39.Mellizos: Uno borracho y Uno golpeado 2/2

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[EN EL CAPITULO ANTE...Okno ¡Disfruta el capítulo! Escena hot al final para complacer a sus hormonas]

Estaba dispuesta a golpear a quien o que sea con mi maldito bate.

Estíro mi mano izquierda hasta la hendidura de la puerta corrediza del armario y de un movimiento rápido la abro, quedándome completamente paralizada.

No había nada.

Estaba completamente vacío a excepción de unas toallas blancas que otorgaba el hotel.

Miré confundida Sebastian, que se encontraba tan perplejo como yo.

—P-pero había algo ahí, yo lo escuché.—dijo casi temblando mientras señalaba la puerta.

—No hay nad...— ahí fue donde las escuché, eran murmullos y provenían el closet.

Volví la vista al armario, pero éste se encontraba vacío.

Estiré mi brazo hasta la pared del fondo y sentí como temblaba, lo hacía ligeramente, pero temblaba. Mi entrecejo estaba marcado y mi confusión se había elevado.

*Emh, deberías subir la mirada*

Hago caso a mi bipolar consciencia y me envientro on una rejilla de ventilación en la parte de arriba de la pared. Me agarre del tubo para colgar los ganchos de ropa (Gracias a todos los santos el tubo era de metal porque sino de seguro ya estaría en la sla de Emergencias) e intenté elevarme sólo con mis brazos, luego alcé la pierna derecha y la puse por sobre el tubo, quedando completamente sentada.

Me inclino un poco hacia la rejilla para ver con mayor claridad a través de las barritas de metal. No era un ducto de ventilación. Era una especie de ventanilla para el armario de la otra habitación, la de al lado.

Extendí mi mano y moví una de las delgadas barritas de metal. En la habitación de al lado la puerta del armario estaba estaba abierta dejando ver a unos niños jugando y riéndose, haciendo una especie de pijamada.

Cerré la ventanilla de nuevo y bajé del barandal.

—Sólo son niños, están jugando en la otra habitación. No hay nada peligroso.— dije en tono medio burlón.—Sólo duérmete, volveré dentro de veinte minutos.

Caminé hasta la puerta de la habitación, pero cuando puse mi mano en la perilla sentí unos brazos musculosos a mi alrededor, impidiendome moverme.

—No te vallas...—dijo Sebas en mi cuello.—Tengo miedo...

Esa frase...

Flashback...Hace diez años.

Y aquí estábamos, frente a la hermosísima casa de nuestra nueva familia.

—Vamos, niñas, entren.—dijo la mujer en la entrada  gigante con puerta de madera.

Miré a Alice y asentí con la cabeza mientras tomaba su pequeña mano. Caminamos y entramos a la que sería mi nueva casa.

—Es muy tarde, niñas. Será mejor que descansen y mañana les enseñaremos el resto de la ciudad. —dijo de nuevo la mujer, Lily Smith, mi nueva mamá.

Subimos las escaleras hasta el sgeundo piso y nos detuvimos frente a una puerta pintada de blanco con unas flores.

—Ésta es tu habitación, Alice.

La habitación era hermosa y gigantesca, tenía una cama con sábanas violetas y peluches, también una caja llena de juguetes. Alice entró con una gigantesca sonrisa de oreja a oreja y se tiró en la cama soltando un chillido y abrazando todos los peluches que permitían sus brazos de niña de siete años.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora