46. Lo que decimos sin pensar es lo que sentimos sin pensarlo

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Riley POV.

Corrí lo más rápido que tuve calle abajo hasta Sebastian, cuando llegué hasta él agarré su brazo haciéndolo sorprenderse. Su rostro estaba crispado pero al notar que era yo se volvió neutro y sin expresión alguna. Hubo un momento de silencio en el que no la despegamos mirada el uno del otro.

–¿Qué pasa? –dijo por fin.

–La sangre por las venas y la comida por la panza...–dije casi inconscientemente, aunque su rostro se relajó un poco, no le parecía causar ninguna gracia. –Lo siento.

–¿Sabes qué tan mal me siento?

–No puedo saberlo...

–¿Tienes una idea?

–Sí...

–Tú me contaste lo que te pasabas, y yo no te insulté ni te critiqué, Riley. Te he ayudado lo más que he podido, me peleé con Thomas ¡Mi mellizo! Porque el creía que le ocultaba algo, Riley. Y todo lo hice por ti...

–¡Lo sé, lo sé y lo lamento, Sebastian! ¡Lo dije sin pensar!

–Lo que decimos sin pensar, es lo que sentimos sin pensarlo...

–¿Sabes qué? ¡Sí! ¡No quiero que me protejas! –grité soltándole el brazo– ¡No quiero que me protejas porque me hace sentir débil! ¡No quiero que me protejas porque siento que te pones en riesgo a tí! ¡No quiero que me protejas porque yo te amo Sebastian! ¿Sabes cual es mi peor defecto? Que detesto que la gente se sacrifique por mí.

Sé que todo el mundo tiene sus valores, y si pensar en otros antes que en ellos mismos es uno de ellos, lo respeto, pero no me gusta que hagan eso por mí. Siento que estoy privándolos de sus derechos que todo el mundo tiene responsabilidades y que sienten que yo soy una de ellas. Odiaba que Sebastian creyera que yo también era una de ellas...

–Lo sé: soy una maldita estúpida...–dije y el sonrió levemente.

–Eso no lo negaré.

Lo abracé antes de que cambiara repentinamente de humor y se fuera al carajo. Él me envolvió en sus brazos fuertemente de manera cariñosa.

–Entonces...¿Me perdonas?– dije sonriendole de manera suplicante. ¿Qué? ¿Suplicante? ¿Quien eres?¿ Nora Grey?

–No.– dijo de manera seria y yo abrí los ajos como platos, tragué saliva para poder hablar.

–¿Qué?

–Que no te perdono.– confirmó, entonces según su mirada supuse que pedir perdón no sería todo lo que él quería.

–Prometo no volver a hablar sin pensar...

–Y...–dijo en el tono perfecto para que yo continuara.

–No volver a desaprovechar tu ayuda...

–Y...

–¡Que más quieres que diga?! No vas a lograr que me acueste contigo, muñeco.

–Nada perdía con intentarlo– dijo en un suspiro, acercó su rostro al mío, con intención de besarme, pero yo agarré con mi dedo pulgar e índice su boca de pato.

–Sólo prometeme algo...

–Mjm...–dijo asistiendo.

–Nunca más intentarás protegerme...– solté sus labios para permitirle hablar.

–Lo prometo.

Lo besé sintiendo ese pequeño cosquilleo en el pecho, un cosquilleo que no sentía desde hace mucho. Jugueteé con su cabello mientras el sonreía en medio de nuestro beso. Sólo había una persona que lograba acelerar mi pulso a voluntad y se llamaba Sebastian Blake.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora