51. ¿La verdad?

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Alice POV

Riley ganó...

Riley ahora estaba a salvo,

Pero Riley aún no estaba perdonada.

No he vuelto a cruzar palabra con ella desde hace varios días. Ni con ella, ni con ninguno de los chicos. Las tardes del campeonato me las pasaba con Thomas en la habitación de la clínica, acompañando a Malcom y a su hermana. En cuanto a Lanna, le dijimos que nos conocimos durante un suceso no muy gustoso: A Malcom lo asaltaron y golpearon, nosotros estábamos pasando por ahí cerca, lo llevamos a la clínica y bueno, nos hicimos amigos.  Le agarré tanto cariño a la dulce Lanna, que cuando me despedí de ella sentí un vuelco en el estómago. Pero despedirme de Malcom era lo que más dolía.

–Tienes que perdonarla...– dijo él, acariciando mi mejilla.

–Es más difícil de lo que parece.– mi voz sonó quebrada.

–¿No me dijiste que el el sentido de perdonar eras muy fácil?

–Perdonar si me hicieron daño a mí, Malcom, te hicieron daño a ti, y por inercia a tu hermana.

–¿Sabes algo, pequeña? No tienes que perdonarla si no quieres, no tienes que vivir complaciendo a los demás pero la desición es enteramente tuya...– le dió un pequeño beso a mi mano– Te extrañaré, Smith.

–Y yo a tí, Malcom.– sentí un nudo hacerse en mi garganta y luego mis ojos ardiendo por lágrimas retenidas.

–No desperdicies lágrimas en despedidas, es mejor que las guardés para cuando nos volvamos a encontrar...

Llegué a conocer a Malcom mejor de lo que he conocido a alguno de mis amigos. Él me contó su problema, dudoso, pero no se detuvo en hacerlo. La incertidumbre sobre el "¿Qué haría ahora?" era una de las preguntas que más se habían apoderado de mí. Pero no pregunté, algo en su mirada me decía que no tenía que tocar ese tema. Sin embargo, cerrar la puerta detrás de mí sin saber la respuesta, era como si se clavaran cuchillos en mi corazón.

–¿Estás bien?– preguntó Thomas, esperándome afuera del edificio

«No» soñé con decir, pero lo reprimí, fingiendo una sonrisa.

–Vamos al aeropuerto...

Tomé una de las maletas que el sostenía y comencé a arrastrarla junto a él hasta el taxi, que nos llevaría en nuestro incortable silencio hasta el aeropuerto. He de suponer que él no hablaba para dejarme pensar, el problema era que yo no sabía en qué pensar.

–Mi puesto está más atrás...– dijo él, chequeando su boleto.

Asentí ligeramente y me encaminé a la ventanilla, pero me tomó el brazo. Volteé, esperando, pero él se mantuvo mirándome cada una de mías facciones. Tal vez fue algo en mi mirada, que le advirtió que de verdad necesitaba un refuerzo, pues me haló contra su cuerpo, envolviendo sus brazos en mi cintura. Acarició mi mejilla y plantó un delicado beso en mi frente; sentí una sensación tibia recorrerme la espina dorsal, supuse que era calma, o alivio. Se alojó en mi pecho, y se mantuvo ahí hasta cuándo se fue a los últimos puestos.

Pongamos está situación, sólo tengo una pregunta ¿La perdonarías? ¿A Riley?

Esta había sido la segunda oportunidad que le había entregado. Aunque tal vez ella ni siquiera consideró la posibilidad de que  Malcom me había parecido más que un delator. Pero la pregunta que más me afectaba era ¿Por qué no le preguntó?.

Siempre me pregunté cómo la gente se puede quedar dormida con tantas cosas por pensar,  pero creo que yo misma rompí mis propias creencias. Me quedé completamente dormida.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora