única hermanita. –Enfatizó el "hermanita"-
-Oh, ya veo. –Dijo entendiendo por donde iba Leonel- Pues en ese caso, debo decirte que me gusta mucho tu hermana. –Dijo completamente tranquilo, con seguridad en sus palabras, mirándolo a los ojos-

Leonel se enderezó y su semblante cambió a totalmente serio.

-Y, que voy realmente en serio con ella, la amo.

Esta vez miró fijamente a Danna, quien estaba en shock y completamente sonrojada. Por otro lado, Leonel seguía perforando con la mirada a Emiliano, que estaba perdido en los ojos de su hermana.

-Eres muy valiente muchacho. –Frunciendo el ceño admitió- Pero sigue siendo mi hermanita.
-Déjalos Leonel, hazme el favor. –Llegó Susan acariciando su barriga pequeña-
-Susan. –Dijo fulminádola con la mirada-
-Ven. Juan Pablo necesita tu ayuda. –Casi lo arrastró-
-Qué oportuna. –Le sonrió Emiliano al ver que Susan arrastraba a Leonel-

Danna seguía sin poder creer lo que Emiliano había dicho y hecho.

-Por lo general, cuando alguien te confiesa lo que sientes, le respondes. –Sonrió- Es enserio.
-Yo......    

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