55. Riley.

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Charlott no tuvo tiempo de seguir hablando, alguien más la llamó y corrió hasta allá .

El nombre de mi mejor amiga rondaba en mi cabeza como el llamado de una abeja, una y otra vez. Y luego una orden, una en especial.

Corre.

Todo mi cuerpo tembló por un segundo y en menos de lo que esperaba, estaba corriendo. Corriendocomo si mi vida fuera a terminar en cualquier momento, igual a sentir que todo a mi alrededor iba a toda velocidad. 

Empujé a todo el que pasaba a mi junto a mí ¿Qué me interesaba si caían? ¿Qué les interesaba a ellos lo que pasaría?

Riley... Riley era inteligente, ella no pudo haber quedado ahí dentro, debío haber buscado una forma de salir.  Pero ni siquiera tenía que ser ella. Tal vez fue por las escaleras.

Un sudor frío me recorre por completo, mientras el volumen de todo baja. Ya no escucho ni el más mínimo sonido.Necesito saber si está bien, la necesito a ella.  No importa cuantas veces me despida, ni cuantas veces diga que todo acabó...Nunca sería cierto.  Corrí a todo lo que daban mis pies para llegar al primer piso.

Todo ahí era peor. Una ambulancia se estacionóen la entrada,  rechinando los neumáticos junto a un camión de bomberos. Ví el círculo de personas rodeando la única entrada del ascesor, tuve que correr hasta ahí.  Un ardor estaba en mi pecho, y se retorcía cada vez más, algún momento colapsaría...y eso pasó cuando abrieron la puerta. 

Toda la falsa esperanza que había recolectado, toda la fuerza, todo se había ido. Caí de rodillas y quedé paralizada, no podía moeverme. Un cuerpo inmovil estaba tendido en el suelo del ascensor, con vidrios distribuídos por todos lados. Sus brazos estaban doblados de forma errónea, con la misma silueta formada en el suelo. Sangre espesa y oscura empapaba el cabello castaño, castaño de un tono que siempre recordaría. Esa Riley.

Me arratré hasta dentro del elevador y la miré. Se veía frágil, parecía que en cualquier momento podía quebrarse. Pálida como la nieve , hacía resaltar la sangre brotando de la parte trasera de su cabeza. Su pecho subía y bajaba lentamente, un movimiento casi imperceptible, casi imaginario.

-Riley, ¿Me escuchas?- susurré.

No hubo ninguna reacción, ni la más mínima. Parecía dormida, un profundo y tranquilo sueño. Pero, de repente, su cabeza se movió ligeramente. Sus labios comenzaron a temblar y un nerviosismo se apoderó de mí.

-Alice...- logró decir.

Por un moemento me sentí completamente pasmada. Mi mundo se conformaba por piezas, cada pieza era de un tamaño por importacia, y ahí estaba Riley, sosteniéndolo. Si ella caía, todo mi mundo lo haría.

Entonces dije una de las mentiras más grandes que puede decir alguien:

-Todo va a estar bien

Antes de que pudiera darme cuenta, cuatro paramédicos me empujaban y subían a Riley a una camilla, uno de ellos se detuvo, sosteniendo su muñeca, su rostro se crispó y giró hablandole a los demás paramédicos.

-Es débil, pero tiene pulso. Hay que llevarla al hospital.

Me levanté lo más rápido que pude y seguí la camilla.  Yo tenía que irme con ellos, era mi hermana, ella podía morir y todo pormi culpa. Si tan sólo no hubiera dicho lo que pensaba, si hubiera suplicado para que se quedara, nada de esto estaría pasando. Riley no estaría bien si mis palabras no hubieran sido igual al veneno de un escorpión. Choqué contra un cuerpo, un bombero.

-No puede pasar, señorita, la ambulancia está llena.

Volteé, desesperada. Miré a todos lados, alguien me debía llevar hasta ella, yo misma debía ir con ella.Pero no podía. ¿Quién me llevaría?

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora