49. Sangre

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–Alice...– murmuró Riley, intentando caminar hacia mí.

–No te me acerques, ninguno de ustedes se atreva a tocarme.– dije echa furia, mi voz había soñado terriblemente aterradora, pero no interesaba.

Intenté pensar en cómo moverme y sacer a Malcom de aquí, él estaba completamente inconsciente caído sobre mí. Escuché unos pasos rápidos mientras alguien más me llamaba por mi nombre.

–¡Ali, por Dios! Ven, déjame ayudarte. – exclamó Thomas acercándose a mí y poniendo el brazo de Malcom alrededor de su cuello, yo hice lo mismo con el brazo izquierdo.

Con un asentimiento, ambos nos levantamos del suelo, levando así a Malcom. Me doblé repentinamente por el peso, pero me enderecé comenzando a caminar. Dicen que una persona pesa más cuando está inconsciente, y concuerdo con eso al 100%.

–Vamos afuera.– dijo Thomas, a pesar de que no lo quiera admitir el llevaba gran parte del peso muerto del rubio.

Las piernas de Malcom estaban siendo arrastradas hacia atrás y la cabeza la traía colgada hacia adelante, gotendo de sangre todo el suelo. Salimos de la oficina y así mismo del aeropuerto, con!igo lanzando maldiciones. Afuera estaba tramitando, por tanto no me costó tanto parar un taxi.

Thomas sostuvo completamente a Malcom mientras yo habría la puerta trasera. Me senté primero e hice que Thomas dejara caer a Malcom en el asiento, cerró la puerta y se sentó adelante. 

El taxi arrancó a toda velocidad, mientras yo intentaba parar la hemorragia proveniente de su brazo y cabeza. Sin importarme que el taxista me viera, me saqué la chaqueta encuerada y luego la camiseta. Me puse la chaqueta por encima, lo malo era que lo cierre estaba malo. Mordí la costura de la camiseta y la jalé con fuerza, rompiéndola; enrollé el trozo de tela el la herida de su brazo, con suficiente fuerza para hacer un torniquete resistente hasta el hospital.

–¡Acelere el maldito auto!– grité enojada.

La sangre que bombeaba mi corazón, seguramente estaba compuesta por adrenalina pura.

Cuando el auto frenó, haciendo rechinar los neumáticos, afuera del hospital llegaron una cantidad de paramédicos que en aturdió por completo. Ellos abrieron la puerta, y bajaron de un jalón a Malcom, poniéndolo sobre una camilla gritando una cantidad de cosas en alemán que no comprendí. Me preguntaron algo a mi,  pero Thomas fue el que contestó, y el paramédico asintió, corriendo junto a la camilla de Malcom, alejándose a la entrada de emergencias.

–¿Estás bien?– preguntó Thomas. Yo estaba sentada aún en el taxi, con mis piernas colgando hacia la calle.

–C-creo que sí. –contesté aturdida, mis manos estaban manchadas de sangre, al igual que mi pantalón y mi abdomen.

–Ven, vamos a entrar.

Thomas me abrazó por los hombros y me apretó contra su cuerpo, tanto ofreciéndome calor, como para que no me viera el sostén, supongo. Él le pagó al taxi mientras caminabamos a la entrada del hospital, yo solo cerré mis ojos recostada de su hombro.

–Malcom entró a cirugía, Alice.– susurró Thomas. Yo abrí los ojos, encontrándome con una secretaria que nos miraba a nosotros tiernamente.

–¿Cuando saldrá? – pregunté sosteniendo ambos lados del zipper de mi chaqueta. La chica negó con la cabeza y elevó los hombros, le contó algo a Thomas, que asintió, haciendo que la chica se fuera.

–No lo sabe, es bastante incierto, perdió mucha sangre.–murmuró, de repente su rostro se crispó y miró  hacia mí chaqueta.

–Este es el momento n el que te quitas la camisa para cubrirme.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora