El mar está en tus ojos, más hermoso,
más vivo que en las costas de tu patria.
Se adentra en sí mismo, cava fosos
y simas sumergidas y calladas.
No puedo respirar cuando tus ojos
me llevan hasta el fondo de tu alma.
Para alcanzar el aire, me asomo
ansioso al exterior de tu mirada.
Prefiero que me queme, tan fogoso,
tu trágico cabello, que me incendia,
porque no sé nadar en tu belleza.
Me hundo en tu encanto sin retorno.
No escapo de tus ojos aunque corro.
Me ahogo entre puertos de pestañas.
Quisiera en otro mar lanzar mi ancla
pero la tengo dentro de tus ojos.
Quisiera ser un barco, o ser plomo,
ser piedra submarina o pez espada,
pero yo sólo soy un hombre solo
y ojos tan profundos me arrastran.
Me muero de hermosura, de cadencias
en olas que estallan. Me transformo
por tu mirar en boya que se aleja
y se pierde en el mar que está en tus ojos.