Vengo saltando grillos en las rocas,
doblando pastos, corriendo para verte.
Y por salvarte de las nieves de Sonora
me arrojo y caigo en su dársena de fiebre.
Porque te siento tan fría y lejana
y mis palabras ya no logran conmoverte,
en este invierno que azota las montañas
de aquella tierra en la que sueño conocerte.
Que no se aparte de tu vida mi recuerdo,
que avance ahora el calor de tu esperanza
contra el imperio cruel de este hielo.
Yo sé que guardas tú más luz que toda el alba.
No dejaré que el frío apague lo que siento,
y si Sonora se congela en sus aguas
he de prenderla con el sol que llevas dentro
hasta que arda para siempre enamorada.