Quiero morirme de repente y que me lleven
al paraíso de tu cuerpo y de su fiebre.
¿Muchas veces te dijeron esto mismo?
Espérame, ahora lo corrijo:
Quiero quererte con tanta buena suerte
que por quererte tú me quieras muchas veces !
Es ese signo al borde del sentido
algo indecente. Ahora lo retiro:
Quiero quererte con tanta buena suerte
que por quererte tú me quieras muchas veces.
Ahí está bien, y algo desabrido.
Mejor regreso y le devuelto ese signo:
Quiero quererte con tanta buena suerte
que por quererte tú, me quieras muchas veces !
¿Hay una coma a mitad de aquel camino?
Mejor regreso, la quito y prosigo.
¿Te has ido? ¡Espera, que el destino
de mis palabras no sea frío e inclemente!
Es inminente la conclusión y este
poema concluiré con este grito:
¡ Quiero quererte de repente y que me lleven
al paraíso de tu cuerpo y de su liebre !
¡De su fiebre! Sí, así es, tu liebre vivo
esa liebre de mirarte, de tenerte.
¿Has leído por completo el escrito?
Si no entiendes te lo digo nuevamente:
Kiero mórirrme de répente i qué me yeben
hal paraizo de tu kuerpo y de zu fievre.
Ahí está, completo y sin signos.
¡Y lo escribí en apenas ocho meses !
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